La Citania de
Briteiros se encuentra en el monte San Romão (336 m), a unos 15 km al N-NO de Guimaraes (provincia de Minho). Fue declarada Monumento Nacional en 1910.
El
monte San Romão se localiza en la margen derecha del río Ave, junto al acceso
que por el O conduce a las cumbres de la Sierra do Sameiro. Al E, más allá del
río, se divisan las cumbres que separan los valles del Ave y de Vizela y por
detrás de ellas, el monte da Penha. Debido a su situación estratégica, desde la
citania se podía dominar la navegación fluvial y la ruta comercial
entre el litoral y las montañas del interior, así como el corredor natural de
circulación S-N que va del valle del Duero al del Miño por donde en época
romana se construyó la vía que unía Bracara y Emerita Augusta.
Las primeras
excavaciones de la citania de Briteiros fueron realizadas por Martíns Sarmento
(1875-1889), después las continuó Mário Cardozo (1930-1950) y entre los años 2005 y 2010 se realizaron sondeos puntuales en la
acrópolis.
Actualmente el área
urbanizada conocida corresponde a la parte superior de la citania o acrópolis,
delimitada por la primera muralla y las edificaciones de la ladera E, lo que
supone en total una superficie de unas 7 ha con aproximadamente 104 unidades
habitacionales, dispuestas en barrios separados por calles pavimentadas y
delimitadas por muros. El área excavada hasta el momento supone algo menos de
la mitad de la superficie total, dejando al descubierto los estratos superiores que
corresponden al siglo I a.C y posteriores.
Las
murallas
Además de la defensa
natural que supone la fuerte pendiente de las laderas, la citania contaba con
tres líneas de murallas y una cuarta al NE, que la delimitaban y de las que
actualmente se han reconstruido unos 2500 m.
La anchura de las
murallas es de unos 2 m, aunque llega a los 3 m en los puntos más reforzados, y
su altura varía entre los 2 y 4 m. La primera línea de muralla delimita la
parte superior de la citania y se sitúa en la parte O del castro. Presenta un
corredor de circulación interno y aún conserva una de sus puertas.
Desde lo alto de esta muralla se observan las otras tres dispuestas a lo largo de la ladera NO. En la ladera N, que es el lado más vulnerable de la fortificación, las tres murallas están muy próximas, entre unos 30-40 m una de la otra. Además, en esta zona existe un cuarto muro avanzado perpendicular a la muralla exterior y situado a unos 150 m de ésta, así como dos fosos excavados en la roca. Por el E, la muralla interior está a unos 40 m de distancia de la media y a unos 100 m de la exterior.
Desde lo alto de esta muralla se observan las otras tres dispuestas a lo largo de la ladera NO. En la ladera N, que es el lado más vulnerable de la fortificación, las tres murallas están muy próximas, entre unos 30-40 m una de la otra. Además, en esta zona existe un cuarto muro avanzado perpendicular a la muralla exterior y situado a unos 150 m de ésta, así como dos fosos excavados en la roca. Por el E, la muralla interior está a unos 40 m de distancia de la media y a unos 100 m de la exterior.
La segunda muralla
corre paralela a la primera por el E hasta el extremo SE de la cumbre, donde se
encuentra la casa del Concello.
Desde este punto desciende en dirección S describiendo un amplio arco. La tercera muralla es la más larga y su trazado es irregular. Se dirige hacia el NO separándose de las dos anteriores, de manera que delimita un área muy amplia.
Casa del Consejo |
Desde este punto desciende en dirección S describiendo un amplio arco. La tercera muralla es la más larga y su trazado es irregular. Se dirige hacia el NO separándose de las dos anteriores, de manera que delimita un área muy amplia.
Las tres murallas
convergen al NE y en ellas se distinguen al menos siete puertas de acceso,
cuyas dimensiones varían entre los 1,5 y los 2,5 m de largo. En algunas aún se
aprecian los rebajes en la piedra en los que encajaban las puertas de madera, que
se abrían en vertical, de abajo a arriba. También se han excavado escaleras y
rampas que permitían acceder a la parte superior.
Las murallas cumplían
varias funciones. Además de proteger una superficie intramuros de unas 24 ha,
también servían para controlar la circulación interna y para separar el interior de la citania en barrios, según las
clases sociales y las actividades y labores realizadas en cada uno de ellos.
