sábado, 7 de diciembre de 2024

Estelas de guerreros y estelas diademadas


...y cuando el alma y la vida le abandonen, ordena a la Muerte y al dulce Hipno

que lo lleven a la vasta Licia, para que sus hermanos y amigos le hagan exequias

y le erijan un túmulo y una estela, que tales son los honores debidos a los muertos"

-Ilíada, Canto XVI-



Las estelas de guerrero constituyen un conjunto escultórico prehistórico de lajas diseñadas para ser plantadas verticalmente y así ser visibles desde la distancia, y que en sus partes lisas presentan grabados de antropomorfos con su armamento y ajuar. Aparecen en el SO de la Península Ibérica en el período del Bronce Final, en concreto en el período comprendido entre finales del siglo X a.C. hasta el siglo VII a.C (comienzos de la Edad de Hierro). La mayor parte de estas estelas se concentran en Extremadura, Alentejo, Sevilla y Córdoba, aunque también se han encontrado en Zaragoza, Ciudad Real o incluso en Galicia, cerca de Verín (Ourense). Todas estas comarcas están cerca de cursos fluviales o de enclaves estratégicos en rutas que conducían hacia las explotaciones mineras del Tajo, Guadiana y Tartesos, donde se extraían cobre y plata, y en menor medida hacia las zonas auríferas del noroeste peninsular.

Estelas de guerrero. Museo arqueológico de Cáceres.

En estos pasos naturales era donde las poblaciones indígenas situaban estas estelas, probablemente para señalar los lugares donde habían muerto o habían sido incinerados personajes de alto estatus y poder. Estos guerreros eran representados junto con sus armas y objetos de prestigio, lo que evidencia la existencia de una cierta jerarquización social y de unas aristocracias guerreras que acaparaban una parte importante de los recurso económicos de su comunidad.


I Las estelas de guerreros

El estilo de las estelas de guerrero es muy esquemático y geométrico, y entre los grabados podemos ver representaciones de antropomorfos, armas ofensivas (lanzas, arcos y espadas), armas defensivas (cascos, corazas y escudos) y objetos de prestigio, como carros, espejos, peines, fíbulas, diademas e instrumentos musicales como el forminge.

Las espadas y lanzas son las características del Bronce Final y coinciden con las encontradas en el depósito de piezas de bronce de Huelva.

Espadas de lengua de carpa. Museo Arqueológico de Huelva.

Los escudos son redondos de borde continuo o con escotadura en V y los carros corresponden al modelo de biga de planta curva y eje en el centro de la caja ligera, con barandilla provista de grandes asideros traseros y dos ruedas de cuatro radios.

Carro tartésico de la necrópolis de La Joya. Huelva. (Jiménez Ávila)

El resto de objetos, como peines, espejos, fíbulas e instrumentos musicales, pueden proceder tanto del área atlántica como del Mediterráneo Oriental. Autores como Bendala aprecian grandes semejanzas con los que aparecen representados en los vasos cerámicos del período artístico denominado Geométrico griego (900-700 a.C).

Estela de Ategua.

El espejo es un elemento característico de las estelas y su presencia es frecuente en ámbitos funerarios tanto atlánticos como mediterráneos. El forminge o lira homérica era un instrumento musical de la Grecia antigua que se empleaba habitualmente en ceremonias y actos sociales, como festivales o funerales en los que se entonaban cantos y poemas épicos o funerarios. Para Bendala, tanto las representaciones de espejos como de forminges en las estelas ibéricas, son otro indicador más de la existencia de contactos con el mundo cultural griego, muy anterior del Tartessos orientalizante de los siglos VII y VI a.C.

De todas las estelas de guerreros conocidas hasta el momento sólo una ha sido encontrada en Galicia, muy alejada de la zona extremeña y alentejana en la que habitualmente aparecen este tipo de monumentos pétreos. 

La estela de guerrero de Pedra Alta de Castrelo do Val fue hallada al SO del ayuntamiento de Castrelo do Val (Ourense), en una llanura aluvial de la ribera del río Támega. Este hallazgo tiene gran importancia porque demuestra la conexión de Galicia con la zona SO peninsular desde comienzos del siglo VIII a.C. por la que posteriormente sería la Vía de la Plata.

