sábado, 5 de octubre de 2013

Representaciones de serpientes en castros del suroeste de Galicia (Penalba y Troña).

La serpiente es un animal que aparece con asiduidad en la tradición gallega, tanto en la mitología gallega referida a las fadasmouras que toman la apariencia de serpientes, como en las antiguas creencias populares que refieren la presencia de la serpiente vinculada a santos o a difuntos.

La serpiente también es muy frecuente en la  toponimia de Galicia: Pozo da Serpe y Furna da Serpe (Vigo); Cabo da Serpe (Redondela); Rabuserpe (Moaña); Serpe (Poio); A Serpente (O Grove); Cabo da Serpe y Cavadas da Serpe (A Lama); Cova da Serpe (Ferrol); Sobre a Serpe (Cedeira); Cova da Serpe (A Laracha); Pena da Serpe (Moeche); A Serpe y Fonte da Serpe (As Somozas); A Serpente (Touro); Camiño da Serpe (Paderne); Cruceiro da Pedra da Serpe (Ponteceso); Serra da Cova da Serpe (entre las provincias de A Coruña y Lugo); Cova das Serpes y Rego das Serpes (Barreiros); Cal da Serpe (Viveiro); A Furada da Serpe y Montes da Serpe (Foz); A Serpentiña (Pantón); Val da Serpe (Manzaneda).

En lo que se refiere los petroglifos gallegos, podemos encontrar representaciones de serpientes en diversos castros galaico-portugueses como el de Baldoeiro (Trâs os Montes. Portugal), Trega (A Guarda), Penalba (Campo Lameiro) y Troña (Ponteareas).

De los petroglifos del grupo galaico de arte rupestre, probablemente las dos representaciones de serpientes más importantes son la del castro de Penalba y la serpiente del castro de Troña.


La Pedra da Serpe del castro de Penalba

El castro de Penalba se encuentra en el monte Agüeiros, en la parroquia de San Miguel de Campo del Concello de Campo Lameiro. Se trata de un pequeño poblado datado en el período del Bronce Final (1200-600 a.C) y que fue destruido por un incendio generalizado. Ya en la Edad del Hierro fue reconstruido y se le añadió una muralla de protección, siendo habitado durante un breve período de tiempo y después abandonado, por motivos desconocidos, quizás a finales del siglo V a.C.
El petroglifo de la Pedra da Serpe está situado en la parte superior del castro, lugar habitualmente destinado a fines rituales y ceremoniales.
Los petroglifos están grabados con surcos anchos y profundos sobre una roca granítica de forma triangular de unos 3 m de base y una altura ligeramente inferior a los 2 m. La roca tiene una orientación SO-NE y la zona en la que se encuentran los grabados está orientada al SE. La superficie de esta cara es casi vertical y posiblemente fuera aplanada para prepararla y acondicionarla antes de proceder al labrado de las figuras.
Los motivos representados son dos serpientes en el momento del apareamiento, situadas en paralelo y dispuestas en forma de “Z”, lo que les da la apariencia de estar reptando. Junto a ellas hay dos cavidades que guardan una evidente semejanza con lo que podrían ser los huevos puestos por la hembra. Si fuera así, esta asociación entre serpiente y huevos sería única entre los petroglifos gallegos.


La serpiente del castro de Troña

En la carretera de Ponteareas a Mondariz se encuentra el castro de Troña, cuya periodo de ocupación va desde el siglo VI a.C. hasta el siglo II d.C. 
En el castro de Troña destaca el petroglifo que representa la figura de una serpiente en posición heráldica, grabada en una roca con forma de altar para sacrificios y orientada hacia el E. En la parte superior de la roca se labró un canal por el cual correría la sangre de las víctimas, que caería sobre la parte vertical y lisa de la roca en la que se halla la inscultura de la citada serpiente. Al igual que sucede con la Pedra da Serpe del castro de Penalba, este altar se encuentra en la acrópolis del castro, destinada a fines rituales y ceremoniales.
Además de la imagen de la serpiente, también se localizaron otras insculturas grabadas en una roca que sirve de base a una construcción castreña y en la que se aprecian figuras ovales y líneas rectas.


