La
serpiente es un animal que aparece con asiduidad en la tradición gallega, tanto en la mitología
gallega referida a las fadas y mouras
que toman la apariencia de serpientes, como en las antiguas creencias populares que refieren la presencia de la
serpiente vinculada a santos o a difuntos.
La serpiente también es muy frecuente en la toponimia de Galicia: Pozo da Serpe y
Furna da Serpe (Vigo); Cabo da Serpe (Redondela); Rabuserpe (Moaña); Serpe
(Poio); A Serpente (O Grove); Cabo da
Serpe y Cavadas da Serpe (A Lama); Cova da Serpe (Ferrol); Sobre a Serpe
(Cedeira); Cova da Serpe (A Laracha);
Pena da Serpe (Moeche); A Serpe y Fonte da Serpe (As Somozas); A Serpente
(Touro); Camiño da Serpe (Paderne); Cruceiro da Pedra da Serpe (Ponteceso);
Serra da Cova da Serpe (entre las provincias de A Coruña y Lugo); Cova das
Serpes y Rego das Serpes (Barreiros); Cal da Serpe (Viveiro); A Furada da Serpe
y Montes da Serpe (Foz); A Serpentiña (Pantón); Val da Serpe (Manzaneda).
En lo que se refiere los petroglifos gallegos, podemos encontrar representaciones de
serpientes en diversos castros galaico-portugueses como el de Baldoeiro (Trâs
os Montes. Portugal), Trega (A Guarda), Penalba (Campo Lameiro) y Troña
(Ponteareas).
De
los petroglifos del grupo galaico de arte rupestre, probablemente las dos representaciones
de serpientes más importantes son la del castro de Penalba
y la serpiente del castro de Troña.
La Pedra da Serpe del
castro de Penalba
El
castro de Penalba se encuentra en el monte Agüeiros, en la parroquia de San
Miguel de Campo del Concello de Campo Lameiro. Se trata de un pequeño poblado datado en el período del Bronce
Final (1200-600 a.C) y que fue destruido por un incendio generalizado. Ya en la
Edad del Hierro fue reconstruido y se le añadió una muralla de protección,
siendo habitado durante un breve período de tiempo y después abandonado, por
motivos desconocidos, quizás a finales del siglo V a.C.
El petroglifo de la Pedra da Serpe está situado en la parte superior del castro, lugar habitualmente destinado a fines rituales y ceremoniales.
Los petroglifos están grabados con surcos anchos y profundos sobre una roca granítica de forma triangular de unos 3 m de base y una altura ligeramente inferior a los 2 m. La roca tiene una orientación SO-NE y la zona en la que se encuentran los grabados está orientada al SE. La superficie de esta cara es casi vertical y posiblemente fuera aplanada para prepararla y acondicionarla antes de proceder al labrado de las figuras.
Los motivos representados son dos serpientes en el momento del apareamiento, situadas en paralelo y dispuestas en forma de “Z”, lo que les da la apariencia de estar reptando. Junto a ellas hay dos cavidades que guardan una evidente semejanza con lo que podrían ser los huevos puestos por la hembra. Si fuera así, esta asociación entre serpiente y huevos sería única entre los petroglifos gallegos.
La serpiente del castro
de Troña
En la carretera de Ponteareas a
Mondariz se encuentra el castro de Troña, cuya periodo de ocupación va desde el siglo VI a.C. hasta el siglo II d.C.
En
el castro de Troña destaca el petroglifo que representa la figura de una
serpiente en posición heráldica, grabada en una roca con forma de altar para
sacrificios y orientada hacia el E. En la parte superior de la roca se labró un
canal por el cual correría la sangre de las víctimas, que caería sobre la parte
vertical y lisa de la roca en la que se halla la inscultura de la citada
serpiente. Al igual que sucede con la Pedra da Serpe del castro de Penalba,
este altar se encuentra en la acrópolis del castro, destinada a fines rituales y
ceremoniales.
Además de la imagen de la serpiente, también se
localizaron otras insculturas grabadas en una roca que sirve de base a una
construcción castreña y en la que se aprecian figuras ovales y líneas rectas.
