viernes, 12 de mayo de 2023

Toledo: Sinagogas de Santa María la Blanca y del Tránsito

Toledo contó con una importante y numerosa comunidad judía desde tiempo de los visigodos, cuando la ciudad era capital del Reino, la cual continuó creciendo hasta mediados del siglo XIV, momento en el que adquirió una enorme influencia social y política en la Corona de Castilla.

La capital toledana llegó a tener numerosas sinagogas: Sinagoga Mayor, de Samuel Ha-Levi, de Ben Zizá, del Cordobés, de Suloquia, de los Golondrinos, de los Caleros, de Ben Aryeh, de la Algiada, de Portiel, de San Juan de Dios, Templo Viejo y Templo Nuevo.

Actualmente sólo se conservan dos: La sinagoga Mayor, de Yosef ben Shoshan o de Santa María La Blanca y la Sinagoga de Samuel ha-Levi o del Tránsito.


Sinagoga de Yosef ben Shoshan o de Santa María la Blanca

Yosef ben Solomon ibn Shoshan mandó construir la Sinagoga Mayor de Toledo a finales del siglo XII y comienzos del XIII.

Sinagoga de Yosef ben Shoshan.

Yosef ben Shoshan era el nasí (príncipe en hebreo bíblico) de la aljama de Toledo. Poseía una considerable fortuna y gozaba de gran influencia por sus buenas relaciones con el rey Alfonso VIII, el cual debía una enorme cantidad de dinero a los prestamistas judíos que habían financiado sus campañas bélicas, como la conquista de Cuenca o la batalla de Las Navas de Tolosa.
Entrada de acceso a la sinagoga.
Es posible que la Sinagoga Mayor comenzara a levantarse alrededor del año 1180, aunque el proceso de construcción se extendió durante un siglo, por lo que en esta edificación de estilo mudéjar se aprecian influencias de la arquitectura almorávide y almohade. Esta influencia del estilo arquitectónico almohade pervivió tanto en las construcciones judías como cristianas de estilo mudéjar.

Los materiales constructivos empleados en Santa María La Blanca son principalmente el barro cocido y el estuco, como en las construcciones almorávides y almohades, rechazando el uso de piedra como en las catedrales o en el arte califal cordobés.

La sinagoga tiene planta rectangular con cinco naves cuyo ancho va decreciendo desde la nave central hasta las laterales. 

Nave central de Santa María La Blanca.

Por su irregularidad su planta recuerda a la de la mezquita de Almonaster La Real.

Mezquita de Almonaster La Real.

Las naves están separadas por grandes arcos de herradura blancos que reposan sobre pilares octogonales de tradición visigoda con influencia almorávide.

Los pilares están rematados por capiteles de yeso con relieves de estuco con sebkas, tallados de entrelazado geométrico romboidal, de influencia almohade. El fondo del rombo está cubierto de palmetillas digitadas y anilladas, características del arte califal.

Capiteles de Santa María La Blanca.

Sobre los arcos de herradura, los capiteles están decorados con cintas entrelazadas con volutas y piñas voluminosas típicas del mudéjar toledano. Los frisos están profusamente ornamentados con palmetas, veneras, vainas con florecillas y discos geométricos. Vemos, por lo tanto, como junto a la barroca decoración almorávide convive la sencillez geométrica de lazo almohade.

Frisos de Santa María La Blanca.

La estética almohade resulta especialmente patente en las yeserías y también se aprecian atisbos de las primeras muestras de arte nazarí.

En 1411 la sinagoga se consagró como templo cristiano con el nombre de Santa María la Blanca.

En 1930 fue declarada Monumento Nacional.


Sinagoga de Samuel ha-Levi o del Tránsito

Samuel ha-Levi nació en Toledo en 1320 en el seno de la aristocrática familia de los Abulafia. 

Palacio de Samuel ha-Levi.

Samuel ha-Levi llegó a Tesorero Mayor del reino de Castilla, miembro del Consejo Real y embajador del rey Pedro I.

Pedro I (Hernández Amores. Museo del Prado).

