viernes, 26 de abril de 2024

Castillo y espigueiros de Lindoso

El castillo de Lindoso se encuentra a 23 km de Ponte da Barca, por la N203. La freguesía de Lindoso tiene una población de unos 500 habitantes que se dedican principalmente a la agricultura y la ganadería.

El topónimo Lindoso procede del latín “Limitosum” y la primera referencia a Lindoso es en un documento del siglo IX en el que se describen los límites de la diócesis de Braga.

La primera vez que aparece citado el castillo de Lindoso es en 1258, en la Encuesta (“Inquirições”) ordenada por Don Afonso III. El rey Don Afonso III mandó construir este castillo de nueva planta para la defensa de la entrada a la Serra Amarela y al Valle de Cabril, debido a su posición estratégica sobre el río Limia en la frontera con España.

El castillo sólo tuvo un uso residencial durante un breve período de tiempo, cuando Don Dinis (1269-1325), sexto rey de Portugal, mandó reconstruirlo y ampliarlo para adaptarlo como su residencia de caza. Don Dinis era hijo de Alfonso III de Portugal y de Beatriz de Castilla, hija bastarda de Alfonso X. Debido a su uso estrictamente militar, el castillo fue ocupado ocasionalmente durante los períodos de conflictos o guerras.

El castillo del siglo XIII es un pequeño cuadrilátero irregular, con esquinas redondeadas para evitar los ángulos muertos, a la vez que lo dotan de una mayor resistencia. La puerta de armas está orientada hacia el pueblo y está defendida por dos torres cuadrangulares.

En el lado opuesto se sitúa la torre del homenaje, de planta cuadrangular, dos pisos de altura y acceso desde el adarve o ronda de la muralla.

Por su posición fronteriza, el castillo de Lindoso tuvo gran importancia en las guerras con Castilla (siglo XIII) y en las de Restauración (siglo XVII). En 1641 el castillo fue nuevamente restaurado por orden de Baltazar Sousa de Menezes, séptimo Senhor de Lindoso.

El fuerte con baluarte del siglo XVII fue construido durante la Guerra de Independencia de Portugal o Guerra de Restauración (1640-1668). En 1662 el castillo fue ocupado por las tropas españolas al mando de Baltasar Pantoja, quien encargó la mejora de las defensas de castillo al maestre de campo Gaspar de Squarzafigo, Marqués de Buscasolo, el cual construyó un recinto exterior con baluartes, cortinas y foso. Gaspar de Squarzafigo continuó a partir de 1667 con la construcción de fortificaciones en la frontera entre Galicia y Portugal, como la de Tui, Salvaterra y Monçao.

En 1664 el castillo de Lindoso fue recuperado por las tropas portuguesas al mando del capitán Caros Malheiro Pereira y las obras de fortificación continuaron con diversas modificaciones que duraron hasta 1720, adaptando el perímetro defensivo para el uso de las piezas de artillería y construyendo cinco baluartes que permitían el fuego cruzado. También se amplió parte de la muralla original y se levantaron terraplenes.

El castillo continuó en uso a lo largo del siglo XVIII hasta 1895 y en 1910 fue clasificado como Monumento Nacional. En 1976 pasó a la administración del Parque Nacional da Peneda Gerês.

Frente a las murallas del castillo se encuentra el mayor conjunto espigueiros u hórreos de Portugal, unos sesenta y cuatro construidos durante los siglos XVII, XVIII, XIX y XX.

Cincuenta de estos espigueiros son de los siglos XVII y XVIII, y están realizados íntegramente en piedra. Se apoyan en varios pilares cortos asentados sobre la roca y encimados por mós o mesas (tornarratos en gallego).

Sobre estos pilares reposa el espigueiro que está cubierto por dos lajas de granito unidas en ángulo obtuso, ornamentado con cruces protectoras en los vértices.

Las aberturas o fajas laterales permiten que el grano del interior se airee.


Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.


domingo, 21 de abril de 2024

Castro de Troña

El castro de Troña está situado en la parroquia de Pías (Ponteareas), en un espolón del monte Landín a unos 225 m de altitud desde el que se domina el valle del río Tea. 