Para algunos
investigadores la existencia de unas defensas tan formidables demuestra que
estas poblaciones se encontraban en un estado de guerra permanente, mientras
que para otros su función era sobre todo simbólica, como expresión de poder y
para intimidar y disuadir a los enemigos.
El
urbanismo de la citania
Las grandes citanias
del NO peninsular fueron construidas siguiendo un “proto-urbanismo castreño de
influencia mediterránea” (Sande Lemos),
que se caracterizaba por un diseño
basado en un eje principal, de N a S, que se ramificaba ortogonalmente en
calles transversales formando barrios, los cuales a su vez se subdividían, por
lo general, en cuatro unidades habitacionales en cada una de las cuales residían
los miembros de una familia extensa. Las unidades habitacionales estaban
compuestas de 4-5 edificaciones circulares y angulares, que convergían en un
patio común con el suelo enlosado.
Este primitivo diseño
urbanístico es característico de la Segunda Edad de Hierro (entre el siglo II a.C
y la campaña militar de Decimus Junius Brutus en 137 a.C). Algunos
autores lo interpretan como una muestra de la influencia romana, lo mismo que
la construcción de edificios públicos de carácter político, religioso o
utilitario, mientras que para otros es el resultado de los contactos existentes
con los ámbitos iberos y púnicos. En todo caso, de lo que no cabe duda es que
la estructura básica del poblado es anterior.
Las excavaciones han
dejado al descubierto al menos seis ejes, siendo el principal el de la calzada más larga y ancha que cruza la
citania en dirección SO-N, pasando junto a la sauna, subiendo por la ladera E y
atravesando los barrios residenciales hasta acabar en el sector NE de la
acrópolis. De esta gran calzada parten hacia el O dos calles al pie de la
ladera, mientras que al NE se cruza con otra calle que divide en la acrópolis
en dos, de E a O.
La calle principal de la acrópolis discurre de NE-SE y de
ella parten otras dos calles en dirección SE, las cuales descienden por la
empinada ladera hasta desembocar en el eje central que une la planicie superior
con la terma.
Este sistema de
calles ascendía hasta la acrópolis salvando la fuerte pendiente de manera suave
y adaptándose a la vertiente oriental del poblado. Es posible que todas las
calles estuvieran pavimentadas con una argamasa dura de arena granítica
compactada, sobre todo en las zonas en las que la superficie era más irregular.
En otras, sin embargo, no era necesario ya que las propias rocas cumplían esta
función.
Las
viviendas
El sistema de calles
descrito conformaba una serie de barrios que a su vez se dividían en unidades
habitacionales, cada una de ellas delimitada por un muro y compuesta por varias
construcciones, por lo general de planta circular, una de las cuales era la habitación
principal de la familia mientras que en las otras residían los demás miembros. También
había dependencias de planta rectangular que se empleaban como almacén para los
aperos, despensa o establo, así como unas pequeñas cisternas en las que se
almacenaba el agua de lluvia.
Los muros de las
viviendas tenían una anchura de 40-50 cm y contaban con dos revestimientos, el
interior de piedras pequeñas dispuestas irregularmente y el exterior de piedras
mayores, unidas con una argamasa a base de tierra y barro. El diámetro interior
de las viviendas era de alrededor de 5 m y el suelo no solía estar empedrado
sino que estaba cubierto de arena fuertemente compactada. Probablemente cada
dependencia tendría su propio techo, aunque cabe la posibilidad de que fuera
único para todas ellas.
Cada uno de estos complejos o unidades habitacionales orientaban las puertas de las distintas estructuras hacia un patio central, frecuentemente enlosado, en el que si situaban uno o más bancos.
Este patio era el punto central de la vida familiar donde se realizaban las tareas cotidianas, se cocía la cerámica y se desarrollaba la metalurgia del bronce y el hierro.
Cada uno de estos complejos o unidades habitacionales orientaban las puertas de las distintas estructuras hacia un patio central, frecuentemente enlosado, en el que si situaban uno o más bancos.
Este patio era el punto central de la vida familiar donde se realizaban las tareas cotidianas, se cocía la cerámica y se desarrollaba la metalurgia del bronce y el hierro.