La estela de Pedra Alta está labrada en una roca de granito de grano medio, un tipo de piedra que no se encuentra en esa zona, por lo que tuvo que ser transportada desde al menos tres kilómetros, donde se encuentran los afloramientos más cercanos. Sus medidas son 175 cm de alto, 63-70 cm de ancho y su grosor es de 30-33 cm, siendo su peso de 800 kg. Para conferirle una cierta silueta antropomorfa se le practicaron cuatro escotaduras y en una de sus caras se realizaron una serie de grabados mediante la técnica de piqueteado. En la parte superior, sobre lo que vendría a ser el pecho, aparece una espada envainada de 53 cm de largo y 8 cm de ancho, provista de una correa o cinto. Más abajo, en el centro de la estela, está grabado un escudo con asidera y escotadura en “V”, formado por tres círculos concéntricos y que tiene un diámetro exterior de 33 cm. A la izquierda del escudo vemos un grabado que parece representar un phorminx o forminge.

Debajo del escudo está grabado un carro biga de dos ruedas y caja en forma de “D” con el frente en la parte curva. Se trata del tipo de carruaje característico de las estelas del SO peninsular y se corresponde con el modelo griego descendiente del micénico. Por último, debajo del carro, vemos lo que pudiera ser una lanza de 63 cm de largo y 2 cm de grosor, en posición horizontal y que  ocupa el ancho de la estela.

https://oestrymnio.blogspot.com/2016/05/estela-o-estatuamenhir-de-pedra-alta.html

Otra de las estelas más interesantes por su complejidad y detalle es la estela de Ategua, encontrada en un cerro de la pedanía de Santa Cruz, a unos treinta kilómetros de Córdoba. La estela es una losa de roca caliza de 163 cm de alto, 78 cm de ancho y 34 cm de grosor, con una fractura en la parte superior, erosiones en los laterales y parte inferior de forma apuntada y sin grabados, ya que su función era ser enterrada en su emplazamiento original.

En la cara anterior o principal aparece grabada una figura humana de gran tamaño, dibujada con trazos rectilíneos y con el cuerpo decorado con sencillas figuras geométricas a modo de posible coraza. A su lado aparecen sus armas, una especie de espejo y un objeto que puede ser interpretado como un peine o un phorminx. Debajo aparecen dos imágenes que representan una “prothesis” (exposición pública del cadáver). Una es el difunto bajo el cual aparece un rectángulo que representa la pira funeraria. La otra figura levanta una mano hacia la cabeza, en un claro gesto de dolor y lamento, por lo que puede tratarse de una plañidera o de un familiar que se despide del difunto. 

Más abajo se muestra un carro de dos ruedas con cuatro radios, lo mismo que los carros egeos de época micénica en adelante. En la parte inferior aparecen dos grupos de cuatro y tres personajes que tienen sus manos enlazadas. Las personas del primer grupo son de menor tamaño, tienen grabados los ojos, nariz y boca y para algunos autores podrían ser los hijos del guerrero. Las tres personas del otro grupo son más altas y estilizadas y carecen de dibujo en la cara, por lo que se interpreta que podría tratarse de plañideras o de un grupo de guerreros. La escena se completa con los grabados de dos animales cuadrúpedos posiblemente destinados al sacrificio ritual.

Las escenas que aparecen representadas en la estela de Ategua son muy frecuentes en los vasos griegos geométricos y están vinculadas a la música del phorminx y a los cantos y danzas fúnebres o de guerreros. Se corresponden totalmente con la estructura general de todos los rituales de transición, que buscan que el fallecido acepte que debe pasar al mundo de los muertos y también ayudar a que su espíritu alcance el destino final. La estela de Ategua está datada a finales de la Edad del Bronce (siglos VIII a.C).

https://oestrymnio.blogspot.com/2014/11/la-estela-de-ategua.html

También en tierras andaluzas se encontró la estela de guerrero de Carmona en el Predio de Haza de Billaos, cortijo Cuatro Casas (Carmona. Sevilla). Existen discrepancias en si el lugar original del hallazgo era la campiña situada junto al arroyo del Saladillo, afluente del Guadaira o en la margen derecha del río Corbones, a unos veinte kilómetros al noreste del anterior.

La estela de Carmona tiene unas medidas de 115 x 100 x 16 cm y está realizada en una roca de arenisca en cuyo centro aparece una figura humana esquemática y a su lado otra menor, pero de grabado más ancho y menos profundo que el del resto de los motivos.