La serpiente en la mitología europea

La serpiente ha sido un símbolo utilizado con frecuencia por diversas culturas de la antigüedad. Para algunas mitologías mediterráneas la serpiente era un ser del inframundo subterráneo que poseía una carácter ambivalente, ya que por una parte simbolizaba la muerte y el mal, debido a su veneno, pero también podía ser considerado como un animal benéfico relacionado con la salud, la medicina y la regeneración.
Sacerdotisa de las serpientes.Cnossos.
(estudiart.wordpress.com)
En las mitologías solares indoeuropeas la serpiente aparece como un animal sagrado relacionado con el conocimiento oculto. En los cultos mitraicos la serpiente era también un símbolo de inmortalidad, ya que surge de debajo de la tierra y muda la piel cada primavera, por lo que se vinculaba con la regeneración, la curación, el rejuvenecimiento y también con la resucitación y la vida eterna.
Aion mitráico. Mérida.
Si bien varios autores (Nilsson, Blázquez y García Bellido) consideran a la serpiente como un símbolo de carácter funerario, podemos concluir que en diversas culturas su representación está vinculada con la inmortalidad y por eso aparece en los ritos funerarios, puesto que se trata de un símbolo de renovación.

En la mitología celta la serpiente simbolizaba el conocimiento oculto y el ciclo eterno de la vida y la muerte (Jean Markale). El dios Cernunnosseñor de las bestias, se representaba con cuernos de ciervo, un torque en el cuello y otro en una mano, y una serpiente en la otra. En ocasiones Cernunnos aparece asociado a la serpiente criófora de cuernos de carnero, emblema de fertilidad y regeneración ctónica. Cernunnos era una divinidad del interior de la tierra vinculada a la función de producción-reproducción de los ciclos anuales y se caracterizaba por la fuerza, la virilidad y la fertilidad. Cernunnos fue despedazado y cocido pero después resucitó, por lo que también simboliza la regeneración.
Caldero de Gundestrup (Wikipedia.org)
Otra conocida representación de la serpiente la encontramos en el denominado bastón de  Esculapio, símbolo de la medicina. El griego Asclepio fue un médico notable y respetado que vivió en Tesalia y que después de su muerte comenzó a ser venerado como dios. Los romanos lo conocían como Esculapio y también aparece en la mitología fenicia, donde recibe el nombre de Sadrafa o Eshmún
Exvoto dedicado a Asclepio (Braga).
El símbolo del bastón de Esculapio surge en el siglo IX a.C. y en él se muestra a una serpiente que está enroscada en una vara. Según la leyenda Esculapio estaba en casa de Glauco, quien se hallaba al borde de la muerte, cuando de repente apareció una serpiente y Esculapio la mató con su bastón. Entonces entró en los aposentos una segunda serpiente llevando en la boca unas hierbas que dió a comer al reptil que yacía muerto, el cual revivió de inmediato. Esculapio, que contempló la escena, tomó del suelo parte de las hierbas y se las administró a Glauco y éste sanó.
 Esculapio
 (Wikimedia.org)
La serpiente también es un tema recurrente en los mitos griegos. En un supuesto mito pelasgo se describe la creación del mundo por parte de Eurínome y la serpiente Ofión:

“ Al principio, Eurínome, la diosa de Todas las Cosas, emergió desnuda del Caos y no encontró nada sólido donde posar sus pies: separó entonces el mar del cielo e inició sola una danza sobre las olas. Siempre danzando, se dirigió hacia el sur, y el viento que se arremolinaba a su espalda le pareció algo nuevo y distinto; pensó por ello comenzar con él la obra de la creación. Se volvió de improviso, agarró el Viento del Norte y lo restregó entre sus manos; y he aquí que apareció la gran serpiente Ofión.....que llena de deseo, enroscó con sus espirales los miembros de la Diosa y se acopló a ella. Ahora bien, el Viento del Norte llamado Borea, es un viento fecundador...........y así quedó encinta Eurínome.

