viernes, 1 de julio de 2016

Citania de Santa Luzía

La citania de Santa Luzía o Cidade Velha se encuentra en el Monte de Santa Luzía, en el extremo SO de la sierra del mismo nombre. Desde esta atalaya situada a 226 m de altura se contempla una hermosa panorámica de la ciudad de Viana do Castelo, el estuario del río Limia y una amplia zona costera.


Conocida desde el siglo XVII, fue inicialmente excavada en 1876 por Joaquim Possidónio Narciso da Silva, fundador de la Real Associaçao dos Architectos Civis e Archeologos Portugueses, pero la mayor parte de las edificaciones fueron desenterradas a partir de 1902 por Albano Ribeiro Belino. La reconstrucción de parte de la acrópolis la realizó en 1910 Félix Alves Pereira y desde 1980 es el Instituto Portugués do Patrimonio Arquitectónico el que se encarga del estudio y conservación de la citania.

Si bien se calcula que su superficie original era de unos 60.000 m2, el área excavada en las primeras campañas no superaba los 40.000 m2, de los que 22.000 m2 correspondían al espacio comprendido dentro de la muralla interna. Hasta el siglo XIX su estado de conservación era muy bueno, pero sólo en el período transcurrido entre la primera excavación de 1880 y la de 1902 ya había desaparecido la mitad de los 960 m de perímetro amurallado. Las obras de construcción de las carreteras y del hotel (1918) ocasionaron enormes daños y actualmente tan sólo se conserva la tercera parte de lo excavado.


El urbanismo

Las grandes citanias del NO peninsular fueron construidas siguiendo un “proto-urbanismo castreño de influencia mediterránea” (Sande Lemos),  que se caracterizaba por un diseño basado en un eje principal de N a S que se ramificaba ortogonalmente en calles transversales formando barrios. Éstos a su vez se dividían en unidades habitacionales delimitadas por un muro y compuestas por varias construcciones, por lo general de planta circular, una de las cuales era la habitación principal de la familia mientras que en las otras residían los demás miembros. También había dependencias de planta rectangular que se empleaban como almacén para los aperos, despensa o establo, así como unas pequeñas cisternas en las que se almacenaba el agua de lluvia.


Las unidades habitacionales convergían en un patio común con el suelo enlosado, que era el punto central de la vida familiar y donde se realizaban las tareas cotidianas, se cocía la cerámica, se tejía y se desarrollaba la metalurgia del bronce y el hierro.


En Santa Luzía la distribución de las casas es mucho menos compacta y más desordenada que en la mayoría de las citanias. Las diferentes viviendas se reparten en seis sectores (Abel Viana. Citania de Santa Luzía):

-       sector I: situado al S-SO en ligera pendiente.
-       sector II: al E y en cuesta.
-       sector III: acrópolis o parte superior de la citania.
-       sector IV: inmediatamente por debajo del sector III.
-       sector V: en la parte S de la citania.
-       sector VI: zona de afloramientos rocosos.

La citania de Santa Luzía comenzó a ser poblada en la primera Edad del Hierro (siglos VIII a IV a.C) y fue habitada ininterrumpidamente hasta el siglo II d.C. Su diseño urbanístico es característico de la Segunda Edad de Hierro, entre el siglo II a.C y la campaña militar de Decimus Junius Brutus en 137 a.C, y algunos autores lo interpretan como una muestra de la influencia romana


Las murallas

La citania de Santa Luzía estaba delimitada por tres grandes murallas que circundaban el recinto oval donde se sitúa la acrópolis.


Para la construcción de cada una de las murallas se levantaron dos muros paralelos y posteriormente se rellenó el espacio entre ambos con tierra y piedras. El grosor de estos muros varía según las zonas entre los 0,95 m y los 2,6 m y el acceso al interior se realizaba a través de unas puertas situadas en la mitad del muro occidental.


Las murallas estaban separadas por dos fosos y disponían de dos torres con escaleras de acceso y un camino de ronda. Por fuera de la muralla interior el terreno presentaba una fuerte pendiente, salvo por el lado N, por lo que el dispositivo defensivo se reforzó en esta parte con muros de mayor grosor y una torre. La otra se erigió para defender el lado E de la muralla. En las escaleras de la muralla se han encontrado dos agujeros que formaban parte de las canalizaciones de agua pluviales.