En la parte superior derecha se representa un carro y en la izquierda un arco y una flecha, un escudo redondo y una espada de pomo redondo, apéndices rectos y gavilanes en forma de cruz.

La estela de guerrero de Cabezo Almoroqui se halló en un cortijo del municipio de Madroñera (Cáceres), en las estribaciones de la Sierra de Guadalupe, en un lugar donde pudo haber un castro de la Edad del Hierro y en el que se encontró una estela con una inscripción tartésica.

De la estela original sólo se ha recuperado un fragmento rectangular de cuarcita de 59 x 41 x 12 cm cuya superficie fue alisada. Al estar incompleta no se puede determinar con exactitud la posición que tendría dentro del conjunto original, por lo que resulta difícil interpretarla.

Si la vemos desde una perspectiva podemos observar una figura humana esquematizada en cuya cabeza se aprecian dos posibles cuernos de ciervo. La figura sujeta una lanza y tiene un escudo redondo de tres círculos concéntricos pegado al cuerpo. A su lado aparece lo que pudiera ser un espejo con mango. Pero si se invierte la posición de la estela, lo que antes parecían cuernos ahora podrían ser los flecos de una falda corta.

La estela de guerrero de Camino de La Sierra se encontraba tirada en el suelo de esta senda, a tres kilometros y medio de Zarza de Montánchez (Cáceres). Es una estela de gran tamaño (176 x 106 x 22 cm) realizada con una laja de granito de forma romboidal y está decorada en sus dos tercios superiores, con el inferior sin grabar ya que iba a estar hincado en tierra.

El motivo de mayor tamaño es un escudo de tres círculos concéntricos, los dos interiores con escotadura en V, con agarradera en el centro. A su lado hay una figura humana esquemática con los brazos hacia abajo y las piernas abiertas con los pies descalzos hacia su derecha.

En la parte superior aparece un casco cónico con apéndices laterales cerca de la base, y debajo una espada con gavilanes curvados, una lanza de hoja lanceolada y un espejo ovalado. En el tercio inferior está grabado un carro esquemático de dos ruedas con caja en D, con la parte curva hacia el frente, dos asideros en la parte posterior y a los lados dos cuadrúpedos, también muy esquemáticos, atados por riendas.

La estela de guerrero de El Carneril de la Ramira (Trujillo. Cáceres) se encontraba en este cortijo donde era utilizada como banco a la entrada de la casa. La losa de granito es de forma rectangular y mide 123 x 50 x 18 cm. Está fracturada en la parte inferior y en un lateral y su superficie fue previamente alisada.

El motivo central es un escudo de tres círculos concéntricos con escotadura en V, remaches y asidero. Por encima hay una lanza de hoja lanceolada y debajo una espada con gavilanes curvados hacia el interior.

La estela de guerrero de la Cerca de la Cabeza fue hallada en este cortijo del pueblo de Santa Ana (Trujillo. Cáceres), en una zona de transición entre la penillanura y la Sierra del Castillejo. Se trata de un bloque estrecho y alargado de 185 x 43 x 22 cm preparado para ser hincado en el suelo, por lo que sólo están grabados los dos tercios superiores.

El motivo central es un escudo de tres círculos concéntricos, los dos exteriores con escotadura en V, con abrazadera en el centro y remaches. Encima del escudo se sitúan una lanza de hoja lanceolada y un casco cónico, y debajo una espada esquemática junto a la que hay un objeto ovalado interpretado como un espejo.

La estela de guerrero de Dehesa de las Pueblas fue encontrada a seis kilómetros y medio al SO de Brozas (Cáceres), en una zona llana junto al arroyo Jumadiel y donde convergen los caminos a los vados de Alcántara y Alconétar. Se trata de un gran bloque de gabro de 142 x 75 x 20 cm, aunque originalmente era mayor ya que está fracturado tanto por la zona superior como por la inferior.

El motivo central es un escudo de gran tamaño compuesto de tres círculos concéntricos con escotadura en V, remaches y abrazadera en forma de H en el interior.

Sobre el escudo hay una lanza y bajo el escudo una espada, con hoja posiblemente de lengua de carpa. También aparecen los grabados de un espejo, un peine y una fíbula de codo.

