miércoles, 6 de septiembre de 2023

Petroglifos de Peñafadiel I

El grupo de petroglifos de Peñafadiel I se encuentra en Filiel, en la comarca de la Maragatería (León), en una llanura de montaña al pie del monte Teleno a la que se accede desde el pueblo de Lucillo por la carretera LE-6425 en dirección a Filiel.

Los motivos que aparecen representados son círculos, cazoletas simples y rodeadas de anillos, surcos, una figura oval, un cruciforme y tres laberintos. 

Se supone que primero se grabaron los laberintos y posteriormente las cazoletas.

La datación de la antigüedad de las distintas representaciones de laberintos es un aspecto sumamente controvertido y para el que no existe consenso. Las representaciones de laberintos encontradas en las rías de Vigo y Pontevedra están datadas en la transición entre el III y el II milenio a.C, aunque no resulta posible establecer de manera precisa su cronología.

Los laberintos de Peñafadiel se han vinculado con los del arte rupestre gallego y se han datado entre finales del Calcolítico y comienzos de la Edad de Bronce (III-II milenio a.C.), aunque otros autores plantean una cronología posterior entre el Bronce Final y la Edad de Hierro.



Bibliografía:

Juan Carlos Campos Gómez. Los laberintos prehistóricos del monte Teleno.

Antonio de la Peña Santos. Los petroglifos gallegos: grabados rupestres prehistóricos al aire libre en Galicia.

Antonio de la Peña Santos, José Manuel Rey García. El espacio de la representación. Una perspectiva territorial para el arte rupestre galaico.

Antonio de la Peña Santos, José Manuel Rey García. Ideología y sociedad en los grabados rupestres galaicos.

Antonio de la Peña Santos. El grupo galaico de arte rupestre.

Antonio de la Peña Santos. La investigación del arte rupestre en Galicia: estado actual y perspectivas de futuro.

miércoles, 21 de junio de 2023

Cibdá de Armea y Cripta de Os Fornos

 

Cibdá de Armea

La Cibdá de Armea es un poblamiento galaico-romano del siglo I d.C situado en el monte de las Muradellas o de los Pendóns, en la parroquia de Santa Mariña de Augas Santas (Allariz, Ourense).

Este asentamiento de época romana tiene unas dimensiones aproximadas de 357 m en el eje N-S y 169 m en el eje E-O.

Originalmente se ubicaba cerca de una derivación de la Vía XVIII del itinerario de Antonino, que iba desde Xinzo de Limia (Forum Limicorum) hacia el valle de Rabeda en dirección a Ourense (Auria), pasando por Allariz, Roiriz, Turzás y Santa Mariña de Augas Santas.

En las diversas excavaciones realizadas se han descubierto los restos de una gran vivienda ocupada entre los siglos II y III d.C, que fue construida sobre una vivienda anterior también de carácter romano, de época de Augusto (siglo I d.C.). Esta gran domus probablemente fue el centro desde el cual se administraba el territorio que iba desde el valle de Rabeda hasta la sierra de San Mamede.
La vivienda tenía muros de piedra sin labrar asentados sobre la propia roca que previamente había sido nivelada. Disponía de nueve estancias a distintas alturas, que se comunicaban entre sí mediante escaleras y corredores.
La entrada se encontraba frente al camino mientras que en el nivel superior estaban la cocina y dos almacenes. El techo era de teja y en la base había una serie de canales para la evacuación de las aguas.