Inmediatamente, volando sobre el mar, tomó ella la forma de una paloma y, a su debido tiempo, puso el Huevo Cósmico. Por orden de la diosa, Ofión se enroscó siete veces en torno al huevo, hasta que se partió y emergió todo lo que existe, hijos de Eurínome: el sol, la luna, los planetas, las estrellas, la Tierra con sus montes, ríos, árboles y las criaturas vivas.
Eurínome y Ofión se establecieron en el monte Olimpo, pero pronto Ofión irritó a la diosa vanagloriándose de haber creado el Universo. Eurínome le dio entonces una patada en la boca y le rompió los dientes, enviándolo a las oscuras cavernas subterráneas...” 

Otra narración de la mitología griega cuenta como Zeus decidió que Delfos fuera el centro del mundo y por ese motivo situó entre sus murallas una roca blanca labrada denominada ómphalos (ombligo). Delfos estaba custodiado por Pyton, una gigantesca serpiente hija de la Tierra y que poseía el don de la adivinación. Apolo peleó con la serpiente y tras matarla preparó un brebaje con su veneno y al beberlo adquirió su capacidad profética, motivo por el cual multitud de peregrinos se dirigían al templo de Apolo en Delfos para consultar a los dioses cuál sería su destino.

Los romanos recogieron en sus mitos la tradición de la serpiente vinculándola a diosas como Diana, Proserpina o Juno, diosa de la fecundidad femenina y la maternidad. Según una creencia romana, cuando se introducía un difunto en el sepulcro su médula espinal se convertía en serpiente. Así lo cuentan Ovidio, Plinio y Claudio Eliano: “Hominis mortui spinam meduliam putrescentem in serpentem convertere ajunt, exorique feram, et serpere animal immanissimum ex mansuetissimo: er bonorumquidem proborumque reliquias quiescere et quietum pro praemio habere; quemadmodum etiam animae ipso bona, quae a sapientibus celebrantur: malorum verohominum spinas post e vita excessum talia monstra parere. At id aut est totum”.

Una costumbre romana era la celebración de la festividad de la Parentalia en honor de los difuntos. Todos los años, del 13 al 21 de febrero, se visitaban las tumbas de los parientes fallecidos para honrarlos y a la vez comprobar el estado de las sepulturas. Durante esos días se suspendía la celebración de matrimonios y se cerraban los templos. Este sagrado deber de rendir culto a los antepasados recaía en el pater familias y consistía en ofrecer al difunto libaciones de agua, miel, vino, aceite y la sangre de animales de pelo negro. También se ofrendaban semillas, harina y se decoraban las tumbas con violetas. Por último se realizaba un banquete en las inmediaciones de la tumba y se le pedía fortuna y salud al difunto. Ovidio dice que por no haberse cumplido esta obligación durante un período, los muertos salieron de sus tumbas hasta que se les tributaron las honras fúnebres debidas.

En el libro V de la Eneida, Virgilio describe la realización de la Parentalia por parte de Eneas, y la aparición de una serpiente durante el rito:

“Encamínase luego Eneas acompañado de innumerable muchedumbre, al sepulcro de su padre, donde, según el rito de las libaciones, derrama en tierra gota a gota dos copas llenas de vino, dos de leche recién ordeñada y dos de sagrada sangre; esparce por encima purpúreas flores y exclama así: “Salve, ¡Oh santo padre mío! Salve otra vez, ¡Oh cenizas que en vano he recobrado! Y ¡Oh alma y manes paternos! No plugo a los dioses que contigo buscase los ítalos confines, campos adonde me llaman los hados, y el ausonio Tiber, sea cual fuere”. No bien había pronunciado estas palabras, cuando salió del fondo del sepulcro una grande y lustrosa culebra, arrastrándose enroscada en siete vueltas, la cual rodeó mansamente el túmulo y se deslizó por entre los altares; cerúleas manchas matizaban su escamosa piel, salpicada de refulgente oro, cual destella en las nubes el arco iris mil varios colores, herido de los contrapuestos rayos del sol. Pasmóse al verla Eneas; ella, desarrollando el largo cuerpo, va serpeando por entre las tazas y las ligeras copas, prueba de los manjares, y sin hacer daño a nadie vuelve a meterse en el fondo del sepulcro, dejando los altares y sus catadas ofrendas, con lo que, inflamado de mayor devoción, prosigue Eneas las comenzadas honras, dudando si acababa de ver al genio de aquel sitio o al espíritu familiar de su padre. Inmola, según usanza, dos ovejas, otras tantas cerdas e igual número de negros novillos, derramando al mismo tiempo vino de las copas, evocando el alma del gran Anquises y a sus manes libres del lago Aqueronte. Lo propio todos sus compañeros, cada cual según le es dado, traen alegres dones, cargan con ellos los altares e inmolan becerros. Otros colocan en orden las ollas a la lumbre, y tendidos por la yerba, atizan las ascuas bajo los asadores y tuestan las entrañas de las víctimas".