La estela de guerrero de Huerto de la Cava fue recuperada de los cimientos de una cerca de esta finca situada en las afueras de Torrejón el Rubio (Cáceres). Este bloque de cuarcita de 150 x 80 x 15 cm presenta daños en su parte superior y en los laterales, que han afectado al grabado principal, una gran figura humana de cabeza circular, más realista que la de otras estelas.

En la cara están grabados los ojos, nariz y boca, y tiene los brazos abiertos y flexionados, con unas unas marcas en las muñecas que podrían ser brazaletes. Las piernas son largas y tienen pies descalzos. A la altura de la cintura hay un círculo que pudiera ser un cinturón y del que cuelga una espada de lengua de carpa y empuñadura con apéndices laterales y gavilanes.

La figura humana tiene a un lado un escudo con umbo en el centro y nueve líneas horizontales, como si el escudo fuera de madera, y al otro lado una lanza vertical mirando hacia el suelo.

La estela de guerrero de El Oreganal apareció al ampliar el pozo de esta finca del concejo de Robledillo de Trujillo (Cáceres). La losa de 100 x 45 x 15 cm está fracturada por su parte inferior y el motivo central es un escudo de tres círculos concéntricos con escotadura en V y abrazadera.

Encima hay una lanza con hoja con nervio central y debajo una espada corta con empuñadura oval y hoja también con nervio central.

La estela de guerrero de El Oreganal fue hallada otra finca de Torrejón el Rubio (Cáceres), al pie de la Sierra de Las Corchuelas, en Monfragüe.

En este bloque grande de pizarra de 117 x 75 x 15 cm, el grabado central es un escudo de dos círculos concéntricos, escotadura en V y remaches y abrazadera en su interior. En la zona superior hay una espada de hoja ancha, una lanza de hoja ancha y nervada y una fíbula.

Bajo el escudo aparece representado un carro con caja en D de frente curvo, dos ruedas, asideros posteriores y dos cuadrúpedos a ambos lados y unidos por el yugo.

La estela de guerrero de Santa María de la Jara se encontró reutilizada como dintel de una vivienda en Ibahernando (Cáceres). Es una piedra de granito de 152 x 45 x 35 cm con grabados correspondiente a dos fases distintas. La primera corresponde al período del Bronce Final, cuando se esculpió un escudo de dos círculos concéntricos con escotadura en V y abrazadera, una lanza delgada y una espada de hoja ancha.

Posteriormente, en época romana, se reutilizó como estela funeraria y se grabó la siguiente inscripción:

ALLUQUIU(S) PROTAEIDI·F HECE·SITUS

Alluquio, hijo de Protaeido, aquí yace.


II Las estelas diademadas

Estrechamente relacionadas con las estelas de guerrero están las llamadas estelas diademadas, representaciones antropomórficas mas o menos esquemáticas cuyo elemento común y central es la presencia de un tocado o “diadema” de forma semicircular con una, dos o tres líneas, siendo más frecuentes las de dos, y con un entramado reticular en su interior.

Estelas diademadas. Museo arqueológico de Cáceres.

Las estelas diademadas han sido interpretadas como representaciones de jefaturas femeninas en el período del Bronce Final. Se trataba de potentes símbolos para las comunidades indígenas que se emplazaban en zonas de paso naturales cercanas a monumentos megalíticos, en lugares donde existía una tradición de culto ancestral. Debido a esta asociación con enterramientos tumulares y a su supuesta relación con los ídolos dolménicos, Almagro y Bueno Ramírez estiman que su cronología podría datarse en el Calcolítico y que esas antiguas necrópolis calcolíticas siguieron usándose durante la Edad de Bronce.

Más aceptada es la cronología que plantea Celestino Pérez, que establece la aparición de las primeras estelas diademadas a finales del Bronce Medio, continuando durante todo el período del Bronce Final, por lo que serían contemporáneas de las estelas de guerrero. Este planteamiento se ve avalado por el hecho de que a menudo aparecen varias estelas diademadas, de no más de 40 cm, asociadas a una única estela de guerrero mucho mayor. Para Celestino Pérez esto indicaría que la estela de guerrero habría estado tapando una sepultura en cista de la Edad de Bronce de un guerrero fallecido, mientras que las estelas diademadas estarían vinculadas a esa estela, delimitando y protegiendo la zona del enterramiento.