La serpiente en la
mitología europea
La serpiente ha sido un símbolo utilizado con
frecuencia por diversas culturas de la antigüedad. Para
algunas mitologías mediterráneas la serpiente era un ser del inframundo
subterráneo que poseía una carácter ambivalente, ya que por una parte simbolizaba
la muerte y el mal, debido a su veneno, pero también podía ser considerado como
un animal benéfico relacionado con la salud, la medicina y la regeneración.
Sacerdotisa de las serpientes.Cnossos.
(estudiart.wordpress.com)
En
las mitologías solares indoeuropeas la serpiente aparece como un animal
sagrado relacionado con el conocimiento oculto. En los cultos mitraicos la
serpiente era también un símbolo de inmortalidad, ya que surge de debajo de
la tierra y muda la piel cada primavera, por lo que se vinculaba con la
regeneración, la curación, el rejuvenecimiento y también con la resucitación y
la vida eterna.
Aion mitráico. Mérida.
Si bien varios
autores (Nilsson, Blázquez y García
Bellido) consideran a la serpiente como un símbolo de carácter funerario,
podemos concluir que en diversas culturas su representación está vinculada con la inmortalidad y por eso aparece en los ritos funerarios, puesto que se trata de un
símbolo de renovación.
En
la mitología celta la serpiente simbolizaba el conocimiento oculto y el ciclo eterno
de la vida y la muerte (Jean Markale).
El dios Cernunnos, señor de las bestias, se representaba con
cuernos de ciervo, un torque en el cuello y otro en una mano, y una serpiente en la
otra. En ocasiones Cernunnos aparece asociado a la serpiente criófora de
cuernos de carnero, emblema de fertilidad y regeneración ctónica. Cernunnos era una divinidad del interior de la tierra vinculada a la función de
producción-reproducción de los ciclos anuales y se caracterizaba por la
fuerza, la virilidad y la fertilidad. Cernunnos
fue despedazado y cocido pero después resucitó, por lo que también simboliza
la regeneración.
Caldero de Gundestrup (Wikipedia.org)
Otra
conocida representación de la serpiente la encontramos en el denominado bastón de
Esculapio, símbolo de la medicina. El griego Asclepio fue un médico
notable y respetado que vivió en Tesalia y que después de su muerte comenzó a
ser venerado como dios. Los romanos lo conocían como Esculapio y también
aparece en la mitología fenicia, donde recibe el nombre de Sadrafa o Eshmún.
El
símbolo del bastón de Esculapio surge en el siglo IX a.C. y en él se muestra a una serpiente que está enroscada en una vara. Según la leyenda Esculapio
estaba en casa de Glauco, quien se hallaba al borde de la muerte, cuando de repente apareció una serpiente y
Esculapio la mató con su bastón. Entonces entró en los aposentos
una segunda serpiente llevando en la boca unas hierbas que dió a comer al
reptil que yacía muerto, el cual revivió de inmediato. Esculapio, que contempló
la escena, tomó del suelo parte de las hierbas y se las administró a Glauco y éste sanó.
La
serpiente también es un tema recurrente en los mitos griegos. En un supuesto mito pelasgo se
describe la creación del mundo por parte de Eurínome
y la serpiente Ofión:
“ Al principio,
Eurínome, la diosa de Todas las Cosas, emergió desnuda del Caos y no encontró
nada sólido donde posar sus pies: separó entonces el mar del cielo e inició sola
una danza sobre las olas. Siempre danzando, se dirigió hacia el sur, y el
viento que se arremolinaba a su espalda le pareció algo nuevo y distinto; pensó
por ello comenzar con él la obra de la creación. Se volvió de improviso, agarró
el Viento del Norte y lo restregó entre sus manos; y he aquí que apareció la
gran serpiente Ofión.....que llena de deseo, enroscó con sus espirales los
miembros de la Diosa y se acopló a ella. Ahora bien, el Viento del Norte
llamado Borea, es un viento fecundador...........y así quedó encinta Eurínome.
