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domingo, 27 de julio de 2025

Tesoro de Caldas de Reis (As Silgadas)

 

El Tesoro de Caldas de Reis fue descubierto de manera casual en el lugar de As Silgadas, parroquia de San Tomé, a principios de los años cuarenta del siglo XX.

El depósito de As Silgadas estaba enterrado a tan sólo 20 cm de profundidad, cuando lo encontraron Amalio Touceda, José Touceda, José Mosquera, Juan Barcala e Ignacio Barcala, vecinos de Caldas de Reis, mientras colocaban en una finca unos postes de piedra para las viñas. Los paisanos no lo comunicaron a las autoridades, sino que lo escondieron durante un tiempo para posteriormente ir vendiendo parte de las piezas en varios talleres de joyería, hasta que en el verano de 1941 fueron descubiertos por la Guardia Civil. Lo que quedaba del tesoro fue confiscado y se llamó a Fermín Bouza-Brey, Comisario Provincial de Excavaciones Arqueológicas, para que lo peritara y valorara. Inmediatamente después, el tesoro fue transportado al Banco de España en Pontevedra y el 5 de febrero de 1942 se trasladó al Museo de Pontevedra. Actualmente puede ser contemplado en el Museo Provincial de Pontevedra.

Se calcula que originalmente este depósito podía pesar alrededor de 25-28 kg, pero actualmente sólo se conservan un total de 14,90 kg, lo que aún así lo convierte en el mayor conjunto de objetos prehistóricos de oro de toda Europa.

Para hacernos una idea de la magnitud e importancia del depósito de As Silgadas, basta con señalar que si juntáramos todas las piezas de oro de la Edad del Cobre y la Edad de Bronce halladas hasta el momento en Galicia, N de Portugal y Asturias, el peso total que habríamos reunido sería de 2,75 kg, una cantidad ínfima si la comparamos con los cerca de treinta kilos de oro que debió tener originalmente el tesoro de Caldas de Reis. Destaca también la gran pureza de este oro aluvial de 22 quilates, lo que significa que la aleación contiene un 92% de oro puro y el 8% restante está compuesto por plata y cobre.

Las piezas recuperadas son de una tipología heterogénea, tanto por su estilo como por su función y cronología. Algunas de ellas se conservaron intactas y fueron pasando de generación en generación durante varios siglos, mientras que otras quedaron obsoletas y fueron refundidas. Para algunos investigadores, los objetos que conservan corresponden al Período del Bronce I o Inicial (1800-1500 a.C.), mientras que otros estiman que podrían ser aún más antiguos y remontarse a momentos finales de la Edad de Cobre (2250 a.C.). Se trata en todo caso de un tipo de objetos de oro que se relacionan con los usos de la sociedad de principios de la Edad de Bronce, en un momento en el que la posesión e intercambio de bienes de prestigio, indicadores de estatus y jerarquía, adquirió una gran importancia.

Cuando se encontró el depósito de As Silgadas, los objetos aparecieron agrupados y ordenados, pero se desconoce cuándo y por qué se reunió este conjunto de piezas tan diversas. La hipótesis más aceptada es que se fueron juntando en un momento histórico en el que ya no tenían valor como bienes de prestigio y que la única finalidad que se buscaba era la de acumular oro. Esta hipótesis viene avalada por el hecho de que la mayor parte de los objetos hallados son aros/lingotes de oro carentes de valor artístico o ritual y que probablemente se fundieron para ser usados como medio de pago, en el contexto de una sociedad donde la actividad comercial había adquirido un desarrollo relevante, lo que nos lleva a un período avanzado de la Edad de Bronce, en el período del Bronce III o Final (1200-700 a.C.).

Actualmente, el depósito de As Silgadas está compuesto por 41 objetos: 6 seis fragmentos de láminas decoradas que podrían pertenecer a una diadema o gargantilla; 2 cuencos con asa lateral; 1 jarra con asa lateral, 1 peine o peineta, 1 aro grande rematado en paletas, 27 veintisiete aros tipo lingote de formas y pesos variables (17 aros abiertos de forma elíptica, 8 aros de forma elíptica y extremos cerrados, 1 aro abierto de forma triangular y 1 aro de sección cuadrada) y 3 fragmentos de barra. Se cree que las personas que encontraron el depósito pudieron deshacerse de lo que falta de la gargantilla, de varios brazaletes y de un aro grande.