Las diversas excavaciones realizadas en la Cibdá de Armea han puesto al descubierto gran variedad de elementos arquitectónicos, como columnas, fustes y capiteles.
Todas las edificaciones corresponden al período romano, siendo las más antiguas del siglo I d.C, las cuales se reutilizaron para la construcción de las distintas domus visibles actualmente.
Existe también una pequeña forja excavada en la roca, utilizada para fraguar las herramientas de metal empleadas en la construcción de las viviendas y demás labores de cantería, así como una pía cavada en otra roca y que probablemente fuera un lagar donde se prensaba aceite o vino.
Entre los objetos recuperados hay cerámicas, bronces, vidrios, una aguja de bronce, un hijo de oro y un colgante de piedra pulida. 
Si bien no se han encontrado ningún resto castreño, cerca del yacimiento de la Cibdá de Armea se hallaron dos estatuas de guerreros galaicos datadas en el siglo I d.C, en época Julio/Claudia.
La estatua del Guerrero I fue descubierta por Conde Valvís, el cual recuerda que siendo niño la veía junto con otra formando pareja en la baranda de la solana de una casa en Outeiro de Laxe. Años más tarde localizó ambas y ésta en concreto era utilizada como tapadera en un canal de agua, lo que ocasionó que se erosionara la zona inferior de la espalda. Se conocen referencias de los lugareños acerca de que, antiguamente, los niños solían jugar con una cabeza de piedra perdida en la actualidad y que posiblemente perteneciera a esta escultura.
Realizada en granito, actualmente sólo se conserva el torso cortado justo por debajo del cinturón y sus medidas son 70 de alto, 55 de anchura en los hombros y 36 cm de grosor. Viste una prenda de media manga o coraza que acaba por encima de los brazaletes de cuatro toros que luce en ambos bicéps. Está ceñida por un cinturón de 6 cm de ancho formado por dos baquetones o toros lisos paralelos. Tiene los brazos pegados al cuerpo, aunque el izquierdo está mutilado justo por debajo de los brazaletes. Se distinguen los dedos de la mano derecha, la cual descansa sobre el escudo redondo o caetra, liso y con umbo, mientras empuña una espada de hoja ancha y larga de mango rematado en pomo redondo, que sostiene en posición vertical contra el pecho.

La otra estatua del Guerrero II también apareció cerca de la Cibdá de Armea, partida en varios trozos y formando parte del paramento de una casa.

 

Basílica de la Ascensión y Cripta de Os Fornos

A escasos metros de la Cibdá de Armea se encuentran la Basílica de la Ascensión y la Cripta de Os Fornos, en una terraza posiblemente de origen antrópico situada en una pequeña vaguada por la que discurre el regato de O Regueiriño.

La Cripta de Os Fornos ha sufrido diversas reformas y modificaciones a través de los siglos. Originalmente debió tratarse de un baño o sauna asociada al período de ocupación de la Cibdá de Armea, de la que se conservan la pedra formosa y el depósito del agua.

Este tipo de saunas fueron construidas en tiempos de la ocupación romana, pero autores como Almagro y Moltó, aceptando esta datación, plantean que estos balnearios fueron el resultado de la pervivencia de una tradición prerromana relacionada con los ritos iniciáticos de guerreros galaicos.

Una vez que el cristianismo pasó a ser la religión oficial del Imperio romano, la sauna de la Cibdá de Armea se convirtió en un lugar de culto dedicado a Santa Mariña. Según cuenta la leyenda cristiana, Mariña era hija de Theudio, gobernador y sacerdote pagano de Xinzo a principios del siglo II d.C. La madre de Mariña murió al poco de nacer y la niña fue educada por una criada cristiana que la bautizó, lo que provocó el enfado de su padre el cual la abandonó. Años después el emperador Adriano envió a Galicia un prefecto llamado Olibrio, el cual casualmente se topó con Mariña que en ese momento tenía quince años. La joven estaba pastoreando el ganado y Olibrio quedó impresionado por su belleza, por lo que intentó seducirla pero ella lo rechazó. El prefecto romano mandó prenderla y Mariña fue enviada a Armea, donde fue torturada y posteriormente quemada en el Forno da Santa, pero como su cuerpo no ardía, sus captores la decapitaron en julio del año 138 d.C.

Durante la Alta Edad Media y dentro del proceso de cristianización del monumento, se realizó una profunda modificación de todo el conjunto. Sobre el balneario primitivo se construyó una estancia rectangular delante del horno y se reutilizó la pedra formosa, moviéndola de su ubicación original y abriendo una puerta con arco de medio punto a cuyos lados aparecen talladas en relieve lo que podrían ser dos serpientes.

Detrás de la pedra formosa hay una estancia que entre los siglos X y XII se cubrió con una bóveda de cañón de medio punto en sillería de granito, característica de los monumentos del románico gallego. Al fondo del todo se encuentra el horno, en una pequeña cámara con falsa cúpula rematada por una losa con un agujero a modo de chimenea.

Sobre todo este conjunto, entre finales del s. XIII y principios del XIV se comenzó a erigir la Basílica de la Ascensión, con una nave de tres tramos y ábside rectangular, la cual fue abandonada antes de finalizar su construcción.

Durante los siglos posteriores y coincidiendo con un interés creciente por la leyenda de la santa, se realizaron mantenimientos periódicos de la cripta, como reposiciones de los morteros de junta en los siglos XVI y XVII.

