El Conjunto Arqueológico de Carmona está
constituido por una serie de túmulos tartésicos, un anfiteatro y una de las
necrópolis de la antigua ciudad romana de Carmo.
Los restos arqueológicos más antiguos
son los túmulos tartésicos fechados en el siglo VII a.C. En este tipo de enterramientos
se excavaba una fosa central en el terreno y posteriormente se cubría con un
montículo o túmulo de tierra.
El anfiteatro romano es del siglo I
a.C y fue excavado parcialmente en la roca del alcor aprovechando la pendiente
natural del terreno. Posteriormente, en el siglo I d.C, se construyó en sus
inmediaciones la Vía Augusta que
comunicaba Hispalis y Gades.
En los márgenes de la Vía Augusta se situaba
la necrópolis romana, que en su día
estuvo densamente ocupada. Las tumbas más antiguas excavadas hasta el momento
se sitúan al S del anfiteatro y están datadas en el siglo II a.C. En ellas el
cadáver era enterrado flexionado y con la cabeza orientada al E.
En el siglo I a.C se construyeron
tumbas individuales y en los ritos funerarios se utilizaron urnas cinerarias de
cerámica pintadas a bandas. Más tarde, en el siglo I d.C. se pasó de las tumbas
de inhumación y cremación a la construcción de
complejos funerarios hipogeos colectivos con pozo y cámara simple. Este
fue el momento en que la necrópolis alcanzó una mayor monumentalidad, coincidiendo
con el apogeo del desarrollo de la ciudad.
Las tumbas hipogeas se dejaron de
utilizar entre finales del siglo I d.C y comienzos del II d.C., produciéndose
un cambio consistente en la realización de cremaciones individuales para luego
enterrar los restos óseos en el mismo lugar donde se había llevado a cabo la
combustión del cuerpo.
Las más de cien tumbas que han sido
excavadas presentan estructuras funerarias de variada tipología, predominando
las cámaras subterráneas de planta rectangular o cuadrangular excavadas en el
macizo calcáreo-arenítico de los Alcores. El acceso a las cámaras se realizaba
por un pozo vertical que probablemente estaba revestido interiormente y que
presentaba entalladuras en las paredes o escaleras. Salvo en una de las tumbas,
en todas las demás el pozo y la cámara eran contiguos, por lo que no existía
ningún vestíbulo diferenciado.
Pozo de acceso a la cámara subterránea |
En la cámara se situaban varios nichos
en los que se colocaban las urnas funerarias que contenían los restos de la
cremación de los cuerpos.
Nichos funerarios |
También disponía de un banco que se extendía
generalmente por tres de sus lados, a veces cuatro, salvo en la parte donde se
encontraba la puerta que comunicaba el pozo con la cámara. Por lo general, en
el exterior de la tumba se colocaban vasos de ofrendas y en el interior
ungüentarios y una o dos monedas, correspondiendo la mayor parte de las
encontradas al reinado de los emperadores Adriano y Antonio Pío. Aunque
actualmente no se conservan, por encima de la superficie se edificaron
monumentales estructuras como una manifestación de ostentación de sus
propietarios.
Si bien la necrópolis de Carmo era
genuinamente romana, se aprecia claramente la existencia de rasgos orientales de
influencia púnica que confieren a este conjunto arqueológico un carácter
singular.
A continuación describiré brevemente
algunas de las tumbas más importantes de la necrópolis:
Tumba de Servilia
La tumba de Servilia se excavó a
comienzos del siglo XX. Destaca por su monumentalidad y por la singularidad de
su planta, lo que la convierte en uno de los monumentos funerarios más
importantes de la Hispania romana.
Tumba de Servilia |
El acceso a la tumba se realiza a través de una escalera que da paso a un corredor.
Escalera de acceso a la tumba de Servilia |
La tumba de Servilia reproduce el diseño de una casa romana del siglo I d.C, con un gran patio rectangular y porticado, de 24 m de largo por 17,6 m de ancho, con columnas jónicas de fustes estriados y basas sin plinto.
Columnas con fustes estriados |
En el centro del patio se sitúa el influvium, piscina donde se recogía el agua de lluvia, y en uno de los laterales se encuentra una estancia rectangular en la que reposa el sarcófago de Servilia, transportado hasta aquí por Bonsor en las excavaciones realizadas a finales del siglo XIX.
Patio con el influvium y el sarcófago |
La cámara funeraria es una sala
subterránea con cúpula excavada en la roca y arcos de refuerzo, donde se
depositaban las inhumaciones en sarcófagos de piedra dispuestos en los espacios
entre los arcos. La cúpula mide 4,20 m de altura y en
su parte superior presenta un óculo de 50 cm de diámetro. Esta cámara se
comunica con otra muy pequeña de 1,20 m de lado, provista de banco corrido y destinada
a las incineraciones.
Cámara funeraria |
La tumba estaba pintada y decorada con diversos motivos, entre los que podemos señalar círculos, triángulos, rectángulos y temas relacionados con la naturaleza, como plantas, una pareja de palomas o un pájaro de plumas verdes y alas rojas. También se conservan restos de lo que parece ser un/a sirviente que abanica a una mujer que está sentada y que luce un peinado recogido, con raya al medio y un moño alargado atado con cintas. La tumba de Servilia es la única de la necrópolis en la que se han encontrado estatuas de mármol de estilo clásico. Destaca una escultura de mujer, bien conservada pero a la que le falta la cabeza, y que se supone que representa a Servilia.
