Historia
Antequera
se encuentra en el centro de Andalucía, en una encrucijada de caminos que unen
el valle del Guadalquivir, la costa y las Cordilleras Béticas. Por su vega
atraviesa el río Guadlahorce, que riega una extensa
llanura cerealista, huertas, viñedos y olivares.
Debido a
su posición estratégica ha sido poblada desde el tiempo de los romanos, a los
que siguieron bizantinos y godos. En el año 711 los árabes iniciaron la
conquista de estas tierras, durante el emirato de Musa ibn Nusair.
En el 741 se produjo una rebelión beréber, lo que motivó que el califa omeya Hisham enviara a Balch ibn Bishr al-Qushayrí, quien llegó con 80.000 soldados de los cuales 12.000 eran yundíes sirios como él, acabando con la rebelión berberisca en la Península.
En el 741 se produjo una rebelión beréber, lo que motivó que el califa omeya Hisham enviara a Balch ibn Bishr al-Qushayrí, quien llegó con 80.000 soldados de los cuales 12.000 eran yundíes sirios como él, acabando con la rebelión berberisca en la Península.
Cuando Abd
al-Rahman I crea el emirato
independiente (756-929), fija su capital en Córdoba y traslada a Antequera a la
población de la fortaleza de la Peña. Al mando de la villa estaba un
gobernador que residía en un importante hisn o castillo que brindaba
protección a una considerable población agraria.
Durante
los siglos X-XII los almohades dotaron a la alcazaba de Antequera de la mayor
parte de las murallas y torres, en su proceso de movilización contra los reinos
cristianos. Se levantaron dos recintos amurallados en cuyo interior se situó la alcazaba, en la que se hallaba la madina. Hoy en día se conservan restos de
una barbacana en el flanco S, a poca distancia de la muralla perimetral.
Con la
batalla de las Navas de Tolosa (1212), finalizó la dominación almohade y
comenzó el rápido avance de las tropas cristianas por todo el valle del
Guadalquivir.
En el año
1232, Muhammad I fué proclamado emir en Arjona, comenzando así la
dinastía nazarí, que fué agrupando los territorios de Granada, Málaga y
Almería, hasta su fin en el año 1492. A comienzos del siglo XIV Antequera era
una importante plaza militar fronteriza desde la que se llevaban a cabo
incursiones en territorio castellano. Pero a la vez que servía al emirato, desde
Antequera se establecían tratos con los castellanos en beneficio propio y en
contra de los intereses de los nazarís de Granada.
Dentro
del proceso de fortificación llevado a cabo por Muhammad V (1338-1391), los nazaríes reforzaron
las murallas de la madina de Antequera. Se empleó preferentemente mampostería,
aunque también utilizaron sillería en las esquinas de las torres exteriores de
planta rectangular. Con todas estas
mejoras, las murallas de Antequera pararon el ataque de las tropas de Don Pedro I. La villa se convirtió en
un punto estratégico en la resistencia
del reino de Granada y de este modo, a principios del siglo XV, se produjo una
gran concentración de tropas nazarís en Antequera para realizar una serie de
incursiones en tierras de Castilla.
El 27 de abril de
1410 el infante Don Fernando de Castilla (1380-1416), futuro rey de Aragón
(1412-1416), comenzó el asedio de la inexpugnable alcazaba de Madinat Antaquira. Esta plaza militar era de vital importancia para los musulmanes puesto que ya habían caído en manos cristianas Sevilla y Jaén, así que sólo se interponían Antequera y Archidona en el camino hacia Granada. Tras seis meses de asedio, el 16 de septiembre de 1410, los ocupantes de la alcazaba se rindieron y se refugiaron en Arxiduna (Archidona). Fue durante esta campaña cuando Don Fernando pronunció la célebre frase: "¡Sálganos el sol por Antequera y sea lo que Dios quiera!".
La conquista de Antequera tuvo un impacto enorme y elevó a Don Fernando a la categoría de héroe militar, ganándose el respeto y el temor del rey nazarí Yusuf III. Por esta victoria Don Fernando recibió el sobrenombre de “El de
Antequera”, que compartía con el de “El Justo”, “El Honesto” o el
“de Trastámara”.
La Alcazaba
Esta fortaleza musulmana se alza en la zona
más alta de la ciudad, sobre las ruinas romanas cuyos restos fueron utilizados
para construirla. Era un enclave militar de importancia estratégica que primero
dependió del reino taifa de Málaga, para pasar sucesivamente a manos de los
ziríes de la Taifa de Granada, y posteriormente a los almorávides y almohades
(1090-1232), siendo estos últimos los que construyeron los dos anillos de
murallas.