El acceso se realiza por la carretera PO254 que une Ponteareas y Mondariz hasta llegar a Pías, donde se toma una desviación que lleva al castro y a la ermita del Dulce Nombre de Jesús.
A principios del siglo XX, con motivo de la apertura de una pista para la explanación de la cumbre del monte, se encontraron varios muros de viviendas y restos arqueológicos, entre ellos un cilindro de piedra que actualmente está desaparecido.
La mayor parte de las alrededor de treinta viviendas que podemos observar hoy en día  fueron excavadas en 1927-1928 por los arqueólogos Pericot y Cuevillas
Es en esta época cuando se produce el hallazgo del petroglifo con la representación de una serpiente en posición heráldica.
En 1929 Pericot y Cuevillas localizaron una piedra con un trisquel labrado y unos amarraderos para el ganado.
En 1930 estos arqueólogos localizaron nuevas construcciones y numeroso material, como fíbulas, monedas romanas, tenazas de hierro, cerámica indígena y romana… Posteriormente, en los años 80 del siglo XX, será el arqueólogo José Manuel Hidalgo Cuñarro el que continúe con las excavaciones.
La primera población del castro de Troña comenzó en los siglos VI a V a.C, prosiguió durante los siglos IV a II a.C y concluyó en el siglo I d.C.  En un momento posterior, entre los siglos III y IV d.C, se produjo una ocupación ocasional por parte de ciudadanos galaico-romanos que habitaban en villas y explotaciones agro-ganaderas próximas.
El castro de Troña se caracteriza por una arquitectura en piedra monumental, por la presencia de una impresionante muralla defensiva y por una gran cantidad de unidades habitacionales, lo que supone que tenía una gran densidad de población.

Actualmente, el castro mide unos 200 m en su eje E-O y 150 m en el eje N-S. El recinto es de forma elíptica, con amplias terrazas al O y un ancho foso al E excavado en la roca.

El foso medía 18 m de altura y 10 m de ancho y servía de protección en el lugar en el que el acceso era más sencillo y por el que actualmente pasa la pista que conduce al castro. Además, el castro disponía de dos murallas que lo rodeaban y cuyo grosor varía de 5,5 a 1,5 m, con una altura de 2 a 5 m.

Se supone que al menos existían dos entradas, una al O en la segunda muralla y otra al E junto al torreón de la primera muralla.
El sistema defensivo se completaba con dos parapetos de piedra y tierra de 6 m de largo y 3 m de altura.
Las viviendas excavadas son de planta circular, elíptica, cuadrada y rectangular, y corresponden a diversas fases de construcción.
En varios hogares se han encontrado amarraderos y pilas o abrevaderos para el ganado.

También se ha relacionado el petroglifo del castro de Troña con la presencia de los sefes, un pueblo que debe su nombre a la raíz indoeuropea “saeph” (serpiente), y al que los romanos denominaban por este apelativo ya que en sus escudos estaba representada la efigie de este reptil.

En la excavación de 1982 dirigida por Hidalgo Cuñarro se realizó la datación del carbono 14 para la zona estudiada y se estableció una antigüedad del 275 a.C. En esa excavación se hallaron numerosos restos de cerámica de los siglos III a I a.C, algunos de los cuales son muy semejantes a otros encontrados en Numancia y fechados en el 133 a.C. Es de señalar la presencia de motivos decorativos de tipo estampillado, muy similares a los característicos de la Bretaña de los siglos III a I a.C. También se halló una cuenta de pasta vítrea azul proveniente del comercio marítimo o romano, objetos de bronce, como una cuenta de collar o pulsera del final de la Edad del Bronce o principios de la Edad del Hierro, así como los fragmentos de unos pendientes acampanados de los siglos V a IV a.C.

Estos restos demuestran, una vez más, que los castros formaban parte de una compleja red de asentamientos donde se desarrollaban relaciones comerciales y culturales con lugares muy alejados, tanto de la órbita atlántica como de la mediterránea.

Por sus características arquitectónicas y demográficas, así como por los restos arqueológicos, podemos suponer que el castro de Troña estaría gobernado por una clase aristocrática que dirigía el comercio de los bienes importados del sur la Península Ibérica.

Un aspecto muy destacable del castro da Troña son las insculturas grabadas en una roca que servía de base a una construcción castreña y en la que se aprecian figuras ovales y líneas rectas. Pero sobre todo destaca el hallazgo de un petroglifo en la acrópolis del castro, que representa la figura de una serpiente en posición heráldica.
El petroglifo de la serpiente de Troña está orientado hacia el E y situado en la cara vertical y lisa de una roca con forma de altar, en el que se sacrificarían víctimas que servirían de ofrenda en ceremonias rituales. En la parte superior de este altar se labró un canal por el cual correría la sangre de las víctimas hasta caer por la superficie en la que se halla grabada la inscultura de la citada serpiente.