Inmediatamente,
volando sobre el mar, tomó ella la forma de una paloma y, a su debido tiempo,
puso el Huevo Cósmico. Por orden de la diosa, Ofión se enroscó siete veces en
torno al huevo, hasta que se partió y emergió todo lo que existe, hijos de
Eurínome: el sol, la luna, los planetas, las estrellas, la Tierra con sus
montes, ríos, árboles y las criaturas vivas.
Eurínome y Ofión se
establecieron en el monte Olimpo, pero pronto Ofión irritó a la diosa
vanagloriándose de haber creado el Universo. Eurínome le dio entonces una
patada en la boca y le rompió los dientes, enviándolo a las oscuras cavernas
subterráneas...”
Otra narración de la mitología griega cuenta como Zeus decidió que
Delfos fuera el centro del mundo y por ese motivo situó entre sus murallas una roca
blanca labrada denominada ómphalos
(ombligo). Delfos estaba custodiado por Pyton,
una gigantesca serpiente hija de la Tierra y que poseía el don de la
adivinación. Apolo peleó con la serpiente y tras matarla preparó un brebaje
con su veneno y al beberlo adquirió su capacidad profética, motivo por el cual
multitud de peregrinos se dirigían al templo de Apolo en Delfos para consultar
a los dioses cuál sería su destino.
Los romanos
recogieron en sus mitos la tradición de la serpiente vinculándola a diosas como Diana, Proserpina o Juno, diosa
de la fecundidad femenina y la maternidad. Según
una creencia romana, cuando se introducía un difunto en el sepulcro su médula
espinal se convertía en serpiente. Así lo cuentan Ovidio, Plinio y Claudio
Eliano: “Hominis mortui spinam meduliam
putrescentem in serpentem convertere ajunt, exorique feram, et serpere animal
immanissimum ex mansuetissimo: er bonorumquidem proborumque reliquias quiescere
et quietum pro praemio habere; quemadmodum etiam animae ipso bona, quae a
sapientibus celebrantur: malorum verohominum spinas post e vita excessum talia
monstra parere. At id aut est totum”.
Una
costumbre romana era la celebración de la festividad de la Parentalia en honor
de los difuntos. Todos los años, del 13 al 21 de febrero, se visitaban las
tumbas de los parientes fallecidos para honrarlos y a la vez comprobar el
estado de las sepulturas. Durante esos días se suspendía la celebración de
matrimonios y se cerraban los templos. Este sagrado deber de rendir culto a los
antepasados recaía en el pater familias
y consistía en ofrecer al difunto libaciones de agua, miel, vino, aceite y la
sangre de animales de pelo negro. También se ofrendaban semillas, harina y se
decoraban las tumbas con violetas. Por último se realizaba un banquete en las
inmediaciones de la tumba y se le pedía fortuna y salud al difunto. Ovidio dice
que por no haberse cumplido esta obligación durante un período, los muertos
salieron de sus tumbas hasta que se les tributaron las honras fúnebres debidas.
En
el libro V de la Eneida, Virgilio
describe la realización de la Parentalia por parte de Eneas, y la aparición de
una serpiente durante el rito:
“Encamínase luego
Eneas acompañado de innumerable muchedumbre, al sepulcro de su padre, donde,
según el rito de las libaciones, derrama en tierra gota a gota dos copas llenas
de vino, dos de leche recién ordeñada y dos de sagrada sangre; esparce por
encima purpúreas flores y exclama así: “Salve, ¡Oh santo padre mío! Salve otra
vez, ¡Oh cenizas que en vano he recobrado! Y ¡Oh alma y manes paternos! No
plugo a los dioses que contigo buscase los ítalos confines, campos adonde me
llaman los hados, y el ausonio Tiber, sea cual fuere”. No bien había
pronunciado estas palabras, cuando salió del fondo del sepulcro una grande y
lustrosa culebra, arrastrándose enroscada en siete vueltas, la cual rodeó
mansamente el túmulo y se deslizó por entre los altares; cerúleas manchas matizaban
su escamosa piel, salpicada de refulgente oro, cual destella en las nubes el
arco iris mil varios colores, herido de los contrapuestos rayos del sol.