La gargantilla de láminas corresponde a un tipo de diseño que aparece en diversas áreas atlánticas y que consiste en serie de bandas laminiformes de oro decoradas en su parte central. La técnica empleada para crear las diademas de láminas consistía en calentar el oro para que fuera más maleable y después golpearlo con un martillo, colocando en medio un trozo de cuero o de tela para que amortiguara los impactos. Una vez conseguidas unas láminas finas, estas se decoraban empleando la técnica de repujado, golpeando un cincel sobre el reverso de la pieza para que la ornamentación se viera en el anverso.

Tesoro de Agolada.

Una gargantilla de este tipo, datada en el 1700-1600 a.C., fue hallada en Agolada junto con dos aros-lingote, lo que claramente establece una relación con el tesoro de Caldas de Reis, tanto en lo que se refiere a la tipología de la gargantilla como al empleo de aros como método de medida y acumulación del oro.

El peine o peineta de As Silgadas, tanto por su forma como por su decoración a base de incisiones, sigue el diseño de otros de este tipo y de uso común, realizados en madera, hueso o marfil. El peine tiene una longitud de 8,5 cm, una anchura de 6,3 cm, un grosor de 0,4 cm y un peso de 200 g. Las técnicas empleadas en su fabricación fueron el fundido y el grabado.

La forma y decoración de los recipientes de oro de As Silgadas muestran gran semejanza con los tipos característicos de la cerámica campaniforme del Calcolítico, relacionados con el consumo ritual de bebidas alcohólicas en contextos masculinos. Los cuencos y la jarra fueron realizados mediante la técnica a la cera perdida, usada con frecuencia en la Edad de Bronce e incluso antes. Se trata de un método más complejo que la fundición en molde y que permite obtener objetos con paredes muy finas. El procedimiento consiste en hacer un modelo en cera del objeto y recubrirlo de varias capas de arcilla. Una vez que la arcilla ha secado se calienta en un horno para derretir la cera, la cual sale al exterior a través de unos orificios creados a tal efecto. En la cavidad resultante se vierte el metal fundido, se deja enfriar y por último se rompe el molde para extraer el objeto.

Uno de los cuencos de oro tiene una altura 7,8 cm, el diámetro en la boca es de 7,9 cm y el diámetro en la base de 4,5 cm. El peso de este cuenco es de 541 g y la técnica empleada en su fabricación fue el fundido.

El otro cuenco de oro mide 7,5 cm de altura, con un diámetro en la boca de 8,7 cm y de 1,9 cm en la base. Su peso es de 640 g y las técnicas empleadas fueron el fundido y el grabado. Para realizar la ornamentación el cuenco fue colocado sobre una superficie que giraba sobre su eje, lo que permitió realizar con precisión las incisiones que forman la decoración.

La jarrita de oro mide 7,2 cm de alto, 5,5 cm de diámetro en la boca 5,5 cm y su diámetro en la base es de 2,8 cm. Pesa 630 g y se obtuvo por fundición y posterior grabado.

El aro grande de oro rematado en paletas, que algunos han interpretado erróneamente como un torques, no es una joya propiamente dicha sino que servía de portalingotes. El aro tiene un diámetro de 22,6 cm, un grosor máximo de 1,05 cm y un grosor mínimo de 0,8 cm. Su peso es de 870 g y fue fabricado mediante las técnicas de fundido y perforación. El análisis de su composición revela un pequeño porcentaje de plata (<6%) de la aleación.
Los aros/lingotes eran una forma práctica de atesorar una materia prima tan valiosa como es el oro. Los aros se fundieron en un molde y después se trabajaron martilleando directamente sobre ellos. El hecho de que estas piezas no fueran pulidas demuestra que no se trataba de objetos artísticos, sino de una especie de moneda utilizada para las transacciones comerciales. Es posible que el peso de estos lingotes siguiera un patrón de medida con una unidad decimal, semejante al siclo fenicio.
Del análisis de los datos que figuran en el inventario del Museo Provincial de Pontevedra podemos extraer las siguientes conclusiones relativas a las medidas y pesos de estos aros:

El diámetro del aro más pequeño es de 7,85 cm y el del mayor 14,25 cm. Las medidas de tendencia central nos indican que el diámetro medio es de 10,30 cm, mientras que los valores que aparecen con más frecuencia (moda) son 8 cm (2), 10,30 (2) y 14,15 (2).