En la acrópolis,
donde residían las familias más importantes, existían al menos ocho bloques de viviendas cada una de ellos
compuesto por 6-8 unidades habitacionales. En esta zona se encuentra una
edificación de grandes dimensiones, donde probablemente se reunía el consejo
del poblado, y también podemos ver dos casas reconstruidas, aunque de manera
incorrecta, ya que sus paredes son demasiado altas y no se corresponden con el
tamaño de las originales.
En una de las
viviendas, situada en uno de los puntos más altos de la citania, apareció una
inscripción en latín diciendo que se trataba de la Casa de Coronero, hijo de Câmalo,
nombre muy frecuente en la antroponimia del NO peninsular. En esta vivienda,
Martins Sarmento halló gran número de elementos arquitectónicos decorados, lo
que parece indicar una relación entre el estatus de la familia y la ornamentación
de las paredes.
Dintel de la casa Camalo. Museu da Cultura Castreja (San Salvador de Briteiros) |
Las excavaciones
realizadas en la ladera E de la citania han dejado al descubierto dos núcleos
residenciales en los que predominan construcciones rectangulares con diferentes
estructuras internas, algunas de ellas circulares, así como un sector destinado
a establos para los caballos y almacenes con estructuras de madera. También es
de destacar que al O de la citania existe un
“domus”, que dataría de la
fase romana del poblado.
La
casa del consejo
Al S de la acrópolis
se encuentra la casa del Consejo, un
edificio circular de alrededor de 11 m de diámetro, en cuya pared interior hay
un banco corrido. Está situado en una zona amplia y despejada junto a la
primera muralla, sin viviendas próximas. Desde este lugar se contempla un
amplio panorama del río Ave y gran parte del área de influencia de la citania:
las tierras cultivables situadas entre la Ribeira da Várzea y el río Ave, la
parte navegable del río y el corredor natural entre los valles del Miño y el
Duero.
En este enclave
privilegiado se reunía el órgano colegiado que gobernaba el poblado y se encargaba
de la toma de decisiones, y que estaba formado por los ancianos y notables de
los principales linajes y familias.
Las
saunas
La citania de
Briteiros disponía de al menos dos saunas, una de las cuales (Briteiros I) se
conserva íntegramente, mientras que de la otra (Briteiros II) tan sólo se ha
salvado su pedra formosa. Ambas
estaban provistas de un horno donde se calentaban las piedras sobre las que se
vertía agua para producir vapor, una chimenea, cámara caliente, antecámara
abierta y patio con pilón para baños de agua fría.
La sauna
de Briteiros I se encuentra al SO a unos 100 m del núcleo principal del
castro, dentro de los muros del poblado entre el recinto medio y el exterior,
cerca de la puerta de acceso de la muralla. Esta separación se explica por la
menor dificultad para excavar en las partes más bajas del monte, al no haber
afloramientos graníticos, y por la facilidad para captar el agua necesaria para
el balneario.
Esta sauna fue
descubierta en septiembre de 1930, cuando se realizaban las obras de
construcción de la carretera nacional 309 entre Briteiros y Braga, la cual
cortó dos líneas de murallas situadas en la ladera E. Tras una negociación se
llegó al acuerdo de desviar la carretera, lo que permitió preservar el
edificio, el cual fue excavado y restaurado por Ricardo de Freitas Ribeiro poco
después de haber sido descubierto. Su estado de conservación es muy bueno y la
planta del edificio se ha conservado íntegramente, aunque la cubierta fue
levemente afectada por la construcción de la carretera y la canalización de
piedra que abastecía de agua al balneario fue destruida totalmente.
La longitud total del edificio es de 12,40 m y el acceso desde el exterior se hacía a través de tres tramos de escalera que descienden a un patio a cielo abierto y orientado al O.SO, de 3,90 m de largo y 3,10 m de ancho, con el suelo enlosado con piedras pequeñas e irregulares. Este atrio podía ser tapado en otoño e invierno con una cubierta de ramas que se retiraba cuando llegaba la primavera. En la parte O del patio hay un tanque de agua de 2,80 m de largo y 1 m de ancho, con dos lados comunes a las paredes del patio y el lado largo exento formado por losas verticales de 75 cm de altura y 20 cm de grosor. El borde superior de este lado está desgastado, como si en él se hubiera afilado instrumentos metálicos, formando varios arcos.