Son varias las posibles interpretaciones de este grabado. Autores como Bouza Brey y López Cuevillas postularon la existencia de un culto ofiolátrico anterior a la llegada de la influencia indoeuropea, lo que vendría avalado por la representación de serpientes en megalitos, petroglifos, joyas y estelas.

También se ha relacionado el petroglifo del castro de Troña con la presencia de los sefes, un pueblo que debe su nombre a la raíz indoeuropea “saeph” (serpiente), y al que los romanos denominaban por este apelativo ya que en sus escudos estaba representada la efigie de este reptil.

Bosch Gimpera sostiene que sobre el 650-600 a.C llegó a la Península una oleada de pueblos indoeuropeos, entre los que estarían los sefesturones y nemetes. Los sefes habitaban las riberas del Rhin hasta que tuvieron que desplazarse debido a la presión que ejercían las tribus germanas. Según Bosch Gimpera, alrededor del 600 a.C. llegaron a la Meseta y continuaron hacia el O para instalarse en el valle del Coa (Vilanova de Foz), N de la Serra da Estrela y costa N de Portugal, así como en el S de Galicia a orillas del Miño.

La tercera interpretación que se ha planteado se basa en la presencia confirmada, en la zona costera del SO de Galicia, de navegantes fenicios que trajeron consigo nuevas creencias y mitos. No lejos del castro de Troña, a 50 km en la costa de A Guarda, se encuentra el castro de Santa Trega, un importantísimo emporion que importó una enorme cantidad de material procedente del comercio con los pueblos de navegantes mediterráneos. Desde Santa Trega estos materiales mediterráneos se distribuían por la zona y a otros castros, como el de Troña.

El castro de Troña se encuentra en esta área de influencia fenicia, por lo que es más que probable que estas comunidades galaicas entraran en contacto con la mitología púnica y especialmente con el culto a la diosa Astarté, a la que se suele representar con dos serpientes, una en cada mano. En la mitología fenicia también aparece la serpiente dragón alada de dos cabezas llamada Cronos Olam.

Para más información sobre las representaciones de serpientes en los castros de Troña y Penalba y el culto ofiolátrico en Galicia, podéis consultar otro artículo de mi blog:

https://oestrymnio.blogspot.com/2013/10/castros-de-penalba-y-trona-el-culto-la.html


Bibliografía:

Luis Pericot García y Florentino López Cuevillas.Excavaciones en la citania de Troña.

José Manuel Hidalgo Cuñarro. Excavaciones arqueológicas en el Castro de Troña. Campañas 1984-1986.

José Manuel Hidalgo Cuñarro y Eugenio Rodríguez Puentes. Dos modelos de hábitat castreño: castro de Troña y castro de Fozara.

Florentino López Cuevillas. Un barrio inédito del castro de Troña.

Florentino López Cuevillas y Fermín Bouza Brey. Os oestrimnios, os saefes e a ofiolatría en Galicia.


Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.

miércoles, 6 de septiembre de 2023

Petroglifos de Peñafadiel I

El grupo de petroglifos de Peñafadiel I se encuentra en Filiel, en la comarca de la Maragatería (León), en una llanura de montaña al pie del monte Teleno a la que se accede desde el pueblo de Lucillo por la carretera LE-6425 en dirección a Filiel.

Los motivos que aparecen representados son círculos, cazoletas simples y rodeadas de anillos, surcos, una figura oval, un cruciforme y tres laberintos. 

Se supone que primero se grabaron los laberintos y posteriormente las cazoletas.

La datación de la antigüedad de las distintas representaciones de laberintos es un aspecto sumamente controvertido y para el que no existe consenso. Las representaciones de laberintos encontradas en las rías de Vigo y Pontevedra están datadas en la transición entre el III y el II milenio a.C, aunque no resulta posible establecer de manera precisa su cronología.

Los laberintos de Peñafadiel se han vinculado con los del arte rupestre gallego y se han datado entre finales del Calcolítico y comienzos de la Edad de Bronce (III-II milenio a.C.), aunque otros autores plantean una cronología posterior entre el Bronce Final y la Edad de Hierro.



Bibliografía:

Juan Carlos Campos Gómez. Los laberintos prehistóricos del monte Teleno.

Antonio de la Peña Santos. Los petroglifos gallegos: grabados rupestres prehistóricos al aire libre en Galicia.

Antonio de la Peña Santos, José Manuel Rey García. El espacio de la representación. Una perspectiva territorial para el arte rupestre galaico.

