Las
mantis son unos insectos predadores pertenecientes al orden mantodea, formado por ocho familias y
más de dos mil especies, de las que dieciséis habitan la Península Ibérica.
Su
tamaño suele oscilar entre los 8 cm de los machos y los 12 cm de las hembras y
su coloración puede ser verde o parda, y le sirve de camuflaje con su entorno,
lo que favorece su conducta depredatoria.
Las
mantis poseen dos patas delanteras altamente adaptadas a la captura de presas
mientras que los dos pares de patas posteriores tiene una función motriz. Las robustas coxas unen las patas delanteras al tórax y
le permiten lanzarlas hacia su
presa con fuerza y enorme rapidez. Los fémures de las patas anteriores están provistos de dos filas de espinas
afiladas y de distintas longitudes que enganchan con las dos hileras de púas de
las tibias, formando así una trampa mortal de la que es imposible escapar. La
tibia finaliza en un afilado garfio con el que sujeta y clava a sus presas.
En
reposo, la mantis repliega sus patas delanteras sobre el pecho, lo que le da
una característica apariencia de estar rezando de la cual recibe su nombre.
Las
mantis tienen cuatro alas, una a cada lado del tórax y otras dos más
esclerotizadas que cubren a las anteriores. También en el tórax se encuentra su
único oído.
Los machos tienen seis segmentos abdominales y las hembras ocho. En el abdomen se encuentran sus órganos vitales y en su extremo final las hembras poseen un par de apéndices que emplean para hacer las ootecas, paquetes espumosos que contienen los huevos.
Los machos tienen seis segmentos abdominales y las hembras ocho. En el abdomen se encuentran sus órganos vitales y en su extremo final las hembras poseen un par de apéndices que emplean para hacer las ootecas, paquetes espumosos que contienen los huevos.
La
mantis posee una cabeza móvil que puede girar 180º. Las antenas son los órganos
olfativos y están más desarrolladas en los machos ya que las
emplean para seguir el rastro dejado por los feronomas
de las hembras.
A
ambos lados de la cabeza la mantis tiene dos grandes ojos compuestos formados por
entre 4000-9000 celdas visuales de forma hexagonal denominadas omatidios. Cada omatidio es independiente de los demás y es
sensible sólo a la luz que incide sobre él, siendo el cerebro el que combina la
información facilitada por todos los omatidios para formar una única imagen. En
la región central de la cabeza la mantis tiene otros tres pequeños ojos
sencillos que tan sólo le permiten
percibir distintas intensidades de luz y que no intervienen en la percepción de
imágenes.
Gracias
a su visión binocular, la mantis puede determinar la distancia a su presa con gran exactitud
empleando la triangulación, moviendo el cuerpo de un lado a otro mientras rota
la cabeza para mantener la vista fija en el objetivo. Mediante este movimiento consigue que el objeto se mueva sobre el fondo, y teniendo en cuenta la velocidad de este desplazamiento, la mantis determina la distancia a la que se encuentra.
Cuando
localiza una víctima (todo tipo de insectos, incluso pequeños mamíferos, reptiles
y anfibios) abre sus alas y extiende las
patas delanteras hacia delante mientras se sustenta sobre las cuatro patas
traseras. Así permanece inmóvil hasta que lanza su ataque a una velocidad
increíble (veinte veces más rápido que el parpadeo del ojo humano) que incluso
le permite cazar moscas al vuelo.
Una vez capturada su presa repliega las alas y vuelve a su postura inicial, mientras con sus potentes mandíbulas secciona la nuca del insecto que ha capturado. La mantis puede saltar a una distancia aproximada de cinco veces la longitud de su cuerpo en el caso de las ninfas y machos, y una o dos veces si se trata de hembras.
Una vez capturada su presa repliega las alas y vuelve a su postura inicial, mientras con sus potentes mandíbulas secciona la nuca del insecto que ha capturado. La mantis puede saltar a una distancia aproximada de cinco veces la longitud de su cuerpo en el caso de las ninfas y machos, y una o dos veces si se trata de hembras.
Las
mantis son insectos solitarios que sólo entran en contacto en la época de
reproducción, cuando la hembra segrega feromonas que atraen a los machos. A finales de agosto tiene lugar el
apareamiento entre la hembra y uno o varios machos El macho salta al dorso de
la hembra, evitando sus pinzas, y después introduce el
espermatóforo en la hembra. Este proceso
de fecundación de los huevos puede durar
varias horas. En ocasiones la hembra mata al macho durante o después de la
cópula y después lo devora comenzando por la cabeza. Quizás así obtiene energía
extra que empleará en la puesta de los huevos.
Mediante los apéndices de su abdomen la hembra segrega una sustancia parecida a la seda, que en contacto con el aire forma una masa espumosa denominada ooteca, que se endurece con rapidez
y protege los huevos. En total la puesta
puede ser de 2 a 5 ootecas y cada una puede contener hasta 200-300 huevos. Las mantis sufren una metamorfosis incompleta ya que no hay estado
de larva o pupa. Tras unos seis meses de incubación nacen las crías de aspecto
muy similar al de los adultos.
Suelen vivir alrededor de un año y durante este tiempo mudaran su exoesqueleto varias veces.
Suelen vivir alrededor de un año y durante este tiempo mudaran su exoesqueleto varias veces.
Las fotos de este artículo han sido realizadas por Ana Durán y Javier Torres.
Super !!!
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