La longitud total del edificio es de 12,40 m y el acceso desde el exterior se hacía a través de tres tramos de escalera que descienden a un patio a cielo abierto y orientado al O.SO, de 3,90 m de largo y 3,10 m de ancho, con el suelo enlosado con piedras pequeñas e irregulares. Este atrio podía ser tapado en otoño e invierno con una cubierta de ramas que se retiraba cuando llegaba la primavera. En la parte O del patio hay un tanque de agua de 2,80 m de largo y 1 m de ancho, con dos lados comunes a las paredes del patio y el lado largo exento formado por losas verticales de 75 cm de altura y 20 cm de grosor. El borde superior de este lado está desgastado, como si en él se hubiera afilado instrumentos metálicos, formando varios arcos.
La pila recibía el agua que era llevada desde una fuente, actualmente seca, situada a mitad de la ladera NE del castro, mediante un canal de piedra que en su día estaba cubierto con losas.
Aljibe de agua y canalización del agua hacia la terma. |
El caño, en su parte final, se bifurcaba de modo que el agua se podía enviar al tanque o desviarla al exterior de la sauna. El patio cumplía una doble función, como vestuario y para darse baños fríos, con abluciones o inmersiones parciales en la pila.
Tras el patio,
pasando una puerta, se encuentra una antecámara rectangular de 2,55 m de largo
por 2,20 m de ancho, que estaba soterrada y cuyo suelo está formado por tres
losas. La cubierta consiste en un tejado de losas a dos aguas. Al no existir un
cierre que la aislara del patio y evitará la pérdida de calor, es de suponer
que la entrada podía estar tapada con alguna tela o cortina. La antecámara
constituía la estancia templada, donde el cuerpo se iba aclimatando antes de pasar
a la temperatura cálida de la cámara.
Al fondo se sitúa la pedra formosa, un monolito de gran
tamaño rematado a dos aguas, que sirve de separación entre la antecámara y la
cámara, aportando una gran estanqueidad y por tanto un mayor aislamiento, impidiendo
que se escape el calor.
El único acceso a la cámara se realizaba por un estrecho
hueco semicircular situado en la base de la pedra formosa, por el que puede
pasar un individuo ayudándose de unos pequeños asideros labrados en la propia
piedra.
La parte anterior de la pedra formosa, que
da a la antecámara, presenta una decoración probablemente de tipo ritual con
triskeles y otros motivos, así como una pequeña inscripción latina “AVCA”. En su parte posterior, la de la
cámara, hay grabados unos surcos y un círculo con una cruz inscrita.
Al otro lado de la
pedra formosa encontramos una cámara de planta rectangular de 2,90 m de largo y
2,20 m de ancho. Su suelo está cubierto con tres grandes losas de granito, en
cuyo centro hay un caja rectangular de 30X18 cm. Las paredes laterales tienen
una altura de 1,10 m y 25 cm de grosor, constando la derecha de cuatro losas
rectangulares y verticales y la izquierda de tres. Esta cámara estaba cubierta
por un techo a dos aguas de losas de 1 tm de peso cada una y se hallaba
totalmente enterrada.
La última dependencia
es la cabecera, orientada al E.NO, en la que se encuentra el horno y a la que
se accede desde la cámara mediante una puerta rectangular de 1,56 m de largo
por 1,10 m de ancho, con dos jambas sobre las que reposa un dintel. En este
horno se calentaban unos bloques de granito y cuarzo, mineral de gran capacidad
calorífica y resistencia a la fractura por enfriamiento brusco, sobre los que
se echaba el agua para producir vapor.
El horno tiene planta de herradura (ultra semicircular), con un eje de 2,20 m y el otro de 1,80 m, y está provisto de una chimenea en falsa cúpula de mampostería de grandes bloques, en cuyo remate hay un orificio circular para la salida del humo. El pavimento es de losas pequeñas e irregulares y sus paredes, aparejadas con dos hiladas de grandes sillares verticales de 1,40 m de altura, se curvan ligeramente hacia el interior. Sobre esta hilada hay una tercera de piedras de menor tamaño. La altura de la cámara es de 1,70 m y se conservan dos losas de su techo plano, una de las cuales sirve de dintel a la puerta de entrada antes descrita y a través de la cual el calor pasaba a la cámara.
