La mayor parte de representaciones de armas en los petroglifos de Galicia se encuentran en las Rías Baixas, con algún otro ejemplo localizado hacia el interior, como en el caso de los petroglifos de Castriño de Conxo (Santiago de Compostela).
El Castriño de Conxo o Castro da Rocha está situado en lo alto de una colina de 230 m de altitud, por debajo de la cual discurre el cauce del río Sar. Esta zona es la vía de comunicación natural de las tierras comprendidas entre los ríos Tambre y Ulla con el mar (Ría de Muros-Noia).
Los petroglifos están grabados sobre una roca de 6,9 x 2,5 m de forma alargada y con sus extremos orientados en dirección O-E. Entre las armas que aparecen representadas encontramos nueve puñales o espadas cortas, mayoritariamente de hoja triangular y empuñadura roma, con trazos en su interior que pueden representar la nervadura central o cresta. Uno de los puñales es de espigo (finales III milenio a.C. - principios II milenio a.C) y las demás armas corresponden a la tipología de la cultura de Wessex, por lo que presentan gran semejanza con los puñales que aparecen en las islas británicas.
Sobre la clasificación de estas armas blancas existen varias tipologías posibles. Puede tratarse de espadas pistiliformes, que aparecieron en Galicia y N de Portugal en el período del Bronce Final I (1200-1050 a.C) y cuyo uso se generalizó durante el Bronce final II (1050-900). En Isorna (Rianxo) y en Catoira se han hallado dos espadas de este tipo. Otro posibilidad es la espada de lengua de carpa del Bronce Final III (900-700), de puño hendido y punta afilada, que se caracteriza por su gran variabilidad morfológica. Este tipo de espada, común en el occidente de Europa, se ha hallado en Galicia por lo general en los lechos de los ríos, lo que sugiere que fueron arrojadas a éstos en el transcurso de algún ritual religioso.
Espadas pistiliformes y de lengua de carpa Río Ulla (1500-900 a.C) |
En Hío (Cangas), se ha encontrado una espada tipo Huelva y variante Oissel que apareció junto con puntas de lanza de sección romboidal datadas en la fase Wilburton de Gran Bretaña (1100-900 a.C), lo que supone una cronología temprana para este tipo de espadas
Espada tipo Oissel y espada del petroglifo Auga da Laxe (Gondomar) |
Para otros autores, la espada de Hío corresponde a un tipo arcaico de pistiliforme provista de lengüeta calada y característica del período Bronce Final I-II.
Espada del depósito de Hío (Cangas) |
Otros motivos que aparecen grabados en Castriño de Conxo son cuatro alabardas tipo Carrapatas (1750-1500 a.C.), dos más difusas y una triangular con una gran placa de sujeción con dos agujeros, unos trazos borrosos que parecen ser un nervio central, y dos acanaladuras paralelas al filo.
La alabarda tipo Carrapatas procede de la región portuguesa de Tras-os-Montes y se caracteriza por una gran hoja triangular de cobre con dos acanaladuras paralelas al filo y un marcado nervio central, que la divide en dos partes simétricas. La sujeción al mango se realiza mediante una lámina, también triangular y de esquinas redondeadas, en la que hay agujeros para los clavos (por lo general tres).
Es posible que la alabarda haya tenido su origen en la Península Ibérica, ya que se han hallado precursores del arma en sílex. Posteriormente, su uso podría haberse extendido por la fachada atlántica entre el 1.550 al 1.450 a.C, hasta llegar a Irlanda, lo que explicaría la gran semejanza que presentan las alabardas ibéricas con las de la cultura de Wessex de las islas británicas.
Alabarda votiva de pizarra (Sevilla) |
Todas estas armas que vemos representadas en Castriño de Conxo corresponden al equipamiento bélico de los guerreros de Europa Occidental en los primeros tiempos de la metalurgia, en la transición entre el Período del Cobre y el comienzo de la Edad del Bronce ( entre el III y II milenio a.C.) y por lo tanto estarían vinculadas al fenómeno campaniforme o epicampaniforme.
Otros grabados que podemos ver en Castriño de Conxo o Castro da Rocha son tres diseños de forma trapezoidal o de triángulo isósceles invertido con asas en sus lados mayores, que mayoritariamente han sido interpretados como escudos, pero también como estandartes o ídolos antropomorfos.