Pasmóse al verla Eneas; ella, desarrollando el largo cuerpo, va serpeando por
entre las tazas y las ligeras copas, prueba de los manjares, y sin hacer daño a
nadie vuelve a meterse en el fondo del sepulcro, dejando los altares y sus
catadas ofrendas, con lo que, inflamado de mayor devoción, prosigue Eneas las
comenzadas honras, dudando si acababa de ver al genio de aquel sitio o al
espíritu familiar de su padre. Inmola, según usanza, dos ovejas, otras tantas
cerdas e igual número de negros novillos, derramando al mismo tiempo vino de
las copas, evocando el alma del gran Anquises y a sus manes libres del lago
Aqueronte. Lo propio todos sus compañeros, cada cual según le es dado, traen
alegres dones, cargan con ellos los altares e inmolan becerros. Otros colocan
en orden las ollas a la lumbre, y tendidos por la yerba, atizan las ascuas bajo
los asadores y tuestan las entrañas de las víctimas".
La serpiente en la mitología semítica
Las referencias a la serpiente en la mitología fenicia son muy numerosas. Una
de las más importantes diosas fenicias era Astarté,
asimilación de Ishtar, diosa babilónica de la fecundidad, la sexualidad, la
vida y la guerra a la que se suele representar de pie sobre un león, con serpientes en la mano o rodeando su cintura o portando un bastón con serpientes
entrelazadas.
Astarté era la diosa de la madre tierra, del amor, la fertilidad,
protectora de animales y de los marinos. Posteriormente pasó a ser también
diosa de la guerra, por lo que se le ofrecían sanguinarios sacrificios de
víctimas.
El
culto a Astarté llegó a la Península Ibérica de mano de los fenicios de Tiro,
quienes fundaron Gadir en 1100 a.C y extendieron su culto por las costas
peninsulares, llegando a tener gran difusión al tratarse de una prolongación de
la tradición de las antiguas diosas neolíticas.
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Rutas fenicias. |
Los
fenicios de Gadir fundaron la colonia de la isla de Bes (Ibiza) en el siglo
VIII a.C, en la que se instalaron colonos procedentes de Cartago. En el siglo
III a.C. comenzaron a acuñar monedas de patrón púnico en las que aparece
representado el dios Bes, de frente
con una maza y una serpiente. Bes era un dios egipcio cuya imagen era
considerada como un amuleto y que estaba asociado a los niños y a las
embarazadas, a las que asistía en el parto.
La serpiente y los
huevos en la mitología
Resulta muy atractiva la posibilidad de que los dos motivos que aparecen junto a la serpiente del Castro de Penalba sean la imagen de dos huevos, lo cual no sería extraño ya que a menudo ambas figuras aparecen representadas juntas. En
las diversas imágenes que existen de esta dualidad, la serpiente nunca aparece
comiendo o destruyendo los huevos sino a su lado como complemento.
El huevo
simboliza el principio de la vida, el nacimiento,
mientras que la serpiente representa la inmortalidad. La
serpiente y los huevos son los atributos de Sirona,
diosa celta de las sanaciones, compañera del dios Belenos y especialmente
vinculada a los manantiales curativos. En el arte romano también podemos
encontrar la representación conjunta de
la serpiente y el huevo, como por ejemplo en diversas pinturas de Pompeya.
Lararios de Pompeya (Wikipedia.org)
En
la mitología fenicia aparece la criatura
del Agua y la Tierra, una serpiente dragón alada de dos cabezas, una de
toro y otra de león, llamada Cronos Olam.
Según Filón de Biblos, Cronos es el más antiguo de los dioses fenicios. Olam es
descrito como el sintiempo, el eterno o el tiempo que no envejece (Damascius). Es por lo tanto la divinidad
que permanece por encima de todo cambio temporal. No estamos hablando de un
tiempo abstracto sino vinculado a la existencia humana y opuesto a la
brevedad de ésta. Así, el sintiempo
se refiere al paso de las generaciones, desde un tiempo lejano y hacia un
tiempo lejano, desde siempre y para siempre.