La excepcional pedra formosa de Briteiros II presenta
una decoración única que rompe con los diseños clásicos para este tipo de
piezas, en la que podemos apreciar lo que parece ser una cabaña hecha con
urdimbres de cesta y con tejado en punta, ante la cual aparece una posible
representación de un antropomorfo con brazos y cabeza. Podemos contemplarla en
el Museu da Cultura Castreja (Solar
da Ponte. San Salvador de Briteiros), donde además hay una interesantísima
exposición de diversos restos hallados en las excavaciones de 2002, 2005 y
2006.
Estrabón (III, 3, 6)
describe estos balnearios del NO peninsular, donde los habitantes de los
castros tomaban baños de vapor y después se lavaban con agua fría. Los usuarios
bajaban por unas escaleras hasta el patio exterior, donde se desvestían y
lavaban. Luego, para ir aclimatándose, pasaban a la antecámara donde había una
temperatura templada. Desde aquí, a través del agujero de la pedra formosa,
accedían a la sauna de la cámara. Luego se realizaba el recorrido en sentido
inverso para finalizar en el patio donde los usuarios se daban un vigorizante
baño frío.
Si bien estas saunas eran públicas, no se
puede determinar si su uso era abierto a todos los habitantes o limitado para
determinados grupos o familias. Aunque
probablemente fueran construidos en época romana, es posible que los baños castreños fueran el resultado de la pervivencia de una
tradición balnearia prerromana. La
simbología religiosa de las pedras formosas lleva a algunos autores a suponer
que en estos balnearios tenían lugar rituales iniciáticos de guerreros
castreños, mientras que otros hipotetizan con la posibilidad de que se
realizaran baños rituales de carácter medicinal, en los que se empleaban
aceites, plantas y otros elementos. Este tipo de baños sanatorios, en los que
intervienen el fuego, el agua y el vapor, son característicos del ámbito
cultural indoeuropeo y védico.
Otros
restos arqueológicos
En las distintas
excavaciones realizadas en la citania de Briteiros, principalmente por Martíns
Sarmento y Mário Cardozo, se han encontrado un gran número de objetos y
utensilios que nos permiten conocer cómo era la vida de sus habitantes.
Entre los restos
pétreos hay amarraderos para el ganado y pías para el alimento de animales
domésticos, muelas de molino, pulidores, trituradores y pesos de redes. Por lo
que se refiere a objetos de metal los hay de bronce, como armas, aperos
agrícolas, calderos, cuentas con serpentiformes grabados, fíbulas (algunas con
incrustaciones de plata) y alfileres para el pelo. Entre los utensilios de
hierro se encontraron puntas de lanza, un sacho y hachas. También aparecieron
pequeñas barras de plomo y de estaño.
Amarradero para el ganado. Museu da Cultura Castreja (San Salvador de Briteiros) |
El material cerámico indígena
corresponde a objetos de uso doméstico, como cerámica lisa, principalmente loza
de cocina y mesa. Otro objeto encontrado es una hermosa taza de vidrio de color
verde claro. También hay que
mencionar la existencia de indicios de cremaciones realizadas en el interior de
las viviendas, en fosas o bajo las losas de los patios. Así, en una esquina en
el interior de una casa, se halló un vaso que contenía unos aretes de oro y que
parece ser la urna funeraria de una mujer.
Vaso funerario. Museu da Cultura Castreja (San Salvador de Briteiros) |
En Briteiros se
encontraron dos esculturas humanas realizadas con una técnica muy tosca. Una es
un bajorrelieve de 40X30 cm con representaciones de dos figuras humanas y la
otra una estatua femenina de 45 cm de altura.
No lejos, en el cercano castro de Santa Iria, se halló una cabeza de piedra.
Bajorrelieve. Museu da Cultura Castreja (San Salvador de Briteiros) |
No lejos, en el cercano castro de Santa Iria, se halló una cabeza de piedra.
Cabeza humana del castro de Santa Iria. Museu da Cultura Castreja (San Salvador de Briteiros) |
Por lo que se refiere
a la cerámica romana, han aparecido ánforas del I a.C al I d.c, cerámicas rojas y del tipo terra sigillata de los siglos I y II, así
como restos de cerámica indígena con la inscripción latina CAA.