Antonio de la Peña Santos, José Manuel Rey García. Ideología y sociedad en los grabados rupestres galaicos.

Antonio de la Peña Santos. El grupo galaico de arte rupestre.

Antonio de la Peña Santos. La investigación del arte rupestre en Galicia: estado actual y perspectivas de futuro.


Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.

miércoles, 21 de junio de 2023

Cibdá de Armea y Cripta de Os Fornos

 

Cibdá de Armea

La Cibdá de Armea es un poblamiento galaico-romano del siglo I d.C situado en el monte de las Muradellas o de los Pendóns, en la parroquia de Santa Mariña de Augas Santas (Allariz, Ourense).

Este asentamiento de época romana tiene unas dimensiones aproximadas de 357 m en el eje N-S y 169 m en el eje E-O.

Originalmente se ubicaba cerca de una derivación de la Vía XVIII del itinerario de Antonino, que iba desde Xinzo de Limia (Forum Limicorum) hacia el valle de Rabeda en dirección a Ourense (Auria), pasando por Allariz, Roiriz, Turzás y Santa Mariña de Augas Santas.

En las diversas excavaciones realizadas se han descubierto los restos de una gran vivienda ocupada entre los siglos II y III d.C, que fue construida sobre una vivienda anterior también de carácter romano, de época de Augusto (siglo I d.C.). Esta gran domus probablemente fue el centro desde el cual se administraba el territorio que iba desde el valle de Rabeda hasta la sierra de San Mamede.
La vivienda tenía muros de piedra sin labrar asentados sobre la propia roca que previamente había sido nivelada. Disponía de nueve estancias a distintas alturas, que se comunicaban entre sí mediante escaleras y corredores.
La entrada se encontraba frente al camino mientras que en el nivel superior estaban la cocina y dos almacenes. El techo era de teja y en la base había una serie de canales para la evacuación de las aguas.

Las diversas excavaciones realizadas en la Cibdá de Armea han puesto al descubierto gran variedad de elementos arquitectónicos, como columnas, fustes y capiteles.
Todas las edificaciones corresponden al período romano, siendo las más antiguas del siglo I d.C, las cuales se reutilizaron para la construcción de las distintas domus visibles actualmente.
Existe también una pequeña forja excavada en la roca, utilizada para fraguar las herramientas de metal empleadas en la construcción de las viviendas y demás labores de cantería, así como una pía cavada en otra roca y que probablemente fuera un lagar donde se prensaba aceite o vino.
Entre los objetos recuperados hay cerámicas, bronces, vidrios, una aguja de bronce, un hijo de oro y un colgante de piedra pulida. 
Si bien no se han encontrado ningún resto castreño, cerca del yacimiento de la Cibdá de Armea se hallaron dos estatuas de guerreros galaicos datadas en el siglo I d.C, en época Julio/Claudia.
La estatua del Guerrero I fue descubierta por Conde Valvís, el cual recuerda que siendo niño la veía junto con otra formando pareja en la baranda de la solana de una casa en Outeiro de Laxe. Años más tarde localizó ambas y ésta en concreto era utilizada como tapadera en un canal de agua, lo que ocasionó que se erosionara la zona inferior de la espalda. Se conocen referencias de los lugareños acerca de que, antiguamente, los niños solían jugar con una cabeza de piedra perdida en la actualidad y que posiblemente perteneciera a esta escultura.
Realizada en granito, actualmente sólo se conserva el torso cortado justo por debajo del cinturón y sus medidas son 70 de alto, 55 de anchura en los hombros y 36 cm de grosor. Viste una prenda de media manga o coraza que acaba por encima de los brazaletes de cuatro toros que luce en ambos bicéps. Está ceñida por un cinturón de 6 cm de ancho formado por dos baquetones o toros lisos paralelos. Tiene los brazos pegados al cuerpo, aunque el izquierdo está mutilado justo por debajo de los brazaletes. Se distinguen los dedos de la mano derecha, la cual descansa sobre el escudo redondo o caetra, liso y con umbo, mientras empuña una espada de hoja ancha y larga de mango rematado en pomo redondo, que sostiene en posición vertical contra el pecho.

La otra estatua del Guerrero II también apareció cerca de la Cibdá de Armea, partida en varios trozos y formando parte del paramento de una casa.

 

Basílica de la Ascensión y Cripta de Os Fornos

A escasos metros de la Cibdá de Armea se encuentran la Basílica de la Ascensión y la Cripta de Os Fornos, en una terraza posiblemente de origen antrópico situada en una pequeña vaguada por la que discurre el regato de O Regueiriño.