 

Bibliografía:

Rebeca Blanco Rotea, Patricia Mañana Borrazás, Cristina Mato Fresán, Alberto Rodríguez Costas. La Basílica de la Ascensión y Os Fornos (Allariz. Ourense).

Rebeca Blanco Rotea, Sonia García Rodríguez, Cristina Mato Fresán, Jorge Sanjurjo Sánchez. La basílica da Ascensión y os fornos (Allariz, Ourense) y la cristianización de la arquitectura en la antigüedad tardía.

J. Alarcão. As estátuas de guerreiros galaicos como representaçôes de príncipes no contexto da organizaçâo político-administrativa do noroeste préflaviano.

J. Alarcão. Arte do Bronze Final e da Idade do Ferro.

María Argota Recaj. La gran estatuaria en piedra del ámbito castreño: los llamados “guerreiros”.

Francisco Calo Lourido. Guerreiros galaicos. Catálogo.

Francisco Calo Lourido. A plástica da cultura castrexa galego-portuguesa.

M. Cardozo. La cultura de los castros del norte de Portugal.

A. González Ruibal. Galaicos: poder y comunidad en el Noroeste de la Península Ibérica.

F. Quesada Sanz. ¿Espejos de piedra? Las imágenes de armas en las estatuas de los guerreros llamados galaicos.

Javier Rodríguez-Corral. Las imágenes como un modo de acción: las estatuas de guerreros castreños.

Francisco Martins Sarmento. A propósito das estátuas galaicas.

Sergio Ríos. Edificios balnearios en castros del noroeste de la Península Ibérica. Precisiones en torno a sus características estructurales y cronología.


Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.


lunes, 5 de junio de 2023

Alcázares de Carmona

A lo largo de su historia, en la villa de Carmona llegó a haber hasta tres alcázares: el alcázar de Abajo o de la Puerta de Sevilla; el alcázar de Arriba, Real, de la puerta de Marchena o del Rey Don Pedro; y el alcázar de la Reina o de la Puerta de Córdoba.

Panorámica de Carmona desde el Alcázar de la Puerta de Sevilla

Alcázar de la Puerta de Sevilla

En este alcázar aún podemos distinguir restos de diferentes etapas históricas muy lejanas en el tiempo, siendo los más antiguos de época cartaginesa (siglo IX-VIII a.C), que corresponden a una fortificación de planta cuadrangular que se situaba alrededor de una torre.

Foso defensivo de época cartaginesa y romana

En época romana (siglos III-I a.C) se reforzó la estructura original púnica rodeándola de una gruesa muralla con cuatro puertas fortificadas, de las que actualmente se conservan la de Sevilla y la de Córdoba, habiendo sido destruidas la de Morón y la de Postigo. Esta estructura defensiva convirtió a Carmona en la ciudad mejor fortificada de la Bética. Los romanos también levantaron un templo del cual se conservan restos del pódium en el patio de los aljibes.

Restos del Podium romano

La siguiente etapa corresponde al período del emirato omeya de principios del siglo IX, caracterizado por un tipo de fortificaciones militares precarias identificables por el formato irregular de su factura. 

Murallas del Alcázar de la Puerta de Sevilla

A finales de ese siglo, en el año 878, tuvo lugar la más importante de las rebeliones andalusíes contra el emirato encabezada por Umar ibn Hafsún (846-918), un muladí y caudillo de Bobastro que durante treinta y ocho años llegó a enfrentarse con cuatro emires de Córdoba. En el año 913 ‛Abd al-Rahmān III ibn Muhammad ibn Abd Allah, al-Nasir (891-961), derrotó a ibn Hafsún y a los terratenientes yemeníes de los Banu Hachchach, apoderándose de su último baluarte en Qarmûna. 

Alcázar de la Puerta de Sevilla

La Cora de Qarmûna pasó a ser gobernada por una aristocracia burocrática cordobesa de origen árabe, la cual controlaba la riqueza agrícola y la actividad económica de este centro comercial donde se cruzaban los distintos caminos que recorrían las caravanas y que se extendía por los actuales ayuntamientos de Carmona, Campana, Fuentes de Andalucía, El Viso, Mairena del Alcor, Guadajoz y Torre Membrilla.