La influencia romana
se aprecia en diversas inscripciones con grafías latinas toscamente grabadas, probablemente
por algún indígena: CAMAL, CRON...CAMALI,
CAMALI DOMI CATVRO, CORONERI CAMALI DOMUS, CANICI, LARI, AVREI, CATVRO VIRIATI,
TALABARI, CORV...ABE...MEDAMVS CAMALI. Como se puede apreciar, muchas de
ellas se corresponden con antropónimos ibéricos, como Camalus, Aureius, Lárius, Canicus, Caturo, Viriatus o Talabarus.
Dintel de la casa Coroneri-Camali. Museu Arqueolóxico da Sociedad Martíns Sarmento (Guimarães) |
Los
pobladores de la citania de Briteiros y su organización social y económica.
Monte
San Romão pudo haber sido un lugar sagrado para las comunidades neolíticas y
calcolíticas, como lo atestigua la presencia de grabados rupestres que
se remontan al Neolítico Final y Calcolítico. La mayor parte de estos
petroglifos debió resultar destruida en el
proceso de edificación de la citania y tan sólo se conservan algunos motivos circulares y dos grabados pediformes
en la zona del balneario.
Los restos arqueológicos más antiguos que han llegado a nuestros días, corresponden a la población de principios del I milenio a.C, en la denominada Edad de Bronce Atlántico Final (siglos X-IX a.C).
Petroglifo pediforme |
Los restos arqueológicos más antiguos que han llegado a nuestros días, corresponden a la población de principios del I milenio a.C, en la denominada Edad de Bronce Atlántico Final (siglos X-IX a.C).
¿Quiénes eran estos
indígenas que vivían en Portugal y el S de Galicia? Tradicionalmente se
denominan Oestrymnios a los
aborígenes del NO de la Península Ibérica. Se trata de una antigua población
eneolítica y posteriormente de la Edad de Bronce, probablemente procedente del
N de África.
Autores como Ptolomeo, Plinio y Mela describen a las tribus prerromanas que habitaban el SO de Galicia y NO de Portugal y las denominan como grovii, limici, leuni, seurbi, brácari... A ojos de los geógrafos e historiadores griegos y romanos, estas tribus constituidas de manera natural por familias y clanes, formaban un pueblo salvaje que había convertido la guerra en una de sus principales ocupaciones. Las primeras referencias en textos históricos sobre estas poblaciones indígenas son las que aparecen cuando se incorporaron como mercenarios en los ejércitos cartagineses de Aníbal en el siglo III a.C. A pesar de esto, actualmente son muchos los autores que ponen en cuestión el carácter guerrero de estas poblaciones y consideran que sus principales ocupaciones eran la agricultura y la ganadería.
Autores como Ptolomeo, Plinio y Mela describen a las tribus prerromanas que habitaban el SO de Galicia y NO de Portugal y las denominan como grovii, limici, leuni, seurbi, brácari... A ojos de los geógrafos e historiadores griegos y romanos, estas tribus constituidas de manera natural por familias y clanes, formaban un pueblo salvaje que había convertido la guerra en una de sus principales ocupaciones. Las primeras referencias en textos históricos sobre estas poblaciones indígenas son las que aparecen cuando se incorporaron como mercenarios en los ejércitos cartagineses de Aníbal en el siglo III a.C. A pesar de esto, actualmente son muchos los autores que ponen en cuestión el carácter guerrero de estas poblaciones y consideran que sus principales ocupaciones eran la agricultura y la ganadería.
Sin duda el motivo
que llevó a los brácaros a establecerse en Briteiros fue su enorme importancia
estratégica, al tratarse de un punto intermedio entre el litoral, los ríos Miño
y Duero y las montañas del interior. Desde este emplazamiento se dominaba el
valle del río Ave, a través del cual llegaban los productos procedentes de la
costa, principalmente la sal, así como bienes de lujo de origen mediterráneo,
como telas o cuentas de collar. A la vez, desde el interior se llevaban hacia
la costa metales, como el oro, la plata y el estaño.