La construcción de la Alcazaba comenzó en los
siglos X-XI, con el primer recinto defensivo para el que se empleó mampostería, tierra arcillosa compactada, estucado y sillería.
El segundo recinto defensivo es de los siglos XI-XII y originalmente era
de tierra arcillosa compactada y
enlucida con cal. Durante el siglo XIII se construyó una barbacana de
mampostería que se extendía por todo el perímetro amurallado salvo por el
sector E. Esta barbacana será reforzada durante el siglo XIV empleando sillería
y mampostería.
El momento de mayor esplendor de Madinat Antaquira tuvo lugar bajo
dominio nazarí, cuando se mejoraron las defensas y murallas para resistir a la
presión que ejercían los ejércitos cristianos. Siguiendo el programa de reforzamiento emprendido por Mohammed V, se realizaron obras para garantizar el suministro de
agua en caso de asedio y se reedificó la Puerta de Málaga.
Entre las
instalaciones de la alcazaba podemos destacar el Patio de Armas al pie de las
torres del Homenaje y de la Torre Blanca, la mazmorra de 6 m de profundidad y 3
m de ancho, y el aljibe de 6,20 x 4,10 metros.
Las
murallas de Antequera rodean y protegen una superficie de unas 6 ha. Son de
sillería, con una anchura media de 2,1 m en el primer recinto y una altura entre
2 y 19 m. En el siglo XV se repararon los muros de la alcazaba, se construyó el
muro perpendicular a la Torre Blanca y se levantó uno paralelo al lienzo que
une la torre del Homenaje y la Blanca. Hoy en día, las murallas se encuentran en
un buen estado de conservación, aunque una parte de ellas ha desaparecido.
En las
murallas de Antequera se abren cinco puertas principales que tenían una función
defensiva, motivo por el cual eran muy
fuertes y poderosas para resistir los embates enemigos y carecían de elementos
decorativos. Estas puertas son la de Estepa o la Villa (N), la de la
Estrella (N), la de las Bastidas o del Camino de Granada (NE), la del Agua (E)
y la de Málaga (S). La puerta de Málaga era la más importante y está formada por grandes sillares, mientras que la puerta de la Estrella es de mampostería.
En el primer recinto defensivo se encontraba la puerta de la Estepa, de sillería, donde actualmente hay una entrada con arco conocido como del Gigante.
Las
defensas de Antequera cuentan con veinticinco torres destinadas a la
vigilancia, defensa y almacén de armas. Las torres son de sillería y
mampostería enripiada, tipicamente nazarí.
En el primer recinto defensivo hay doce torres, once de planta rectangular o cuadrada y una semicircular. El segundo anillo defensivo lo componen trece torres, diez rectangulares y tres semicirculares. Durante la época nazarí estas torres se reforzaron con la construcción de una barbacana.
Las
torres de Antequera se elevan entre 1-3 m por encima del nivel del adarve, que
es el pasillo estrecho sobre la muralla, protegido por almenas, por el que los
centinelas hacían sus rondas y se distribuían los defensores en caso de ataque.
Las principales torres son la Torre de la Estrella, la Torre del Agua, la Torre
del Quiebro, la Torre Blanca y la Torre del Homenaje.
La Torre del Homenaje se encuentra
al NO de la alcazaba y está construida con sillería, procedente en parte
de las ruinas romanas. Tiene forma
de “L” y su única planta se dividía en tres estancias situadas en torno a un
espacio central.
Sobre la Torre del Homenaje, en 1582 se construyó un
campanario conocido como el Templete del Papabellotas. Su nombre se debe a que
fue costeado con la venta de un alcornocal y fue construido para alojar la
campana mayor de Antequera, mediante la cual se regulaban los riegos de la
vega.
Junto a la Torre del Homenaje se sitúa la Torre Blanca, también de época nazarí. Es de sillería y consta de dos plantas y terraza, disponiendo de un acceso por el O y otro por el E.
En la planta baja se situaba el armamento destinado a defender
la torre, mientras que en la superior era donde habitaban los soldados. La Torre Blanca estaba unida con la
Torre del Quiebro por el lienzo de muralla. Además existía un segundo cinturón
del que sólo se conservan el Torreón del Asalto y el Postigo de la Estrella.
Las fotografías de este artículo han sido realizadas por F. Javier
Torres Goberna ©.
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