La serpiente en la mitología semítica

Las referencias a la serpiente en la mitología fenicia son muy numerosas. Una de las más importantes diosas fenicias era Astarté, asimilación de Ishtar, diosa babilónica de la fecundidad, la sexualidad, la vida y la guerra a la que se suele representar de pie sobre un león, con serpientes en la mano o rodeando su cintura o portando un bastón con serpientes entrelazadas. 

Astarté era la diosa de la madre tierra, del amor, la fertilidad, protectora de animales y de los marinos. Posteriormente pasó a ser también diosa de la guerra, por lo que se le ofrecían sanguinarios sacrificios de víctimas.
Diosa Astarté.S VIII-VI a.C. (Museo de Toledo)
El culto a Astarté llegó a la Península Ibérica de mano de los fenicios de Tiro, quienes fundaron Gadir en 1100 a.C y extendieron su culto por las costas peninsulares, llegando a tener gran difusión al tratarse de una prolongación de la tradición de las antiguas diosas neolíticas.
Rutas fenicias.
Los fenicios de Gadir fundaron la colonia de la isla de Bes (Ibiza) en el siglo VIII a.C, en la que se instalaron colonos procedentes de Cartago. En el siglo III a.C. comenzaron a acuñar monedas de patrón púnico en las que aparece representado el dios Bes, de frente con una maza y una serpiente. Bes era un dios egipcio cuya imagen era considerada como un amuleto y que estaba asociado a los niños y a las embarazadas, a las que asistía en el parto.


La serpiente y los huevos en la mitología

Resulta muy atractiva la posibilidad de que los dos motivos que aparecen junto a la serpiente del Castro de Penalba sean la imagen de dos huevos, lo cual no sería extraño ya que a menudo ambas figuras aparecen representadas juntas. En las diversas imágenes que existen de esta dualidad, la serpiente nunca aparece comiendo o destruyendo los huevos sino a su lado como complemento. 

El huevo simboliza el principio de la vida, el nacimiento, mientras que la serpiente representa la inmortalidad. La serpiente y los huevos son los atributos de Sirona, diosa celta de las sanaciones, compañera del dios Belenos y especialmente vinculada a los manantiales curativos. En el arte romano también podemos encontrar la representación conjunta de la serpiente y el huevo, como por ejemplo en diversas pinturas de Pompeya.

 Lararios de Pompeya (Wikipedia.org)
En la mitología fenicia aparece la criatura del Agua y la Tierra, una serpiente dragón alada de dos cabezas, una de toro y otra de león, llamada Cronos Olam. Según Filón de Biblos, Cronos es el más antiguo de los dioses fenicios. Olam es descrito como el sintiempo, el eterno o el tiempo que no envejece (Damascius). Es por lo tanto la divinidad que permanece por encima de todo cambio temporal. No estamos hablando de un tiempo abstracto sino vinculado a la existencia humana y opuesto a la brevedad de ésta. Así, el sintiempo se refiere al paso de las generaciones, desde un tiempo lejano y hacia un tiempo lejano, desde siempre y para siempre.