Además, los brácaros de Briteiros disponían de gran
variedad de recursos alimentarios. La agricultura se desarrollaba en los valles
de las vertientes que se extendían hasta el Monte do Sameiro. En los prados húmedos se cultivaba millo y lino y en
los más secos trigo y cebada. Al principio las semillas eran introducidas en
piedras cóncavas y se aplastaban a mano con una piedra cilíndrica, pero
alrededor del siglo IV a.C se comenzaron a utilizar los molinos en los que una
muela de piedra giraba sobre otra fija. La cebada fermentada se empleaba para
elaborar cerveza y con la llegada de los romanos comenzó el consumo del vino.
Molinos |
Los bosques
de roble y alcornoque suministraban bellotas para el ganado porcino y quizás
también para las personas, mientras que en las
laderas de las montañas situadas al N y NE, en dirección a las cumbres de
Falperra y Sameiro, se alimentaba y criaba ganado bovino, ovino y caprino.
Además, el río Ave, situado a menos de 30
minutos caminando desde la citania, les proporcionaba pescado y también pepitas
de oro que obtenían cribando las arenas de las playas fluviales.
También disponían de
abundante material de construcción proveniente de los enormes afloramientos graníticos situados en la parte
superior del monte. Para la extracción de la piedra se empleó un método que
consistía en realizar líneas de fractura en las rocas mediante pequeños
orificios, en los que se introducían cuñas de madera que se dilataban al ser
mojadas, lo que provocaba que el granito se quebrase al ejercer presión sobre
él.
Los restos
arqueológicos encontrados muestran como los habitantes de la citania de
Briteiros se organizaban en grupos familiares especializados en determinadas
actividades, como por ejemplo la metalurgia o la
fabricación de cerámica para consumo propio y para su venta.
Dintel con grabados de herramientas de herrero. Museu Arqueolóxico da Sociedad Martíns Sarmento (Guimarães) |
El progreso
económico vinculado a la metalurgia, llevó aparejada la aparición de artesanos
especializados que se agrupaban por barrios, como lo demuestra el hecho de que
en sus viviendas aparecieran grabados decorativos específicos de su trabajo,
como por ejemplo tenazas.
Jambas con grabados de tenazas.
Museu da Cultura Castreja (San Salvador de Briteiros)
Las diferencias entre
las distintas construcciones, su decoración y los utensilios hallados, reflejan
que existían apreciables diferencias sociales y económicas entre los
habitantes. La necesidad de defensa de los bienes producidos, de elevado valor
económico, así como el desigual reparto de la riqueza, se tradujeron en un
aumento de la jerarquización a favor de una oligarquía de carácter militar que
ocupaba sus propios barrios en el centro de la acrópolis, donde se han
encontrado los nombres de muchas de estas familias grabados en numerosas
inscripciones en latín (Corenerus Camali,
Medamus Camali..).
Los ancianos y
notables de estos linajes dominantes se reunían en la gran casa del Concello,
al S de la acrópolis, donde decidían cómo se tenía que realizar el reparto de
los recursos colectivos y resolvían los problemas, querellas y litigios que les
eran planteados.
La
influencia romana.
La presencia romana
en Galicia comenzó en el 137 a.C con la campaña de castigo contra la Lusitania
emprendida por Decimus Junius Brutus y
que le llevó hasta el río Limia, para después continuar avanzando hasta el Miño
y alcanzar la costa. Decimus Junius Brutus se enfrentó a los brácaros, a los
que sometió pese a que en su ayuda acudieron sesenta mil galaicos de las
tierras situadas al N del Miño. La derrota infringida por Decimus Junius a los
galaicos le valió el sobrenombre de Callaecus.
Con la llegada de los
romanos se produjo una reestructuración política y militar de las poblaciones
indígenas, que tuvo su reflejo en la reordenación del territorio. La población,
que hasta entonces había habitado en pequeños castros, se agrupó en citanias
con una gran densidad demográfica. El proceso de crecimiento de la citania de
Briteiros fue constante hasta que alcanzó su apogeo en los siglos II-I a.C,
llegando a ser el poblado fortificado más importante del NO peninsular y
probablemente uno de los mayores de la fachada atlántica europea, con más de
1500 habitantes. En esta época, la citania de Briteiros funcionaba y se regía
como una auténtica ciudad-estado, al igual que otras citanias situadas entre
los ríos Duero y Miño.