Alcázar de la Puerta de Sevilla

Disponemos de referencias del sabio andalusí Ibn Habîb (791-853) en las que se refiere a Carmona en este período histórico: “Cuando acabe el gobierno de los omeyas y gobierne un muladí o un bereber, entonces vendrán los lamentos. Cuando le venga de nuevo el gobierno de los omeyas, será el turno de Carmona. Después Córdoba será destruida de modo que sólo vivirán en ella los cuervos y el poder se trasladará a Sevilla…..”. “Cuando llegue la segunda matanza….., la calamidad se abatirá sobre Córdoba…. Entonces la gente se refugiará en Carmona”.

Puerta de la Cortina

Una vez desaparecido el Califato de Córdoba, el Reino Taifa de Qarmûna fue gobernado por la familia bereber de los Birzalíes (1013-1067), los cuales se habían asentado en la zona durante el reinado del califa al-Hakam II y cuyo antepasado Isháq al-Birzalí recibió el gobierno del territorio en tiempos de Almanzor. El primer rey de la taifa de Qarmûna fue Abu ‛Abd Allāh Muhammad ibn ‛Abd Allāh, al que le sucedió su hijo Ishāq ibn Muhammad ibn ‛Abd Allāh. El historiador Ibn Hayyān lo describe como un hombre firme, valiente y caballeroso, con cierta cultura, austero, contenido y moderado según dictaba la ortodoxia de la doctrina nākirí, una de las sectas de los jāriyíes ibādíes.


Primeras taifas (Instituto Geográfico Nacional)

En el año 1044 el rey de Sevilla, Abbad Ibn Muhammad, al Mutadid, atacó la villa de Carmona para luego continuar su ofensiva hacia los reinos berberiscos. En 1047-1048 Ishāq ibn Muhammad se unió a la coalición bereber que apoyó al autoproclamado califa al-Mahdi para ir contra el rey de Sevilla, el cual se oponía a los bereberes Banu Birzāl de Carmona.

Con la llegada de los almorávides, Qarmûna fue conquistada en 1091 por el emir Abu Bakr ibn Umar. En el período almohade, el cronista Ibn Sahib al-Sala estuvo en Qarmûna a finales de 1161, haciendo referencia a sus murallas, la fortaleza y a una torre llamada “el cuerno de cabra”.

Murallas del Alcázar de la Puerta de Sevilla

Durante el período musulmán comprendido entre los siglos IX a XII, en la fortaleza de Qarmûna se construyeron los muros, las barbacanas que rodean el Alcázar y un aljibe de 7 m de profundidad donde se almacenaban las aguas pluviales.

Torre del Homenaje, Patio de los Aljibes y Podium romano

A comienzos del siglo X se erigió el arco de herradura de la Puerta de Sevilla, mientras que el resto del conjunto es probablemente de época almohade.

Torre del Homenaje

La Puerta de Sevilla consta de dos vanos separados por un “intervallum”. 

Puerta de Sevilla desde el exterior del Alcázar

La primera puerta tiene un arco de herradura apuntado, otro de medio punto enmarcado por un alfiz y otros dos de medio punto unidos por una bóveda de cañón. La segunda puerta tiene dos arcos de medio punto y bóveda de cañón.

Puerta de Sevilla desde el interior del Alcázar

La Torre del Oro presenta claros elementos almohades, como el arco de herradura con alfiz por el que se accede al interior.

Torre del Oro y Patio de los Aljibes

El Salón de los Presos Bajo era la residencia de los alcaides y sirvió de presidio para los cautivos de clase social alta.

Patio de los Aljibes y salones de los Presos Bajo y de los Presos Alto

Hacia 1246 Carmona se sometió a los Hafsíes de Túnez, aliados de los almohades, siendo Abdulgely (Abd al-^Yalîl) su último gobernante antes de que en 1247 fuese conquistada por Fernando III. Los demás restos que se conservan de la Puerta de Sevilla son posteriores a 1247 y principalmente datan de la época del rey Pedro I.

Adarve de la muralla, matacán y saeteras
El Alcázar de la Puerta de Sevilla fue restaurado en 1975.

 

Alcázar de la Reina o de la Puerta de Córdoba

La puerta de Córdoba data de época romana (siglo I d.C) y se situaba en un extremo del cardo maximus, comunicando la ciudad con la Vía Augusta. No tenía un uso defensivo sino que era un monumento conmemorativo del poder de Roma.

Puerta de Córdoba

En época musulmana, la madîna de Qarmûna se extendía entre las puertas de Córdoba y la de Sevilla y justo al lado de la Puerta de Córdoba se situaba un alcázar que fue destruido por orden de Isabel de Castilla en octubre de 1478, a petición del regimiento de Carmona.