En un texto fenicio de Hieronimo y Hellanikos (700-800 a.C) se narra como Olam puso tres huevos de los que nacieron tres hijos: uno era macho, otro era hembra y el tercero era un ser incorpóreo. También existen referencias posteriores a Olam Cronos, como la de Moscho (500 a.C), filósofo fenicio natural de Sidón al que algunos autores atribuyen la invención del concepto de átomo. Moscho se refiere a una fuente fenicia del IX-VIII a.C, en la que la serpiente Olam Cronos es descrita como el que se hace el amor a si mismo. Igual que en la anterior narración, también pone huevos que se rompen en dos mitades: una mitad representa el cielo y la otra la tierra.


Las referencias a las serpientes en el poema Ora Marítima

Ora Marítima es un poema escrito por Rufo Festo Avieno en el siglo IV d.C. basándose en los textos de varios autores de los siglos VI a IV a.C (Hecateo de Mileto, Helánico de Lesbos, Fileo de Atenas, Escílax de Carianda, Pausímaco de Samos, Damasto de Sige, Bacoris de Rodas, Euctemón de Atenas, Cleón de Sicilia, Herodoto y Tucídides). Se trata de la descripción más antigua de la costa atlántica europea y en ella aparece un conocido pasaje en el que se relata como una plaga de serpientes invadió la Península Ibérica, motivo por el cual dejó de llamarse Oestrymnis y pasó a ser conocida como Ophiussa, o tierra de serpientes:

“Ophiusa se proyecta tanto hacia delante con sus costas como se dice que la isla de Pélope se alarga en el territorio griego. Al principio se la denominó Oestrimnis, y los habitantes de estos lugares y campos eran los Oestrímnios; posteriormente una plaga de serpientes puso en fuga a sus habitantes y logró que esta tierra quedara despojada hasta de su propio nombre.……… El Ario (¿Cabo Silleiro?) se yergue luego imponente, destacándose hacia el desapacible septentrión; por otro lado, desde aquí hasta las Columnas del poderoso Hércules hay una travesía para las naves de cinco días”.

En otro pasaje del Ora Marítima existe una referencia a un pueblo de los sefes: “Los cempsis y los sefes ocupan las abruptas colinas del territorio de Ophiusa. Cerca de ellos se establecieron el rápido luso y la prole de los draganos, en dirección hacia el septentrión de abundantes nieves. Pero la isla Petania está dirigida hacia Sefumo, y en ella un puerto extenso se esconde. A continuación los pueblos cinetas son colindantes de los cempsos. Después, el cabo Cinético, por donde se produce la caída de la luz sideral, irguiéndose altivo como último bastión de la rica Europa, cuando ésta se precipita en las olas del Oceáno poblado de monstruos”

Sobre quienes podían ser estos saefes o serpens existen varias hipótesis, algunas de ellas muy especulativa como la de Schulten y Bosch Gimpera, según la cual se trataría de los "sefes", un pueblo que habitaba en las riberas del Rhin de donde fue desplazado por la presión de los pueblos germanos. Según estos autores los sefes llegaron a la Meseta alrededor del 650 a.C, para posteriormente seguir hasta el valle del Coa, N de la Serra da Estrela, costa N de Portugal y S de la de Galicia. Los romanos dieron a esta tribu el nombre de sefes, de la raíz indoeuropea "saeph", ya que en sus escudos lucían la efigie de este reptil.

Otros autores, como Bermejo Barrera, plantean que el término sefes se refiere a los fenicios que vivían en la colonia de Setúbal, cercana al estuario del río Sado. La hipótesis fenicia plantea que la etimología de sefes estaría relacionada con topónimos como Sefar o Baal Sefón. Pero esta hipótesis también tiene sus puntos flacos, ya que si cempsis y sefes eran vecinos ambos pueblos deberían estar relacionados. Sin embargo la raíz cemp- es indoeuropea y no semítica.

En el Ora Marítima se describe el comercio tartésico con las Casitérides, que pese a lo ambiguo de la descripción podemos situar en las rías gallegas, donde abundaba el estaño. A estos momentos del Hierro Inicial corresponden los depósitos de hachas de talón de bronce y aleación ternaria hallados en las Rías Baixas, como los del castro de Punta do Muiño do Vento (Vigo).

