domingo, 28 de septiembre de 2025

Petroglifo Pedra da Serpe del castro de Penalba


El petroglifo Pedra da Serpe del castro de Penalba es sin duda una de las representaciones de serpientes más importantes del grupo galaico de arte rupestre y desde 1974 cuenta con la declaración de Monumento Nacional.

El castro de Penalba se encuentra en la parroquia de San Miguel de Campo, perteneciente al ayuntamiento de Campo Lameiro. Para acceder, salimos de Campo Lameiro por la carretera PO-221 en dirección Moraña y subimos dos kilómetros hasta el alto del monte Agüeiros, donde nos desviamos a la izquierda por una pista asfaltada.

El castro de Penalba es un antiguo poblamiento de reducidas dimensiones cuyo primera ocupación se remonta a comienzos del período del Bronce Final (1200 a.C) y cuya economía estaba basada en el cultivo de cereales y en la recogida de bellotas. En las excavaciones realizadas por Álvarez Núñez se obtuvieron muestras que fueron enviadas en 1984 a la Universidad Gakushuin de Tokio para que las dataran empleando el método del carbono14. Los resultados resultaron muy controvertidos, puesto que revelaron cronologías que van desde el siglo XIV a.C. hasta el siglo IV a.C. Las excavaciones revelaron que el poblado fue destruido por un incendio generalizado y que en la Edad del Hierro se reconstruyó, se le añadió una muralla defensiva y fue ocupado durante un breve período de tiempo hasta su abandono definitivo, por motivos desconocidos, a finales del siglo V a.C.

El castro constaba de una terraza inferior de planta circular y de unos cien metros de diámetro, situada sobre un talud cuya altura iba de los 3 a los 6 metros. El perímetro estaba rodeado por una muralla con rampa de acceso de 1 m de ancho. Sobre la parte SE de la primera terraza se situaba una segunda, en la que actualmente se encuentra la capilla de San Antoniño.
En la acrópolis del castro, lugar destinado a la celebración de rituales y ceremoniales, se encuentran los petroglifos de la Pedra da Serpe, los cuales son de la misma época que el yacimiento castreño, al igual que sucede con otras representaciones de ofidios en diversos castros galaico-portugueses como el de Baldoeiro (Trâs os Montes), Trega (A Guarda) y Troña (Ponteareas).
Serpiente del castro de Troña.

Los petroglifos están grabados con surcos anchos y profundos sobre una roca granítica de forma triangular de unos 3 m de base y una altura ligeramente inferior a los 2 m. La roca tiene una orientación SO-NE y la zona en la que se encuentran los grabados está orientada al SE. La superficie de esta cara es casi vertical y posiblemente fuera aplanada para prepararla y acondicionarla antes de proceder al labrado de las figuras.

Los motivos representados son dos serpientes en el momento del apareamiento, situadas en paralelo y dispuestas en forma de “Z”, lo que les da la apariencia de estar reptando. La mayor mide 220 cm y la menor de 205 cm. Junto a ellas hay dos cavidades que guardan una evidente semejanza con lo que podrían ser los huevos puestos por la hembra. Si fuera así, esta asociación entre serpiente y huevos sería única entre los petroglifos gallegos.
El culto ofiolátrico en Galicia es antiquísimo y a menudo aparecen representaciones de serpientes en petroglifos, joyas y estelas. Las figuras serpentiformes son uno de los diseños que con mayor frecuencia aparecen grabados en los megalitos galaicos. En el concello de Moraña, a tan sólo a unos 6 Km del castro de Penalba, se encuenta el menhir conocido como Lapa de Gargantáns, en el que aparecen grabadas dos líneas serpentiformes junto a varias cazoletas o coviñas, motivos todos ellos muy parecidos a los de la Pedra da Serpe.
Lapa de Gargantáns.

La serpiente ha sido un símbolo utilizado con frecuencia por diversas culturas de la antigüedad. Para algunas mitologías mediterráneas la serpiente era un ser del inframundo subterráneo que poseía una carácter ambivalente, ya que por una parte simbolizaba la muerte y el mal debido a su veneno, pero también podía ser considerado como un animal benéfico relacionado la regeneración y la vida de ultratumba. En las mitologías solares indoeuropeas la serpiente aparece como un animal sagrado relacionado con el conocimiento oculto. En los cultos mitraicos la serpiente era también un símbolo de inmortalidad, ya que surge de debajo de la tierra y muda la piel cada primavera, por lo que se vinculaba con la regeneración, la resucitación y la vida eterna.

Con los navegantes fenicios llegaron nuevas creencias y mitos, especialmente a la zona costera del SO de Galicia. Tanto el castro de Penalba como el de Troña se encuentran en esta área de influencia, por lo que es más que probable que estas comunidades gallegas entraran en contacto con la mitología fenicia y el culto a la diosa Astarté, que se difundió por las costa O de la Península Ibérica.