La romanización del
NO se produjo en el reinado de los Flavios (Vespasiano, Tito y Domiciano), del
69 al 96 d.C. Los romanos organizaron una red administrativa cuyos ejes eran:
Bracara Augusta (fundada en 16 a.C ), Lucus Augusti y Asturica Augusta. Bracara
era la capital de la Callaecia, que incluía toda Galicia, N de Portugal y la
mayor parte de Asturias. Los pueblos del N de Portugal y los de las Rías Baixas
estaban muy relacionados y mostraban gran similitud, diferenciándose claramente
de los habitantes del N de Galicia y Asturias, que se hallaban más influidos
por los cántabros.
La citania de
Briteiros continuó siendo habitada durante los siglos I y II d.C, hasta
probablemente el siglo IV de nuestra era. El dominio romano no parece haber
influido en la vida del poblado, aunque la presencia de numerosos objetos, como
ánforas de vino, loza de mesa de terra
sigillata y vidrio, idénticos a los hallados en Bracara Augusta, hace pensar que las familias pudientes de la
citania adquirían este tipo de bienes a los romanos.
A partir del siglo II
la citania comenzó a despoblarse hasta quedar tan sólo una población residual,
mientras que la mayor parte de sus habitantes se trasladaron a Bracara y a
Caldas de Vizela. En estos dos lugares aparecen los nombres de las antiguas
familias poderosas de Briteiros, como Camalo,
sacerdote del Culto Imperial, o Medamus
Camali , quien en Vizela dedica una inscripción al dios Bormânico.
En la Edad Media la
citania volvió a ser poblada y en el siglo X se construyó una pequeña ermita en
la parte más alta del monte, aprovechando los restos de la acrópolis.
Comentario
final.
Resulta muy frecuente en la explicación de
la protohistoria de Galicia y Portugal que, de manera recurrente, se apele a la
llegada de invasores extranjeros (celtas, romanos, etc.) para explicar
cualquier cambio social complejo producido en este territorio.
Pues bien, existen evidencias arqueológicas
innegables que permiten afirmar que desde finales de la Edad de Bronce, la
producción de oro y estaño convirtieron al NO peninsular en un polo económico de primer orden, un eje
comercial de la Europa occidental por el que transitaban productos de alto
valor, tanto del área atlántica como mediterránea. Paralelamente, durante la
Edad de Hierro, en el S de Galicia y el N de Portugal se desarrolló la
arquitectura doméstica y el urbanismo más complejo y monumental de toda la
Europa Atlántica.
Dentro de la cultura castreña galaica, la citania de Briteiros ocupa un puesto preferente, ya que probablemente sea el oppidum más importante de entre los más de 10.000 castros de la Edad de Hierro que aún se conservan en el NO de la Península (Zona de Douro, Minho, Tras-os-Montes, Galicia, Asturias y parte O de León). El complejo urbanismo de Briteiros, si bien presentas elementos en los que se aprecian influencias foráneas, obedece en su mayor parte a una respuesta original fruto de las comunidades indígenas protohistóricas.
Dentro de la cultura castreña galaica, la citania de Briteiros ocupa un puesto preferente, ya que probablemente sea el oppidum más importante de entre los más de 10.000 castros de la Edad de Hierro que aún se conservan en el NO de la Península (Zona de Douro, Minho, Tras-os-Montes, Galicia, Asturias y parte O de León). El complejo urbanismo de Briteiros, si bien presentas elementos en los que se aprecian influencias foráneas, obedece en su mayor parte a una respuesta original fruto de las comunidades indígenas protohistóricas.
Bibliografía:
Antonio
García y Bellido. Cámara funeraria de la cultura castreña.1968.
Armando
Coelho Ferreira Dasilva. A evolução do hábitat castrejo. 1995.
Francisco
Sande Lemos. Citania de Briteiros.
Mário Cardozo. A
última descoberta arqueológica na Citania de Briteiros.1931.
Sergio
Ríos. Edificios balnearios en castros del NO de la Península Ibérica.2002.
Sociedade Martíns Sarmento Citania de Briteiros. Guimarães 2007.
Sociedade Martíns Sarmento Citania de Briteiros. Guimarães 2007.
Las fotos de este artículo han sido realizadas por F. Javier Torres Goberna.
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