 

Alcázar del Rey Don Pedro

Este alcázar, conocido también como Alcázar de Arriba o Alcázar Real está situado en la parte más elevada de la villa de Carmona, a 255 m de altitud.

Puerta de Marchena: entrada al Alcázar Real

Sobre las ruinas del castillo almohade del primer tercio del siglo XIII, entre 1358 y 1366 el rey Pedro I mandó construir un palacio rodeado por dos perímetros amurallados que delimitaban en su interior una superficie de 15.000 m2. 

Entrada al patio de armas

Muy probablemente estas obras fueron realizadas por los mismos arquitectos y maestros de obras que habían trabajado en el alcázar de Sevilla, lo que explica las similitudes entre ambas construcciones.

Palacio del Rey Don Pedro

Sabemos que el palacio estaba en uso el 9 de enero de 1361, ya que cuando Pedro I se dirigía desde Sevilla a la guerra contra Aragón, se detuvo en Carmona para recibir en su nuevo alcázar a los diputados de Niebla. 

Palacio del Rey Don Pedro

Pedro I de Castilla, “el cruel” o "el justiciero", nació en Burgos el 30 de agosto de 1334 y murió en Montiel el 23 de marzo de 1369. Pedro I era hijo de Alfonso XI y de María de Portugal.

Pedro I "el cruel" o "el justiciero"

El cronista Pedro López de Ayala describió así a Pedro I: “Fue el rey Don Pedro asaz grande de cuerpo, é blanco e rubio, é coceaba un poco en la fabla. Era muy cazador de aves. Fue muy sofridor de trabajos. Era muy temprado é bien acostumbrado en el comer é beber. Dormía poco, é amó muchas mujeres. Fue muy trabajador en guerra. Fue cobdicioso en allegar tesoros é joyas. E mató muchos en su regno, por lo qual vino todo el daño que avedes oído”.

Los estudios realizados de los restos óseos de Pedro I concluyeron que en su infancia padeció una parálisis cerebral que le provocó una cojera y frecuentes trastornos de conducta, que explicarían en parte la gran cantidad de crímenes que cometió durante su vida.

El padre de Pedro I tuvo una amante, Leonor de Guzmán, con la que tuvo varios hijos, entre ellos Enrique de Trastámara, el cual fue constante enemigo de Pedro I durante todo su reinado. El 23 de marzo de 1350 falleció Alfonso XI y Pedro I accedió al trono con tan sólo 16 años. En 1350 Leonor de Guzmán fue encerrada en el Alcázar de la Puerta de Córdoba de Carmona y en 1351 María de Portugal ordenó que mataran a la antigua amante de su marido.

La última despedida. (A. Amorós y Botella. Museo del Prado) 
Leonor Núñez de Guzmán, amante del rey Alfonso XI de Castilla se
despide de su hijo Fadrique Alfonso de Castilla ante María de Portugal

Juan Alfonso de Alburquerque, noble de origen portugués, se hizo cargo del poder hasta 1353 y en junio de ese año Pedro I se casó con Blanca de Borbón, a la que abandonó sólo unos días después de haber consumado el matrimonio, confinándola en la villa de Arévalo. Pedro I vivió con su amante María de Padilla, con la que tuvo cuatro hijos, y años más tarde se casó con su otra amante Juana de Castro. Pronto Pedro I empezó a dar muestras de su crueldad. Cuenta López de Ayala que en 1358 invitó a Sevilla a su hermanastro Fadrique y cuando éste acudió lo mandó ejecutar y después comió imperturbable delante de su cadáver. En 1359 Pedro I ordenó la muerte de los dos hermanos menores del conde Enrique, hijos de Alfonso XI con Leonor de Guzmán y que se hallaban presos en Carmona. 

Palacio del Rey Don Pedro

En 1360 mandó dar cruel muerte al noble Pedro Núñez de Guzmán y en 1361 murió envenenada la reina Blanca de Borbón. Su relación con María de Padilla provocó la oposición de su hermanastro Enrique de Trastámara, a la que se unió Juan Alfonso de Alburquerque, pero el conflicto se resolvió en 1364 a favor de Pedro I y Enrique tuvo que huir a Francia en 1366.