Escultura de Servilia |
También se halló un retrato
de niño de cuerpo entero, desnudo y con peinado de mechones desordenados, que
según García y Bellido puede datarse hacia mediados del siglo I d.C. Por último, señalar el hallazgo de un retrato
masculino que Bendala data en época Julio-Claudia (comienzos del siglo I d.C) y
que ha sido identificado como Servilio
Polion, prefecto de Carmo en tiempos de Calígula.
Por lo tanto, Servilia formaba parte
de una importante familia y su tumba sin duda es un monumento marcadamente elitista cuyas
dimensiones superan con creces a todas las demás de la necrópolis, lo que
muestra de manera inequívoca una clara intención de ostentación propia de una
clase social elevada que buscaba diferenciarse del resto de los miembros de la
comunidad.
Tumba
del Elefante
La Tumba del Elefante es una de las
construcciones más lujosas de la necrópolis. En la excavación de esta tumba se
hallaron abrazaderas metálicas de puertas, lo que confirma la existencia de un
edificio situado sobre la infraestructura funeraria.
Tumba del elefante |
Además de por sus características
arquitectónicas, la Tumba del Elefante es sumamente interesante por su
significación ritual o religiosa, ya que en su interior se encontró una estatua
del dios Attis y la de un elefante.
Estatua del elefante |
Attis era hijo de Nana, una ninfa del
río, y fue criado por un carnero. Destacaba por su belleza, motivo por el cual la
diosa Cibeles, la Magna Mater, se
enamoró de él. Cuando Attis fue enviado por sus padres adoptivos para contraer
matrimonio con una de las hijas del rey, Cibeles se presentó ante él y lo hizo
enloquecer. Fuera de sí, Attis se castró a sí mismo y el rey, que iba a ser su
suegro, hizo lo mismo. Es por este motivo que los sacerdotes del culto a Attis
eran eunucos.
En los cultos mistéricos de los
frigios, Attis moría cada año y resucitaba en primavera, por lo que era símbolo de renovación y resurgimiento, de la
vida nueva, de la victoria sobre la oscuridad y la muerte. Por eso aparece a
menudo en contextos funerarios tutelando al difunto en su viaje a la otra vida. Con el emperador Claudio el culto a
Attis se hizo oficial en el Imperio y existen pruebas de su presencia en
Hispania desde la primera mitad del siglo I d.C, alcanzando su apogeo en la
segunda mitad del siglo II d.C.
Tumba del elefante |
Actualmente sigue sin haber acuerdo
sobre si la Tumba del Elefante era un monumento funerario de una familia que
profesaba devoción a Cibeles o si también era un santuario para el culto mistérico
a Attis y a la Magna Mater, como
sostiene Bendala.
Tumba del elefante |
Incluso Jiménez Hernández y Carrasco
Gómez señalan una serie de elementos que les lleva a concluir que la Tumba del
Elefante fue reconvertida en un mitreo. Destacan aspectos como que la ventana
de la tumba no se diseñó para iluminar la sala, sino para proyectar los rayos
del sol sobre el centro de la habitación durante los equinoccios. Además los
mitreos se localizaban siempre en cuevas que se ubicaban generalmente en
espacios habilitados en ámbitos domésticos o, en este caso, funerarios.
Tumba de las dos familias
Este enterramiento debe su nombre a sus dos cámaras contiguas.
Podemos apreciar el interior con un banco a la altura de los nichos para depositar las ofrendas
Tumba
de Postumio
Sobre la cámara subterránea de esta
tumba se erigió una gran estructura, como lo demuestran los enormes sillares
encontrados en la excavación. Actualmente se conserva el ustrinum, lugar donde
se incineraba a los difuntos, un altar y restos de hermosos frescos pintados
por C. Silvanus.
Tumba
de los Cuatro Departamentos
Destaca por la complicada estructura
de cuatro cámaras conectadas por un pasillo, a las que se accede por un
profundo pozo.
Se desconoce si las
cámaras estaban destinadas a una misma familia, a varias emparentadas o si era
colectiva.
Tumba
de las Guirnaldas
Recibe su nombre por las pinturas que
decoran su interior.
Tumba de las guirnaldas |
Constaba de una construcción exterior y de una cámara subterránea a la que se accedía a través de una escalera.
Tumba de las guirnaldas |
Por su tamaño y tipología debió pertenecer a una familia
de clase social media-alta.
Las fotografías de este
artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.
Bibliografía
Rodríguez Temiño, Jiménez Hernández,
González Acuña y Ruíz Cecilia. Avance de
las nuevas investigaciones en la necrópolis romana de Carmona.
Abad Casal y Bendala Galán. La tumba de Servilia de la necrópolis romana de Carmona. Jiménez Hernández y Carrasco Gómez.
La Tumba del Elefante de la Necrópolis Romana de Carmona. Una revisión necesaria desde la Arqueología de la Arquitectura y la Arqueoastronomía.
Blanco García y Pérez González. Escultura de Attis en la Submeseta Norte.
Abad Casal y Bendala Galán. La tumba de Servilia de la necrópolis romana de Carmona. Jiménez Hernández y Carrasco Gómez.
La Tumba del Elefante de la Necrópolis Romana de Carmona. Una revisión necesaria desde la Arqueología de la Arquitectura y la Arqueoastronomía.
Blanco García y Pérez González. Escultura de Attis en la Submeseta Norte.
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