La estela diademada de El Cerezal fue encontrada en este lugar del concejo de Nuñomoral (Cáceres) y según referencias orales estaba hincada en el suelo al lado de lo que podría ser una cista, en cuyo interior había una urna de la que no se conserva ningún resto. Posteriormente, la estela fue reutilizada como parte de un muro de una finca y ahí fue encontrada en 1979 por un guarda forestal de Icona. La estela es una piedra de grauvaca de 60 x 0,45 x 0,12 cm de superficie pulimentada grabada de manera tosca, con una misma linea semicircular que marca el relieve de la cabeza, el cuello, los hombros y los brazos. El brazo derecho termina en un pequeño trazo horizontal que esboza una mano esquemática. En la cara están grabados los ojos, la nariz y la boca y en el cuello se distingue una línea curva que pudiera representar un collar ritual o pectoral. Sobre la cabeza luce una diadema o tocado dibujado con tres líneas curvas atravesadas por otras radiales formando un reticulado.

Como sucede con otras estelas diademadas existe controversia sobre si su datación corresponde al Calcolítico (III-II milenio a.C.) o al período del Bronce Medio/Final (1500-800 a.C). Sobre lo que si existe unanimidad es sobre el hecho de que su función era la de servir de protección a los muertos.

La estela diademada de El Bardal (Robledillo de Gata. Cáceres) se encontró en este paraje en la vertiente occidental de la Sierra de la Bolla junto al nacimiento del río Árrago, posiblemente cuando se realizaban las obras de construcción de la carretera CC-7. Los grabados se realizaron con un trazo profundo sobre un guijarro de grauvaca de forma redondeada de 80 x 40 x 15 cm.

La cara es ovalada y en ella se distinguen los ojos, la nariz y la boca con comisura. Otro óvalo mayor forma una diadema de tres bandas paralelas reticuladas sobre las cuales hay una serie de veintidós puntos. Las tres bandas del tocado continúan hacia abajo y se convierten en collares situados sobre el pecho, el cual está definido por otros dos puntos. También están grabados ambos brazos y en el derecho se distingue la mano con sus cinco dedos.

La estela diademada de Salvatierra de Santiago (Cáceres) se encontró en una finca situada entre el arroyo de Peñita y el camino que va de Salvatierra a Botija, al lado de una cañada en una ladera sobre el río Tamuja.

Se trata de un guijarro de granito pulimentado 68 x 17 x 15 cm y cuatro caras, lo cual aporta tridimensionalidad a la figura humana, y cuya base está en bruto, sin trabajar, lo que confirma que la estela fue creada para ser hincada en tierra. Cruzando los cuatro lados está grabada una gruesa línea horizontal que se asemeja a un cinturón y que divide la estela en dos partes.

En la parte frontal superior hay una línea vertical que marca la nariz y dos agujeros a modo de ojos y sobre este rostro rudimentario está grabada una línea horizontal con trazos verticales, que pueden representar el pelo o tal vez una diadema, y que continua por la parte trasera. Por debajo de la cara hay tres líneas semicirculares concéntricas a modo de collares sobre los pechos, representados por dos círculos. En los laterales están grabados los dos brazos ligeramente flexionados hacia dentro de modo que las manos, con dedos de trazo fino, se sitúan justo por encima del cinturón.

La estela diademada de El Oreganal (Torrejón el Rubio. Cáceres) se encontró en la finca del mismo nombre en una llanura elevada junto al arroyo de la Vid, al pie de la Sierra de Las Corchuelas, en Monfragüe.

Es una laja de pizarra de 90 x 45 x 8 cm la cual está fracturada por los dos laterales y la parte inferior, lo cual ha afectado al grabado que representa a una gran figura humana con un cinturón con remaches o broche, piernas, brazos y una mano con cinco dedos.

La cara es esquemática, formada por un círculo con los ojos, la nariz y la boca, y sobre ella está grabada una gran diadema exenta de tres círculos concéntricos, los dos exteriores con líneas radiales en su interior, que rematan en extremos lobulados dobles a la altura del hombro y abrochados al cuello. A su lado aparece una fíbula triangular de antenas y resorte y un forminge o lira homérica.

III Conclusión

En lo que se refiere al origen cultural de este tipo de manifestaciones se han planteado cinco hipótesis: indoeuropeo, atlántico, fenicio, egeo y un eclecticismo indígena que combinaría influencias atlánticas y mediterráneas.