La influencia púnica fue fundamental en el desarrollo tecnológico, artístico y mitológico de las comunidades del S de Galicia. Los restos arqueológicos nos permiten conocer la importancia de las relaciones comerciales y culturales existentes entre Galicia y el ámbito cultural fenicio desde la segunda mitad del siglo VI a.C en adelante. Se han hallado restos de origen mediterráneo en todos los castros litorales del NO que han sido ocupados entre el 450 y el 50 a.C, siendo más abundantes en la zona comprendida entre Oporto y las Rias Baixas.
Betilos púnicos. Siglos V-IV a.C. Isla de Toralla (Vigo).
Hasta el siglo V a.C.  la llegada de navegantes mediterráneos fue esporádica, pero a partir de esa fecha se produjo un aumento exponencial de contactos con los centros comerciales fenicios de la zona del Estrecho de Gibraltar. En esta fase púnica (450-150 a.C.), el intercambio de mercancías se concentraba en la costa en lugares denominados emporion, como el de Punta Muiño e Isla de Toralla (Vigo). Los restos de procedencia fenicia correspondientes a esta época se hallaron en los castros litorales y prácticamente no existen en los situados a pocas decenas de kilómetros de la costa.
Ungüentario de vidrio procedente del Mediterráneo Oriental.
 Siglos III-II a.C. Castro de Chandebrito (Vigo).
La citania de Santa Trega fue un importantísimo emporion que importó una enorme cantidad de material procedente del Mediterráneo y también del Atlántico. Desde Santa Trega los materiales mediterráneos se distribuían por la zona y a otros castros como el de Troña, situado a 50 km, y en el que se han encontrado ánforas, cerámicas comunes y kalathoi. Tanto el castro de Penalba como el de Troña se encuentran en esta área de influencia, por lo que es más que probable que estas comunidades gallegas entraran en contacto con las creencias y mitos fenicios.


Conclusiones

Como ya hemos visto la serpiente es un motivo simbólico que aparece en las mitologías de diferentes pueblos que han pasado por Galicia, lo que dificulta la interpretación de estas representaciones. Además, la iconografía es un fenómeno autóctono de cada comunidad, por lo que una misma idea o influencia puede ser transformada aplicando elementos propios de la cultura indígena, lo que supone que el modelo original experimente diversas modificaciones y evoluciones. 

Es muy probable que en Galicia existiera un culto ofiolátrico muy anterior a la llegada de las influencia indoeuropeas y semíticas, lo que vendría avalado por la presencia de representaciones de serpientes en petroglifos, joyas y estelas. 
Lapa de Gargantans.
La serpiente es uno de los diseños que con mayor frecuencia aparece representado en los megalitos galaicos y casi siempre posee un desarrollo vertical. En el concello de Moraña, a tan sólo a unos 6 Km del castro de Penalba, se encuenta el menhir conocido como Lapa de Gargantáns, en el que aparecen grabadas dos líneas serpentiformes junto a varias cazoletas o coviñaas, motivos todos ellos muy parecidos a los de la Pedra da Serpe.


Bibliografía:

Florentino López Cuevillas y Fermín Bouza Brey. Os oestrimnios, os saefes e a ofiolatría en Galicia.

Luis Pericot. Excavaciones en la citania de Troña.

José Manuel Hidalgo Couñago. Excavaciones arqueológicas en el Castro de Troña. Campañas 1984-1986.

José Carlos Bermejo Barrera. Mitología y mitos de la Hispania prerromana.

Eusebio de Cesarea. Historia eclesiástica.

Publio Ovidio Nasón. Fastos.

Publio Virgilio Marón. La Eneida.

Robert Graves. Los mitos griegos.



Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.

Nota: Los dibujos de petroglifos que aparecen en este artículo han sido realizados mediante una aplicación informática para la edición y retoque fotográfico.


2 comentarios:

  1. Fascinante a información do blog.

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  2. Cristina De Bernardo13 de octubre de 2013, 12:14

    Muy interesante la información. Gracias.

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