La interpretación de estos motivos es muy controvertida ya que la mayor parte de los escudos recuperados en el NO peninsular y conocidos actualmente son redondos, aunque puede ser que los originales que aparecen representados fueran de madera y/o cuero y que por eso se hubieran degradado y no hubieran llegado hasta nuestros días.
Otra posibilidad que se ha planteado recientemente es que se trate de carros de guerra o votivos, semejantes a los de la estelas de guerrero del SO peninsular, datados en el período del Bronce Final, aunque en el caso de los petroglifos gallegos no aparecen grabados ni los animales de tiro ni las ruedas.
Detalle de carro de la estela de Ategua. |
Por último, además de cazoletas y otros motivos, en Castriño de Conxo también se distingue un posible ídolo cilindro y unas paletas situadas en la periferia de la roca y que podrían haber sido grabadas posteriormente, tal vez en el período del Bronce Final.
La estación arqueológica de Castriño de Conxo o Castro da Rocha se encuentra en un lugar no excesivamente visible, en una roca no demasiado grande y el número de armas grabadas es pequeño en comparación con las grandes rocas panoplia como la de Auga da Laxe (Gondomar).
En el caso de Conxo o A Rocha, las alabardas y puñales están representados de maneras diferentes y todos los motivos están grabados a distancias variables, sin un orden u orientación definida. Tal vez esto puede indicar que si bien este lugar tenía una importancia especial o religiosa, los grabados fueron realizados por distintas personas y en momentos diferentes.
Los grabados de armas expresan la importancia de los guerreros y de las actividades masculinas, así como una clara ostentación de poder y estatus social, lo cual viene corroborado por el hecho de que sólo se representen armas y nunca aparezcan otro tipo de objetos metálicos relacionados con el uso diario, como hachas, aperos de labranza y demás útiles. Desde una perspectiva religiosa, estas representaciones podrían ser un ejemplo de hoplolatría o sacralización de las armas, símbolos consagrados a una divinidad vinculada con la ideología de la guerra, característicos del final del Calcolítico y principios de la Edad del Bronce.
El desarrollo de la metalurgia permitió fabricar nuevos instrumentos de labranza más efectivos con los que se incrementó el trabajo agrícola, la productividad de la tierra y por lo tanto el tamaño de las comunidades. Paralelamente las funciones económicas se multiplicaron y la división de las tareas fue cada vez mayor, surgiendo una jerarquización que llevó a la configuración de un poder político, así como de niveles intermedios de autoridad, como por ejemplo los jefes de familia o de clan. El poder político, religioso y militar apenas estaban diferenciados, por lo que el jefe de la tribu era también el líder guerrero y estaba a la vez investido de un carácter sagrado. Dentro de este proceso de jerarquización y militarización, las representaciones de armas eran una muestra del prestigio que tenía todo lo relacionado con lo bélico.
Los emblemas representados servían para identificar a los miembros del grupo y para diferenciarlos de los clanes vecinos. Los cultos comunitarios que implican rituales públicos de solidaridad eran esenciales para la supervivencia de la colectividad, puesto que reafirmaban el sentido de identidad del clan, coordinaban la acción de los individuos y preparaban los enfrentamientos bélicos.
Lugares como Castriño de Conxo pueden haber sido el escenario donde se llevaban a cabo ceremonias masculinas de exaltación guerrera, en una época en la que con relativa frecuencia se realizaban razias o ataques sorpresas contra asentamientos vecinos y otros tipos de actos de pillaje, como el robo de ganado.
Bibliografía:
Antonio de la Peña Santos y José Manuel Rey García. El espacio de la representación. Una perspectiva territorial para el arte rupestre galaico.
Antonio de la Peña Santos. El grupo galaico de arte rupestre.
Antonio de la Peña Santos. Las representaciones de alabardas en los grabados rupestres gallegos.
Xurxo Pereira Martínez, Eduardo Méndez Quintas, María del Pilar Prieto Martínez. Los ídolos antropomorfos en el arte rupestre del noroeste peninsular: una revisión crítica a partir de nuevas evidencias.
J.M. Vázquez Varela. Los petroglifos prehistóricos de armas metálicas de Galicia en el contexto de la Península Ibérica, Europa y África.
Las
fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco
Javier Torres Goberna ©.
Nota:
Los dibujos de petroglifos que aparecen en este artículo han sido
realizados mediante una aplicación informática para la edición y
retoque fotográfico.
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