Origen atlántico. Atribuyen el origen de las estelas del suroeste peninsular al comercio atlántico durante el Bronce Final, como las espadas de "Lengua de carpa" o los escudos irlandeses y objetos de orfebrería nórdicos. Según esta hipótesis las estelas se datarían entre el siglo XI y el VIII a.C.

Origen Indoeuropeo. Los elementos más característicos que aparecen representados en las estelas (espadas y escudos) vienen del Norte de Europa y las estelas estarán datas en el siglo X a.C.

Origen Fenicio. Los elementos del mundo cultural oriental llegaron de la mano de los fenicios entorno al siglo VIII-VII a.C.

Origen Mediterráneo Oriental. La semejanza de algunos de los elementos de las estelas (liras, ritos funerarios) con los representados en el Período Geométrico griego apunta a una protocolonización de los comerciantes griegos y establece la cronología en el siglo VIII. La consistente evidencia acerca del origen foráneo de los motivos que aparecen en las estelas de guerrero, su amplia difusión y el importante cambio cultural que supuso en las poblaciones indígenas, lleva a pensar en una numerosa llegada de inmigrantes guerreros que trajeron consigo sus espadas y lanzas, sus carros de batalla, sus cascos de cuernos, sus adornos personales y su propio sistema de creencias y rituales funerarios. Según Bendala, estos inmigrantes podrían ser “Pueblos del Mar” de posible origen griego-chipriota que habrían llegado a las costas de Cádiz y Huelva antes que los fenicios, siguiendo las antiguas rutas de navegación griegas y que se establecieron en la Península Ibérica atraídos por su riqueza minera.

Eclecticismo. Las estelas más antiguas pueden proceder del comercio atlántico, mientras que las posteriores ya están influidas por elementos culturales del comercio oriental.

Por lo tanto, no existe una interpretación aceptada por todos los investigadores. Por lo que se refiere al origen de los objetos representados, los escudos pueden ser tanto irlandeses o centroeuropeos como chipriotas, griegos, anatólicos, o simplemente indígenas. Los carros podrían ser de guerra, de transporte o votivos, y provenir del Norte de Europa o por el contrario de Chipre, Grecia o el Norte de Italia. Las espadas podrían proceder tanto del Atlántico como del Mediterráneo, lo mismo que los cascos de cuernos, las fíbulas, espejos, etc.

Tampoco existe consenso sobre el significado sociocultural de las estelas. Si son de carácter funerario, la discusión es sobre si están vinculadas a la inhumación o a la incineración. Ni siquiera hay acuerdo sobre si estaban hincadas en el suelo o eran tapas de cistas. Otras interpretaciones son que podrían ser monumentos que conmemoraban batallas o hitos que señalaban límites de territorios a los comerciantes extranjeros.


Bibliografía

Almagro Basch, Martín. Las estelas decoradas del Suroeste peninsular.

Almagro Gorbea, M. El bronce final y el periodo Orientalizante en Extremadura.

Bendala Galán, Manuel. Notas sobre las estelas decoradas del Suroeste y los orígenes de Tartessos.

Bueno Ramírez, P. La estela armada de Soalar. Valle del Baztán (Navarra).

Celestino Pérez, S. Nueva luz sobre la estela de guerrero de Tartessos.

Celestino Pérez, Sebastián. Estelas de guerrero y estelas diademadas. La precolonización y formación del mundo tartésico.

Crouwel,  J.H. Chariots and other means of Land transport in Bronze Age Greece.

Diaz-Guadamino Uribe, Marta. Las estelas decoradas en la Prehistoria de la Península Ibérica.

González Bronal, José Miguel. Catálogo de estelas decoradas del Museo de Cáceres.

Muzzolini, Alfred. Les chars des stéles du sud-ouest de la Péninsule Ibérique, les chars des gravures rupestres du Maroc et la datation des chars sahariens.

Quesada Sanz, Fernando. Datos para una filiación egea de los carros grabados en las “estelas del suroeste”.

Rodríguez Díaz y Enríquez Navascués. Extremadura tartésica. Arqueología de un proceso periférico.

Ruiz Mata, Diego y Celestino Pérez, Sebastián. Arquitectura oriental y orientalizantes en la Península Ibérica.

Santos, María Joao. Estelas diademadas: revisión de criterios de clasificación.

Van Gennep, Arnold. Los ritos de paso.


Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.


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