Las unidades habitacionales

En las excavaciones realizadas hasta el momento se hallaron al menos 74 casas, de las cuales 63 tenían paredes curvas y 11 rectas. En cuanto a su tipología, 27 eran circulares sin alpendre, 18 circulares con alpendre, 9 elípticas sin alpendre, 2 elípticas con alpendre, 11 rectangulares, 3 circulares incompletas y 4 con plantas de estructura distinta a las anteriores. El diámetro de las casas redondas sin alpendre varía de 1,40 m a 5,30 m y el de las alpendradas de 3,70 m a 5 m (Abel Viana. Citania de Santa Luzía).


Se supone que las viviendas tendrían una altura aproximada de 4 m y aún hoy en día podemos ver en el centro de varias de ellas la piedra sobre lo que se asentaba la viga que sostenía el tejado cónico, formado principalmente por materia vegetal y quizás también por lajas de gneis. Los muros de las unidades habitacionales tienen un grosor es de 0,35-0,55 m y en la mayor parte de ellas la entrada está orientada al SO-SE, en la dirección de la pendiente del terreno, lo que impedía que se inundaran con el agua de la lluvia.


Si bien todas las construcciones de la citania son muy interesantes, las más famosas sin duda son una vivienda y un muro realizados con un paramento helicoidal que destaca por su belleza.



Organización social y económica de la citania

La citania de Santa Luzía se situaba en un enclave de gran importancia estratégica, al tratarse de un punto intermedio entre el litoral y las montañas del interior, desde donde se dominaba el estuario del río Limia. Desde este emplazamiento se controlaban los productos procedentes de la costa, principalmente la sal, así como las mercancías que llegaban vía marítima, especialmente bienes de lujo de origen mediterráneo como telas o cuentas de collar. Estos artículos eran canjeados por los metales que llegaban a la citania desde los yacimientos del interior.


Los habitantes de la citania disponían de gran variedad de recursos alimentarios ya que en los valles se cultivaba cultivaba millo, lino, trigo y cebada. Los bosques de roble y alcornoque suministraban bellotas para el ganado porcino y quizás también para las personas, y en las laderas de las montañas se alimentaba y criaba ganado bovino, ovino y caprino. Además se practicaba la pesca tanto costera como en las riberas del río Limia.

El material de construcción era muy abundante y se extraía de los afloramientos graníticos situados en la parte superior del monte. Para la extracción de la piedra se empleaba un método que consistía en realizar líneas de fractura en las rocas mediante pequeños orificios en los que se introducían cuñas de madera que se dilataban al ser mojadas, lo que provocaba que el granito se quebrase al ejercer presión sobre él.

Es de suponer que en la citania vivía bastante más gente que la que se deduce del número de casas excavadas, ya que de lo contrario no habría efectivos suficientes como para defender las murallas. Sería por lo tanto una población bastante numerosa que se organizaba en grupos familiares especializados en determinadas actividades, como por ejemplo la metalurgia o la fabricación de cerámica.

En las distintas excavaciones realizadas en la citania se han encontrado un gran número de restos pétreos, como pías de granito para el alimento de animales domésticos, muelas de molino, hornos y otros muchos utensilios que nos permiten conocer cómo era la vida de sus habitantes.


La presencia romana en Callaecia comenzó en el 137 a.C con la campaña de castigo contra la Lusitania emprendida por Decimus Junius Brutus y que le llevó hasta el río Limia, para después continuar avanzando hasta el Miño y alcanzar la costa. La derrota infringida por Decimus Junius a los galaicos le valió el sobrenombre de Callaecus.

Con la llegada de los romanos se produjo una reestructuración política y militar de las poblaciones indígenas, que tuvo su reflejo en la reordenación del territorio. La población, que hasta entonces había habitado en pequeños castros, se agrupó en citanias con una gran densidad demográfica.

La citania de Santa Luzía sufrió una intensa romanización, como lo demuestran los numerosos utensilios encontrados.

Fíbulas y hebillas. Citania de Santa Lucía.

Pero en ningún caso debemos suponer que los habitantes de Callaecia eran una población atrasada antes de la llegada de los romanos. Todo lo contrario, ya que desde finales de la Edad de Bronce la producción de oro y estaño convirtieron al NO peninsular en un polo económico de primer orden, un eje comercial de la Europa Occidental por el que transitaban productos de alto valor, tanto del área atlántica como mediterránea. Es en este contexto en el que durante la Edad de Hierro en el N de Portugal y el S de Galicia se desarrollaron la arquitectura doméstica y el urbanismo más complejo y monumental de toda la Europa Atlántica, del que la citania de Santa Luzía es una destacada muestra, como también lo son la citania de Briteiros, Sanfins, Monte Mozinho, Santa Trega, A Troña o los castros de Vigo, entre otros.

Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.

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