La Cripta de Os Fornos ha sufrido diversas reformas y modificaciones a través de los siglos. Originalmente debió tratarse de un baño o sauna asociada al período de ocupación de la Cibdá de Armea, de la que se conservan la pedra formosa y el depósito del agua.

Este tipo de saunas fueron construidas en tiempos de la ocupación romana, pero autores como Almagro y Moltó, aceptando esta datación, plantean que estos balnearios fueron el resultado de la pervivencia de una tradición prerromana relacionada con los ritos iniciáticos de guerreros galaicos.

Una vez que el cristianismo pasó a ser la religión oficial del Imperio romano, la sauna de la Cibdá de Armea se convirtió en un lugar de culto dedicado a Santa Mariña. Según cuenta la leyenda cristiana, Mariña era hija de Theudio, gobernador y sacerdote pagano de Xinzo a principios del siglo II d.C. La madre de Mariña murió al poco de nacer y la niña fue educada por una criada cristiana que la bautizó, lo que provocó el enfado de su padre el cual la abandonó. Años después el emperador Adriano envió a Galicia un prefecto llamado Olibrio, el cual casualmente se topó con Mariña que en ese momento tenía quince años. La joven estaba pastoreando el ganado y Olibrio quedó impresionado por su belleza, por lo que intentó seducirla pero ella lo rechazó. El prefecto romano mandó prenderla y Mariña fue enviada a Armea, donde fue torturada y posteriormente quemada en el Forno da Santa, pero como su cuerpo no ardía, sus captores la decapitaron en julio del año 138 d.C.

Durante la Alta Edad Media y dentro del proceso de cristianización del monumento, se realizó una profunda modificación de todo el conjunto. Sobre el balneario primitivo se construyó una estancia rectangular delante del horno y se reutilizó la pedra formosa, moviéndola de su ubicación original y abriendo una puerta con arco de medio punto a cuyos lados aparecen talladas en relieve lo que podrían ser dos serpientes.

Detrás de la pedra formosa hay una estancia que entre los siglos X y XII se cubrió con una bóveda de cañón de medio punto en sillería de granito, característica de los monumentos del románico gallego. Al fondo del todo se encuentra el horno, en una pequeña cámara con falsa cúpula rematada por una losa con un agujero a modo de chimenea.

Sobre todo este conjunto, entre finales del s. XIII y principios del XIV se comenzó a erigir la Basílica de la Ascensión, con una nave de tres tramos y ábside rectangular, la cual fue abandonada antes de finalizar su construcción.

Durante los siglos posteriores y coincidiendo con un interés creciente por la leyenda de la santa, se realizaron mantenimientos periódicos de la cripta, como reposiciones de los morteros de junta en los siglos XVI y XVII.

 

Bibliografía:

Rebeca Blanco Rotea, Patricia Mañana Borrazás, Cristina Mato Fresán, Alberto Rodríguez Costas. La Basílica de la Ascensión y Os Fornos (Allariz. Ourense).

Rebeca Blanco Rotea, Sonia García Rodríguez, Cristina Mato Fresán, Jorge Sanjurjo Sánchez. La basílica da Ascensión y os fornos (Allariz, Ourense) y la cristianización de la arquitectura en la antigüedad tardía.

J. Alarcão. As estátuas de guerreiros galaicos como representaçôes de príncipes no contexto da organizaçâo político-administrativa do noroeste préflaviano.

J. Alarcão. Arte do Bronze Final e da Idade do Ferro.

María Argota Recaj. La gran estatuaria en piedra del ámbito castreño: los llamados “guerreiros”.

Francisco Calo Lourido. Guerreiros galaicos. Catálogo.

Francisco Calo Lourido. A plástica da cultura castrexa galego-portuguesa.

M. Cardozo. La cultura de los castros del norte de Portugal.

A. González Ruibal. Galaicos: poder y comunidad en el Noroeste de la Península Ibérica.

F. Quesada Sanz. ¿Espejos de piedra? Las imágenes de armas en las estatuas de los guerreros llamados galaicos.

Javier Rodríguez-Corral. Las imágenes como un modo de acción: las estatuas de guerreros castreños.

Francisco Martins Sarmento. A propósito das estátuas galaicas.

Sergio Ríos. Edificios balnearios en castros del noroeste de la Península Ibérica. Precisiones en torno a sus características estructurales y cronología.


Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.