domingo, 21 de diciembre de 2025

Hachas de talón galaico-portuguesas del Bronce Final

 

Las hachas de talón comenzaron a fabricarse a finales del período del Bronce Inicial y principios del Bronce Medio (alrededor del 1500 a.C.), en la Europa Atlántica, Central y Nórdica, alcanzando una gran difusión. Las primeras y escasas piezas halladas en la Península Ibérica llegaron en el período del Bronce Medio (siglos XIV-XIII a.C.), a través de Pirineos y la región cantábrica, procedentes de Bretaña e Islas Británicas.

Depósito de Samieira.

Este tipo de hacha se caracteriza por la presencia de un tope o talón transversal en la culata de la hoja, cuya función era mejorar su ajuste al mango una vez acoplada y amarrada. La hoja era más pesada, muy robusta en su base y con marcado relieve en los rebordes, por lo que su fabricación requería de una mayor cantidad de metal que las hachas planas.

Hachas del castro de Santa Luzía.

En el siglo XIII a.C. las hachas de talón de bronce comenzaron a forjarse en el noroeste penínsular en dos áreas geográficas independientes entre si. En la Cordillera Cantábrica y Cuenca del Duero se fabricaron hachas de hoja trapecial, lados rectos y filo curvado. En Galicia y mitad norte de Portugal el modelo era distinto, con hojas estrechas y alargadas, bordes paralelos y filo recto. La introducción de modificaciones dio lugar a una gran cantidad de variaciones locales, las cuales actualmente se clasifican en veintidós tipos y cuarenta subtipos.

Si bien su aparición en la Península Ibérica fue tardía, su uso perduró mucho más tiempo que en el resto de Europa, evolucionando y perfeccionando su diseño con el desarrollo del modelo de una anilla o asa, y sobre todo con el de dos anillas, cuya producción fue sistemática debido a su enorme aceptación.

Tipos evolucionados galaico-portugueses.

La incorporación de asas al modelo europeo original permitió mejorar la sujeción del hacha al mango mediante cuerdas o correas, con lo que su ajuste era más firme y aumentaba la funcionalidad de la herramienta

Fijación de hacha de dos asas (Basado en Siret).

Las hachas de talón de un asa o anilla comenzaron a fabricarse a principios del Bronce Final (siglos XII-X a.C.) y fueron evolucionando durante el Bronce Final II e inicios del III (1000-850 a. C.), con dos focos de producción bien definidos y diferenciados, uno en Galicia y la mitad norte de Portugal, y otro en Asturias y parte septentrional de la Meseta Norte.

Las hachas de talón tipo Hío se encontraron formando parte de un depósito de objetos de bronce. Se trata de hachas de talón de un asa que corresponden a un tipo evolucionado característico del área galaica-portuguesa.

Hachas del depósito de Hío.

Junto a ellas apareció una espada y varias puntas de lanza de sección romboidal. Para algunos investigadores, la espada de Hío corresponde a un modelo de lengua de carpa tipo Huelva con puño de lengüeta calada, datada en el Bronce Final II-III. Otros autores la identifican como un tipo arcaico de espada pistiliforme del período Bronce Final I-II. En cuanto a las puntas de lanza, están datadas en la fase Wilburton de Gran Bretaña (1100-900 a.C.).

Espada y puntas de lanza de Hío.

Las hachas de talón de dos asas del noroeste de la Península Ibérica tuvieron su apogeo durante el Bronce Final III (siglos IX-VIII), en un momento en el que la fabricación de hachas de talón prácticamente había desaparecido en el resto de la fachada atlántica europea. En el sur de Galicia y centro-norte de Portugal se han encontrado los depósitos con el mayor número de piezas: Vilar de Mouros (200), Samieira (152), San Xoán da Lagoa (120), Paradela (73), Tremoedo (62), Cambados (60) o A Estea (27).

Hachas de talón de dos asas o anillas. Santa Luzía.