Por lo que se refiere al grosor, el valor mínimo es de 0,55 cm y el máximo de 1,65 cm. La media obtenida teniendo en cuenta todo los aros es de 1,06 cm y la moda muestra un pico de 0,95 cm (6).

Por último, el peso de los aros/lingotes va de los 112 g del más ligero a los 740 g del más pesado. El peso medio es de 432,67 g y por lo que se refiere a la moda tiene tres picos de 320 g (2), 380 g (2) y 730 g (2) .


Tesoro de Caldas de Reis II

El otro tesoro de objetos de oro hallado en Caldas de Reis apareció en 1981 y también de manera casual, cuando se realizaban las obras de cimentación de un edificio situado en el número 9 de la calle Sagasta.

Este depósito está datado a finales de la Edad de Bronce y su peso total es de 21 g. Los objetos hallados son 53 laminillas de oro enrrolladas en cilindro, un aplique cónico de 1,6 cm de diámetro y 0,7 cm de altura, y 2 bandas decorativas de 0,62 cm de ancho. Todas estas piezas corresponden a una gargantilla o diadema de láminas de tipología idéntica a la de As Silgadas y Agolada, y que fue fabricada mediante fundición, repujado y perforación.

En torno a los tesoros de Caldas de Reis existen múltiples conjeturas e hipótesis, ya que se hallaron fuera de su contexto original y por lo tanto no resulta posible establecer su procedencia. Tampoco podemos saber quién, cuándo y por qué enterró estos objetos de tanto valor y qué circunstancias concurrieron para que no pudiera volver a recuperarlos. Durante toda la antigüedad las familias solían ocultar sus objetos de valor bajo tierra, cerca de casas, muros o en terrenos, especialmente durante períodos de conflicto o de cambios políticos, para evitar que fueran saqueados o robados. También era frecuente que algunos comerciantes y viajeros escondieran monedas y joyas en lugares próximos a caminos. Por circunstancias de todo tipo y que ignoramos a muchos de ellos les fue imposible recuperar esos tesoros.

El de Caldas de Reis no es por lo tanto el único caso en Galicia, aunque sin duda es el más importante. Otros tesoros y joyas de épocas prehistóricas han sido hallados en Agolada, Antas de Ulla, Silleda, Betanzos, Miño, Burela. Es de suponer que durante siglos muchos de esos tesoros ocultos han sido desenterrados fortuitamente y que sólo han llegado hasta nuestros días un reducido número de ellos.

Desde un punto de vista antropológico podemos establecer una clara relación entre estos tesoros y las leyendas de la mitología gallega. Son muchas las historias tradicionales acerca de fadas que custodiaban tesoros escondidos en grutas o de fadas lavandeiras, que recogían las pepitas que arrastraba la corriente en las aguas del río Sil.

Hallazgos como el peine de oro encontrado en el depósito de As Silgadas nos recuerdan las historias de mouras que vivían prisioneras en fuentes, pozas y otros lugares cercanos a cursos de agua. Estas fadas se dejaban ver al amanecer, cuando salían a acicalar sus rubios cabellos con peines de oro mientras se contemplaban en espejos aúreos, un relato que, como el de las fadas que tejen con hilos dorados que simbolizan los rayos del sol, aparecen con frecuencía en las leyendas tradicionales indoeuropeas



Bibliografía:

Bouza Brey, Fermín. El tesoro de Caldas de Reis.

Comendador Rey, Beatriz. El depósito de As Silgadas (Caldas de Reis): un hallazgo excepcional en el noroeste peninsular.

Comendador Rey, Beatriz; Millos, Jorge; Álvarez Iglesias, Paula . Procedencia del conjunto de plata prehistórico de Antas de Ulla, noroeste de Iberia, utilizando proporciones de isótopos estables de plomo.

Domato Castro, Xoán M. y Comendador Rey, Beatriz.z. El tesoro desencantado.

García y Bellido, Antonio. El tesoro aúreo hallado en Golada (Galicia) en 1920.