En
un texto fenicio de Hieronimo y Hellanikos (700-800 a.C) se narra como Olam
puso tres huevos de los que nacieron tres hijos: uno era macho, otro era hembra
y el tercero era un ser incorpóreo. También
existen referencias posteriores a Olam Cronos, como la de Moscho (500 a.C),
filósofo fenicio natural de Sidón al que algunos autores atribuyen la
invención del concepto de átomo. Moscho se refiere a una fuente fenicia del
IX-VIII a.C, en la que la serpiente Olam Cronos es descrita como el que se hace el amor a si mismo. Igual
que en la anterior narración, también pone huevos que se rompen en dos mitades:
una mitad representa el cielo y la otra la tierra.
Las referencias a las serpientes en el poema Ora Marítima
Ora Marítima es un poema escrito por Rufo Festo Avieno en
el siglo IV d.C. basándose en los textos de varios autores de los siglos VI a
IV a.C (Hecateo de Mileto, Helánico de Lesbos, Fileo de Atenas, Escílax de
Carianda, Pausímaco de Samos, Damasto de Sige, Bacoris de Rodas, Euctemón de
Atenas, Cleón de Sicilia, Herodoto y Tucídides). Se trata de la descripción más
antigua de la costa atlántica europea y en ella aparece un conocido pasaje en
el que se relata como una plaga de serpientes invadió la Península Ibérica,
motivo por el cual dejó de llamarse Oestrymnis
y pasó a ser conocida como Ophiussa,
o tierra de serpientes:
“Ophiusa
se proyecta tanto hacia delante con sus costas como se dice que la isla de
Pélope se alarga en el territorio griego. Al principio se la denominó Oestrimnis, y los
habitantes de estos lugares y campos eran los Oestrímnios; posteriormente una
plaga de serpientes puso en fuga a sus habitantes y logró que esta tierra
quedara despojada hasta de su propio nombre.……… El Ario (¿Cabo Silleiro?) se
yergue luego imponente, destacándose hacia el desapacible septentrión; por otro
lado, desde aquí hasta las Columnas del poderoso Hércules hay una travesía para
las naves de cinco días”.
En otro pasaje del Ora Marítima existe una referencia a un pueblo de los sefes: “Los
cempsis y los sefes ocupan las abruptas colinas del territorio de Ophiusa.
Cerca de ellos se establecieron el rápido luso y la prole de los draganos, en
dirección hacia el septentrión de abundantes nieves. Pero la isla Petania está
dirigida hacia Sefumo, y en ella un puerto extenso se esconde. A continuación
los pueblos cinetas son colindantes de los cempsos. Después, el cabo Cinético,
por donde se produce la caída de la luz sideral, irguiéndose altivo como último
bastión de la rica Europa, cuando ésta se precipita en las olas del Oceáno
poblado de monstruos”
Sobre quienes podían ser estos saefes o serpens existen varias hipótesis, algunas de ellas muy especulativa como la de Schulten y Bosch Gimpera, según la cual se trataría de los "sefes", un pueblo que habitaba en las riberas del Rhin de donde fue desplazado por la presión de los pueblos germanos. Según estos autores los sefes llegaron a la Meseta alrededor del 650 a.C, para posteriormente seguir hasta el valle del Coa, N de la Serra da Estrela, costa N de Portugal y S de la de Galicia. Los romanos dieron a esta tribu el nombre de sefes, de la raíz indoeuropea "saeph", ya que en sus escudos lucían la efigie de este reptil.
Otros autores, como Bermejo
Barrera, plantean que el término sefes se refiere a los fenicios que vivían en la colonia de Setúbal, cercana al estuario del río Sado. La hipótesis fenicia plantea que
la etimología de sefes estaría
relacionada con topónimos como Sefar
o Baal Sefón. Pero esta hipótesis
también tiene sus puntos flacos, ya que si cempsis y sefes eran vecinos ambos
pueblos deberían estar relacionados. Sin embargo la raíz cemp- es indoeuropea y no semítica.
En
el Ora Marítima se describe el comercio tartésico con las Casitérides, que pese
a lo ambiguo de la descripción podemos situar en las rías gallegas, donde
abundaba el estaño. A estos momentos del Hierro Inicial corresponden los
depósitos de hachas de talón de bronce y aleación ternaria hallados en las Rías
Baixas, como los del castro de Punta do Muiño do Vento (Vigo).