Resulta muy atractiva la posibilidad de que los dos motivos que aparecen junto a la serpiente del Castro de Penalba sean la imagen de dos huevos, lo cual no sería extraño ya que a menudo ambas figuras aparecen representadas juntas. El huevo simboliza el principio de la vida, el nacimiento de una nueva existencia, mientras que la serpiente representa la inmortalidad. 

En la mitología fenicia aparece la figura de la serpiente dragón alada de dos cabezas, una de toro y otra de león, llamada Cronos Olam y descrita con los apelativos de el sintiempoel eterno o el tiempo que no envejece. Es por lo tanto la divinidad que permanece por encima de todo cambio temporal, del paso de las generaciones, de la brevedad de la vida humana. En un texto fenicio de Hieronimo y Hellanikos (700-800 a.C) se narra como Olam puso tres huevos de los que nacieron tres hijos: uno era macho, otro era hembra y el tercero era un ser incorpóreo. El filósofo Moscho (500 a.C), natural de Sidón, hace referencia a una fuente fenicia del IX-VIII a.C. en la que la serpiente Olam Cronos es descrita como el que se hace el amor a si mismo y realiza una puesta de huevos que se rompen en dos mitades que representan el cielo y la tierra.

Como ya hemos visto, la serpiente es un motivo simbólico que aparece en las mitologías de diferentes pueblos que han pasado por Galicia, lo que dificulta su interpretación. Además, la iconografía es un fenómeno autóctono de cada comunidad, por lo que una misma idea o influencia puede ser transformada aplicando elementos propios de la cultura indígena, lo que supone que el modelo original experimenta diversas modificaciones y evoluciones. 

En la tradición oral gallega la serpiente es un animal que aparece con asiduidad, tanto en las leyendas de fadas y mouras que toman la apariencia de serpientes como en las antiguas creencias populares que vinculan la presencia de estos ofidios con santos y difuntos.

En Campo Lameiro existía una antigua tradición según la cual las parejas sin hijos que quisieran tener descendencia tenían que copular sobre la Pedra da Serpe en la noche de San Juan (o en cualquier noche de luna llena, según otra versión), llevando cada uno como ofrenda un cuenco de leche para que bebieran las culebras.

Esta creencia popular de la ofrenda de leche a las serpientes aparece también en la descripción de la ceremonia de la Parentalia que hace Virgilio en el libro V de la Eneida, con la diferencia de que en el caso de la Pedra da Serpe la ofrenda de leche está vinculada a un rito de fecundidad, mientras que el ceremonial descrito en la Eneida es de tipo funerario:

Encamínase luego Eneas acompañado de innumerable muchedumbre, al sepulcro de su padre, donde, según el rito de las libaciones, derrama en tierra gota a gota dos copas llenas de vino, dos de leche recién ordeñada y dos de sagrada sangre; esparce por encima purpúreas flores y exclama así: “Salve, ¡Oh santo padre mío! Salve otra vez, ¡Oh cenizas que en vano he recobrado! Y ¡Oh alma y manes paternos! No plugo a los dioses que contigo buscase los ítalos confines, campos adonde me llaman los hados, y el ausonio Tiber, sea cual fuere”. No bien había pronunciado estas palabras, cuando salió del fondo del sepulcro una grande y lustrosa culebra, arrastrándose enroscada en siete vueltas, la cual rodeó mansamente el túmulo y se deslizó por entre los altares; cerúleas manchas matizaban su escamosa piel, salpicada de refulgente oro, cual destella en las nubes el arco iris mil varios colores, herido de los contrapuestos rayos del sol. Pasmóse al verla Eneas; ella, desarrollando el largo cuerpo, va serpeando por entre las tazas y las ligeras copas, prueba de los manjares, y sin hacer daño a nadie vuelve a meterse en el fondo del sepulcro, dejando los altares y sus catadas ofrendas”.


Bibliografía:

Antonio Álvarez Núñez. Castro de Penalba. Campaña 1983.

Florentino López Cuevillas y Fermín Bouza Brey. Os oestrimnios, os saefes e a ofiolatría en Galicia.

Luis Pericot. Excavaciones en la citania de Troña.

José Manuel Hidalgo Couñago. Excavaciones arqueológicas en el Castro de Troña. Campañas 1984-1986.

José Carlos Bermejo Barrera. Mitología y mitos de la Hispania prerromana.

Eusebio de Cesarea. Historia eclesiástica.

Publio Ovidio Nasón. Fastos.

Publio Virgilio Marón. La Eneida.

Robert Graves. Los mitos griegos.


Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.

Nota: Los dibujos de petroglifos que aparecen en este artículo han sido realizados mediante una aplicación informática para la edición y retoque fotográfico.

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