González Insua, Félix. Aproximación a la distribución espacial de sitios arqueológicos de la Prehistoria Reciente en la Ría de Arousa (Pontevedra).

Montero, Ignacio y Rovira, Salvador. El oro y sus aleaciones en la orfebrería prerromana.

Salgado Sáinz, Luis María. Caldas de Reis y Salgado. Wordpress.com

Valle Pérez, José Carlos y de la Peña Santos, Antonio. El Museo de Pontevedra: sus colecciones arqueológicas. Exposición y conformación.


Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.

lunes, 17 de febrero de 2025

Petroglifos de Nossa Senhora da Encarnação (Vila Nova de Cerveira)


El grupo de petroglifos de Nossa Senhora da Encarnação se encuentra en el Alto do Cervo, en la vertiente O de la Serra da Gávea, parroquia de Lovelhe, Vila Nova de Cerveira.

Desde este lugar se puede contemplar una espectacular panorámica del río Miño, el monte Santa Tegra, el monte de Góis y a lo lejos la sierra de Arga y los montes de Caminha.

De los cuatro grupos con más de cuarenta grabados que se encuentran repartidos por las laderas rocosas de la sierra, el más importante se encuentra cerca de la capilla da Nossa Senhora da Encarnação, descubierto por José Rodrigues, autor de la conocida escultura del ciervo de hierro de Vila Nova de Cerveira.

Para llegar hasta este conjunto de petroglifos seguimos la carretera que sube hacia al convento de San Paio y en el cruce nos desviamos hacia el Mirador do Cervo. Continuamos subiendo y justo antes del cruce hacia la Capilla da Nossa Senhora da Encarnação, al lado izquierdo de la carretera hay un campo de tiro y un poco por encima se localizan dos afloramientos graníticos, uno de ellos fracturado, en los que parecen grabados numerosos puntos, cazoletas y círculos simples.

El primer afloramiento granítico es fácilmente distinguible y está separado de los otros. Se trata de una roca con una gran veta de feldespato y cuarzo.

En su parte superior aparece grabada una gran composición formada por círculos, cuadrados, rectángulos y figuras asimétricas, con una gran cantidad de puntos en su interior.

Mediante la técnica de perforación y posterior abrasión se grabaron nubes de puntos que forman diversas figuras geométricas.

Los demás motivos son un círculo con cazoletas y puntos dispersos.

A 4m al S de este grupo de petroglifos se encuentra el segundo afloramiento, de grandes dimensiones y superficie muy irregular.

En esta roca los grabados son un círculo con cazoleta central y con agrupaciones de puntos en su interior. En el exterior se distinguen más puntos, círculos pequeños y cazoletas.

Los únicos calcos existentes de los petroglifos de Senhora da Encarnação fueron realizados por Correia y Recarey (1988).


Muy cerca de este lugar, en Quinta da Água Branca, se descubrió una cista de la Edad de Bronce con un ajuar compuesto por un puñal y adornos de oro. La proximidad entre esta cista y los petroglifos de Senhora da Encarnação, y el hecho de que en una laja enterrada al lado de la tumba aparecieran varias cazoletas, llevaron a Correia y Recarey a plantear la hipótesis de que los dos yacimientos estarían relacionados y por lo tanto estable una cronología común para ambos, pero otros investigadores, como Bettencourt, plantean que la cronología podría ser anterior, entre el Neolítico y la Edad de Bronce.


Bibliografía:

Almeida C.A.B 2000. Pelos caminhos do património de Vila Nova de Cerveira.

Bettencourt, A.M.S. Gravuras rupestres da Senhora da Encarnação, Lovelhe, Vila Nova de Cerveira.

Correia, V.H. y Recarey, M.A. Insculturas rupestres da Serra da Gávea; Srª da Encarnação.


Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.

lunes, 30 de diciembre de 2024

Petroglifos de Castriño de Conxo (Castro da Rocha)


La mayor parte de representaciones de armas en los petroglifos de Galicia se encuentran en las Rías Baixas, con algún otro ejemplo localizado hacia el interior, como en el caso de los petroglifos de Castriño de Conxo (Santiago de Compostela).