Mientras que las hachas de una anilla son todas de bronce binario, las de dos anillas se caracterizan por aleaciones ternarias de cobre, estaño y plomo. Estos tres metales empleados son de gran pureza, sin apenas residuos, pero no existía un criterio fijo en cuanto a las proporciones de cada uno de ellos, de modo que nos encontramos con aleaciones carentes de plomo, otras poco plomadas y algunas muy plomadas. El análisis de las piezas recuperadas revela que la proporción de plomo al principio del Bronce Final III era de un 1,5 %, pero se fué incrementando progresivamente y al final de este período llegó a ser hasta del 26%, del 48% e incluso del 71%, como sucede con un hacha encontrada en Monforte de Lemos.

Las hachas de talón del tipo Samieira corresponden a esta producción tardía y numerosa de finales del Bronce Final III y principios de la Edad del Hierro (850-650 a. C.). Se trata de una evolución más estilizada de las hachas tipo Hío, que se caracteriza por tener hojas casi rectangulares, planas y nerviadas. En su culata o base presentan unos rebordes que dificultaban su fijación al mango, haciéndolas poco prácticas para su uso como armas o herramientas, lo que ha llevado a plantear que podrían tener una finalidad distinta.

Depósito de Samieira.

Las hachas tipo Samieira presentan una gran homogeneidad en lo que se refiere a su forma, tamaño y peso, lo cual es debido a que los talleres de fundición producían gran cantidad de piezas idénticas, de manera sistemática, debido a la elevada demanda que existía de este tipo de hachas. En el depósito de A Estea (Saiáns. Vigo) se encontraron 27 hachas de doble anilla y hojas alargadas, algunas decoradas y otras no. Estas diferencias sugieren que fueron realizadas en distintos talleres y que luego se acumularon, bien para una ofrenda de tipo ritual o para un posterior comercio.

Depósito de A Estea.

Un aspecto característico de algunas hachas de talón galaico-portuguesas es la presencia recurrente del cono de fundición o mazarota. Esta especie de muñón situado en la base del hacha era el resultado de llenar el molde en exceso y no retirar el material sobrante, por lo que se colmataba y consolidabaLa existencia de un gran número de este tipo de hachas nos indica que no se trataba de errores en la fundición o de piezas deshechadas, sino que se realizaban de manera deliberada a pesar de que ello suponía una pérdida de utilidad.

Hachas de dos asas con cono de fundición o mazarota.

Esto nos lleva a pensar que la fabricación de hachas de talón en época tardía no buscaba crear armas o herramientas prácticas u operativas, sino que tenían una aplicación o un uso distinto, que podía ser votivo como ofrendas en ceremonias rituales, o servir como una acumulación de materia prima en bruto, un lingote o una forma de pre-moneda. La fundición de la pieza con apariencia de hacha le aportaba un valor simbólico que era reconocido por el grupo social que la fabricaba y comerciaba con ella.

Últimas evoluciones de la variante Samieira.

Como conclusión, podemos afirmar que en Galicia y norte de Portugal la difusión del hacha de talón de hoja estrecha, bordes paralelos y dos anillas fue de tal magnitud e importancia, que podemos considerarla, por si misma, como un elemento definitorio del equipamiento de los pueblos del NO ibérico del período del Bronce Final Atlántico.


Bibliografía

Xosé-Lois Armada. Estudio arqueometalúrgico del depósito de hachas de talón de Distriz (Monforte de Lemos. Lugo).

Germán Delibes de Castro, Julio Fernández Manzano y José Ignacio Herrán Martínez.Tipología y composición de las hachas de talón ibéricas.

Ignacio Montero-Ruiz. Análisis elemental de las hachas de talón.

Salvador Rovira. Aspectos tecnológicos de las hachas del Bronce Final desde una perspectiva metalográfica.

Luis Siret. España prehistórica.

José Suárez Otero. Las hachas de talón sin anillas. Sobre la introducción del Bronce Atlántico en el NO hispánico.


Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.


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