Pedro I (G. Hernández Amores. Museo del Prado)

Pedro I defendió siempre a las minorías judías y musulmanas. Samuel ha-Leví, financiador de la Sinagoga del Tránsito de Toledo, llegó a ser tesorero mayor del Reino. También eran sobradamente conocidas sus buenas relaciones con el Reino Nazarí de Granada y su pasión por el arte mudéjar, motivos aprovechados por Enrique de Trastámara para exacerbar el antisemitismo en contra de su hermanastro. En 1366 el de Trastámara le declaró la guerra con apoyo del Reino de Aragón y del rey de Francia, y se autoproclamó rey de Castilla en el Monasterio de las Huelgas Reales de Burgos. Con ayuda del heredero de la Corona inglesa, conocido como el Príncipe Negro, el 3 de abril de 1367 las tropas de Pedro I derrotaron en Nájera a las de Enrique, el cual se vio obligado a huir nuevamente a Francia. Pedro I volvió a dar muestras de su inclemencia y mandó matar a Urraca Osorio, madre del noble Juan Alfonso de Guzmán, y a Martín Yáñez, su antiguo tesorero.

Entre 1367 y 1369 y dentro del contexto bélico de esta guerra civil castellana, Pedro I reforzó las defensas y abastecimientos de Carmona, levantando el perímetro amurallado exterior, incluyendo la puerta y su barbacana. Con estas obras, el alcázar de Carmona se constituyó como un baluarte que podría ofrecer mayor resistencia que Sevilla ante un ataque de sus enemigos.

Puerta y muralla del Alcázar Real

En septiembre de 1367 Enrique de Trastámara volvió a Castilla y comenzó una nueva guerra entre los hermanos. En 1368 ya había ocupado el centro de Castilla y puso bajo asedio Toledo. A la vista de cómo evolucionaba la guerra, a principios de 1369 Pedro I trasladó a su mujer, sus hijos y su tesoro a Carmona.

Palacio del Rey Don Pedro

El 14 de marzo de ese mismo año el ejército de Pedro I, con soldados del concejo de Carmona y tropas nazaríes, entabló batalla en Montiel con las huestes de Enrique, las cuales resultaron victoriosas.

Se acordó un encuentro entre los dos hermanos el cual tuvo lugar en una posada de Montiel la noche del 22 al 23 de marzo de 1369. Según cuenta López de Ayala, Enrique de Trastámara “firiólo con una daga en la cara: en dicen que amos á dos, el Rey Don Pedro é el Rey Don Enrique, cayeron a tierra, é el Rey Don Enrique le firió estando en tierra de otras feridas. E allí morió el Rey Don Pedro”.

Martín López de Córdoba, hombre de confianza del fallecido Pedro I, se hizo fuerte con sus tropas en Carmona y esperó el ataque de Enrique II “el fratricida”, el cual inició el asedio de la villa el 10 de noviembre de 1370. 

Enrique II

Ante la falta de víveres y suministros, López de Córdoba negoció la rendición y sus condiciones fueron aceptadas, por lo que Enrique II tomó la ciudad el 15 de mayo de 1371. 

Torre del Alcázar Real

Después de eso, mandó ejecutar a López de Córdoba y a los demás leales a Pedro I y se apoderó de su tesoro y de sus hijos: “Fazemos vos saber que en jucues, quinze días deste mes de mayo en que estamos, nos entregaron el alcaçar mayor de aquí de Carmona en el qual estatua ençerrado el traydor de Martín Lopez, et esto mesmo nos entregaron los fijos de don Pedro con todos los otros que en el dicho alcaçar estauan”.

El alcázar de Arriba de Carmona quedó casi totalmente destruido a consecuencia del terremoto ocurrido el 5 de abril de 1504 y posteriormente también resultó afectado por el terremoto de Lisboa de 1755. Además, en 1871 se construyó una plaza de toros y en 1976 el parador de turismo “Alcázar del Rey Don Pedro”, lo que supuso la destrucción del sector SE de la fortificación.

 

Bibliografía

Rafael Cómez Ramos. Alcázar de Carmona versus Alcázar de Sevilla.

Antonio Almagro Gorbea y  Jorge Maier Allende Real. El Alcázar Real de Carmona y su Sala de los Reyes.

Pablo Gumiel Campos. La intervención de Pedro de Castilla en el alcázar de Carmona.

Alfonso Jiménez Martín. La Puerta de Sevilla en Carmona.

María Jesús Viguera Molíns. Carmona en las épocas de almorávides y almohades.

Reyes Ojeda Calvo. Nuevos datos sobre la “Puerta de Córdoba” en época romana.


Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.