El Castriño de Conxo o Castro da Rocha está situado en lo alto de una colina de 230 m de altitud, por debajo de la cual discurre el cauce del río Sar. Esta zona es la vía de comunicación natural de las tierras comprendidas entre los ríos Tambre y Ulla con el mar (Ría de Muros-Noia).

Los petroglifos están grabados sobre una roca de 6,9 x 2,5 m de forma alargada y con sus extremos orientados en dirección O-E. Entre las armas que aparecen representadas encontramos nueve puñales o espadas cortas, mayoritariamente de hoja triangular y empuñadura roma, con trazos en su interior que pueden representar la nervadura central o cresta. Uno de los puñales es de espigo (finales III milenio a.C. - principios II milenio a.C) y las demás armas corresponden a la tipología de la cultura de Wessex, por lo que presentan gran semejanza con los puñales que aparecen en las islas británicas. 

Sobre la clasificación de estas armas blancas existen varias tipologías posibles. Puede tratarse de espadas pistiliformes, que aparecieron en Galicia y N de Portugal en el período del Bronce Final I (1200-1050 a.C) y cuyo uso se generalizó durante el Bronce final II (1050-900). En Isorna (Rianxo) y en Catoira se han hallado dos espadas de este tipo. Otro posibilidad es la espada de lengua de carpa del Bronce Final III (900-700), de puño hendido y punta afilada, que se caracteriza por su gran variabilidad morfológica. Este tipo de espada, común en el occidente de Europa, se ha hallado en Galicia por lo general en los lechos de los ríos, lo que sugiere que fueron arrojadas a éstos en el transcurso de algún ritual religioso.

Espadas pistiliformes y de lengua de carpa
Río Ulla (1500-900 a.C)


En Hío (Cangas), se ha encontrado una espada tipo Huelva y variante Oissel que apareció junto con puntas de lanza de sección romboidal datadas en la fase Wilburton de Gran Bretaña (1100-900 a.C), lo que supone una cronología temprana para este tipo de espadas

Espada tipo Oissel y espada del petroglifo Auga da Laxe (Gondomar)

Para otros autores, la espada de Hío corresponde a un tipo arcaico de pistiliforme provista de lengüeta calada y característica del período Bronce Final I-II.

Espada del depósito de Hío (Cangas)

Otros motivos que aparecen grabados en Castriño de Conxo son cuatro alabardas tipo Carrapatas (1750-1500 a.C.), dos más difusas y una triangular con una gran placa de sujeción con dos agujeros, unos trazos borrosos que parecen ser un nervio central, y dos acanaladuras paralelas al filo.

La alabarda tipo Carrapatas procede de la región portuguesa de Tras-os-Montes y se caracteriza por una gran hoja triangular de cobre con dos acanaladuras paralelas al filo y un marcado nervio central, que la divide en dos partes simétricas. La sujeción al mango se realiza mediante una lámina, también triangular y de esquinas redondeadas, en la que hay agujeros para los clavos (por lo general tres).

Es posible que la alabarda haya tenido su origen en la Península Ibérica, ya que se han hallado precursores del arma en sílex. Posteriormente, su uso podría haberse extendido por la fachada atlántica entre el 1.550 al 1.450 a.C, hasta llegar a Irlanda, lo que explicaría la gran semejanza que presentan las alabardas ibéricas con las de la cultura de Wessex de las islas británicas.

Alabarda votiva de pizarra (Sevilla)

Todas estas armas que vemos representadas en Castriño de Conxo corresponden al equipamiento bélico de los guerreros de Europa Occidental en los primeros tiempos de la metalurgia, en la transición entre el Período del Cobre y el comienzo de la Edad del Bronce ( entre el III y II milenio a.C.) y por lo tanto estarían vinculadas al fenómeno campaniforme o epicampaniforme. 

Otros grabados que podemos ver en Castriño de Conxo o Castro da Rocha son tres diseños de forma trapezoidal o de triángulo isósceles invertido con asas en sus lados mayores, que mayoritariamente han sido interpretados como escudos, pero también como estandartes o ídolos antropomorfos.

La interpretación de estos motivos es muy controvertida ya que la mayor parte de los escudos recuperados en el NO peninsular y conocidos actualmente son redondos, aunque puede ser que los originales que aparecen representados fueran de madera y/o cuero y que por eso se hubieran degradado y no hubieran llegado hasta nuestros días.