La
influencia púnica fue fundamental en el desarrollo tecnológico, artístico y
mitológico de las comunidades del S de Galicia. Los restos arqueológicos nos
permiten conocer la importancia de las relaciones comerciales y culturales
existentes entre Galicia y el ámbito cultural fenicio desde la segunda mitad
del siglo VI a.C en adelante. Se han hallado restos de origen mediterráneo en
todos los castros litorales del NO que han sido ocupados entre el 450 y el 50
a.C, siendo más abundantes en la zona comprendida entre Oporto y las Rias
Baixas.
![]() |
Betilos púnicos. Siglos V-IV a.C. Isla de Toralla (Vigo). |
Hasta
el siglo V a.C. la llegada de navegantes
mediterráneos fue esporádica, pero a partir de esa fecha se produjo un aumento
exponencial de contactos con los centros comerciales fenicios de la zona del
Estrecho de Gibraltar. En esta fase púnica (450-150 a.C.), el intercambio de
mercancías se concentraba en la costa en lugares denominados emporion, como el de
Punta Muiño e Isla de Toralla (Vigo). Los restos de procedencia fenicia
correspondientes a esta época se hallaron en los castros litorales y prácticamente
no existen en los situados a pocas decenas de kilómetros de la costa.
Ungüentario de vidrio procedente del Mediterráneo Oriental. Siglos III-II a.C. Castro de Chandebrito (Vigo). |
La citania de Santa Trega fue un importantísimo
emporion que importó una enorme cantidad de material procedente del Mediterráneo y también del Atlántico. Desde
Santa Trega los materiales mediterráneos se distribuían por la zona y a otros
castros como el de Troña, situado a 50 km, y en el que se han encontrado
ánforas, cerámicas comunes y kalathoi. Tanto el castro de Penalba como el de Troña se encuentran en esta área de influencia, por lo que es más que probable que estas comunidades gallegas entraran en contacto con las creencias y mitos fenicios.
Conclusiones
Como ya hemos visto la serpiente es un motivo simbólico que aparece
en las mitologías de diferentes pueblos que han pasado por Galicia, lo que
dificulta la interpretación de estas representaciones. Además, la iconografía es un fenómeno
autóctono de cada comunidad, por lo que una misma idea o influencia puede ser
transformada aplicando elementos propios de la cultura indígena, lo que supone
que el modelo original experimente diversas modificaciones y evoluciones.
Es muy probable que en Galicia existiera un
culto ofiolátrico muy anterior
a la llegada de las influencia indoeuropeas y semíticas, lo que vendría avalado por la presencia de representaciones de serpientes en petroglifos, joyas y estelas.
![]() |
Lapa de Gargantans. |
La serpiente es uno de los diseños que con mayor frecuencia aparece representado en los megalitos galaicos y casi siempre posee un desarrollo vertical. En el concello de Moraña, a tan sólo a unos 6 Km del castro de Penalba, se encuenta el menhir conocido como Lapa de Gargantáns, en el que aparecen grabadas dos líneas serpentiformes junto a varias cazoletas o coviñaas, motivos todos ellos muy parecidos a los de la Pedra da Serpe.
Bibliografía:
Florentino López Cuevillas y Fermín Bouza
Brey. Os oestrimnios, os saefes e a ofiolatría en Galicia.
Luis Pericot. Excavaciones en la
citania de Troña.
José Manuel Hidalgo Couñago. Excavaciones arqueológicas en el Castro de Troña. Campañas 1984-1986.
José Carlos Bermejo Barrera. Mitología y mitos de la Hispania prerromana.
Publio Ovidio Nasón. Fastos.
Publio Virgilio Marón. La Eneida.
Robert Graves. Los mitos griegos.
Las fotografías de este
artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.
Nota: Los dibujos
de petroglifos que aparecen en este artículo han sido realizados mediante una
aplicación informática para la edición y retoque fotográfico.
Fascinante a información do blog.
ResponderEliminarMuy interesante la información. Gracias.
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