Otra posibilidad que se ha planteado recientemente es que se trate de carros de guerra o votivos, semejantes a los de la estelas de guerrero del SO peninsular, datados en el período del Bronce Final, aunque en el caso de los petroglifos gallegos no aparecen grabados ni los animales de tiro ni las ruedas.

Detalle de carro de la estela de Ategua.

Por último, además de cazoletas y otros motivos, en Castriño de Conxo también se distingue un posible ídolo cilindro y unas paletas situadas en la periferia de la roca y que podrían haber sido grabadas posteriormente, tal vez en el período del Bronce Final.

La estación arqueológica de Castriño de Conxo o Castro da Rocha se encuentra en un lugar no excesivamente visible, en una roca no demasiado grande y el número de armas grabadas es pequeño en comparación con las grandes rocas panoplia como la de Auga da Laxe (Gondomar).

Petroglifos de Auga da Laxe.

En el caso de Conxo o A Rocha, las alabardas y puñales están representados de maneras diferentes y todos los motivos están grabados a distancias variables, sin un orden u orientación definida. Tal vez esto puede indicar que si bien este lugar tenía una importancia especial o religiosa, los grabados fueron realizados por distintas personas y en momentos diferentes.

Los grabados de armas expresan la importancia de los guerreros y de las actividades masculinas, así como una clara ostentación de poder y estatus social, lo cual viene corroborado por el hecho de que sólo se representen armas y nunca aparezcan otro tipo de objetos metálicos relacionados con el uso diario, como hachas, aperos de labranza y demás útiles. Desde una perspectiva religiosa, estas representaciones podrían ser un ejemplo de hoplolatría o sacralización de las armas, símbolos consagrados a una divinidad vinculada con la ideología de la guerra, característicos del final del Calcolítico y principios de la Edad del Bronce.

Alabardas de Poza da Lagoa (Redondela)

El desarrollo de la metalurgia permitió fabricar nuevos instrumentos de labranza más efectivos con los que se incrementó el trabajo agrícola, la productividad de la tierra y por lo tanto el tamaño de las comunidades. Paralelamente las funciones económicas se multiplicaron y la división de las tareas fue cada vez mayor, surgiendo una jerarquización que llevó a la configuración de un poder político, así como de niveles intermedios de autoridad, como por ejemplo los jefes de familia o de clan. El poder político, religioso y militar apenas estaban diferenciados, por lo que el jefe de la tribu era también el líder guerrero y estaba a la vez investido de un carácter sagrado. Dentro de este proceso de jerarquización y militarización, las representaciones de armas eran una muestra del prestigio que tenía todo lo relacionado con lo bélico. 

Los emblemas representados servían para identificar a los miembros del grupo y para diferenciarlos de los clanes vecinos. Los cultos comunitarios que implican rituales públicos de solidaridad eran esenciales para la supervivencia de la colectividad, puesto que reafirmaban el sentido de identidad del clan, coordinaban la acción de los individuos y preparaban los enfrentamientos bélicos

Lugares como Castriño de Conxo pueden haber sido el escenario donde se llevaban a cabo ceremonias masculinas de exaltación guerrera, en una época en la que con relativa frecuencia se realizaban razias o ataques sorpresas contra asentamientos vecinos y otros tipos de actos de pillaje, como el robo de ganado.


Bibliografía:

Antonio de la Peña Santos y José Manuel Rey García. El espacio de la representación. Una perspectiva territorial para el arte rupestre galaico.

Antonio de la Peña Santos. El grupo galaico de arte rupestre.

Antonio de la Peña Santos. Las representaciones de alabardas en los grabados rupestres gallegos.

Xurxo Pereira Martínez, Eduardo Méndez Quintas, María del Pilar Prieto Martínez. Los ídolos antropomorfos en el arte rupestre del noroeste peninsular: una revisión crítica a partir de nuevas evidencias.

J.M. Vázquez Varela. Los petroglifos prehistóricos de armas metálicas de Galicia en el contexto de la Península Ibérica, Europa y África.


Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.

Nota: Los dibujos de petroglifos que aparecen en este artículo han sido realizados mediante una aplicación informática para la edición y retoque fotográfico.