Samuel ha-Levi probablemente ha sido uno de los cortesanos judíos más importantes de la historia de España. Gozaba de la plena confianza y amistad de Pedro I hasta tal punto que Enrique de Trastámara, hermanastro y rival del rey, lo presentaba como el “rey de los judíos”. Samuel ha-Levi usó su influencia para proteger a sus hermanos de religión y patrocinó la construcción de numerosas sinagogas. De todas ellas destaca la sinagoga del Tránsitoinaugurada en 1357, la cual colindaba con su palacio en el centro de la judería de Toledo, donde en la actualidad se encuentra la “Casa-Museo del Greco”.
Calle y Palacio de Samuel ha-Levi.

En la sinagoga aparecen grabados elogios al rey Pedro I en lengua hebrea, así como el escudo de castillos y leones del rey junto a la divisa de las tres torres de la familia de Samuel ha-Levi. También está escrita en hebreo una dedicatoria al benefactor que permitió su construcción: “desde el día de nuestro destierro ningún hijo de Israel alcanzó tan alto estado”.

La posición privilegiada de Samuel ha-Levi y su cercanía al rey le granjearon muchos enemigos los cuales, aprovechando la crítica situación económica en la que se encontraba el reino, lo acusaron de haber amasado una fabulosa fortuna. Fue hecho preso, acusado de malversación y trasladado a Sevilla donde en 1361 fue ejecutado. La corona confiscó todas sus posesiones y las de su familia, incluido el palacio toledano en el que residía. 

Palacio de Samuel ha-Levi (actual Museo del Greco).

Cuentan las cróncias que el rey Pedro I se mostró muy consternado por la muerte de su fiel colaborador.

La Sinagoga del Tránsito tiene una arquitectura simple en el exterior, con muros de mampostería y ladrillo.

Fachada oeste de la sinagoga.

La fachada es modesta, como es característico en los templos hebreos.

Puerta de acceso a la sinagoga.

La sinagoga es de nave única, con una gran sala de oración rectangular de 24,77 m de largo por 9,54 m de ancho, orientada de E-O. 

Frente E de la sala de oración con el Hejal.

En el frente E se sitúa el Hejal, lugar reservado destinado exclusivamente a custodiar en su interior los rollos de la Torá, los cuales permanecían ocultos mediante una cortina o tapiz.

Hejal de la sinagoga.

En la planta alta, a lo largo del muro S, se sitúa la galería de las mujeres que disponía de una entrada independiente para garantizar la separación de sexos.

Frente del Hejal con la galería de las mujeres a la derecha.

El artesonado mudéjar está policromado y grabado con epigrafía árabe y hebrea.

Artesonado de la sala de oración

El interior de la sinagoga está profusamente decorado con yesería mudéjar toledana que incorpora elementos taifas, almohades y nazaríes.

Estucos mudéjares de los arcos del Hejal.
Los muros están ricamente ornamentados con frisos de mocárabes, arcos polilobulados y de herradura, yesería con inscripciones, celosías con decoración geométrica de lazo y adornos de temática vegetal.

Artesonado, arcos ciegos, poliglobulados e inscripciones hebraicas.

La pared donde se sitúa el Hejal está adornada con yeserías de gran complejidad ornamental, góticas y de influencia nazarí.

Detalle de las yeserías.

La sinagoga del Tránsito poco tiene que ver con su antecesora Santa María la Blanca ya que si bien ambas son de estilo mudéjar, el mudéjar toledano del siglo XIII y el del XIV son muy diferentes, ya que en esos cien años el estilo evolucionó y se vio influido por el gótico de la Catedral de Toledo, como se aprecia en el uso de adornos con motivos de flora naturalista, como hojas de vid, de roble y bellotas. También influyó en la transformación del mudéjar toledano el arte nazarí de la Alhambra, el cual a partir del siglo XIII abandonó la austeridad almohade para adoptar un estilo más exuberante. 

Estucos mudéjares de la pared este sobre el Hejal.
En 1494, los Reyes Católicos cedieron la sinagoga a la Orden de Calatrava que la convirtió en una iglesia dedicada a San Benito, sirviendo también como hospital y convento.

Patio este de la sinagoga.

En el siglo XVII pasó a recibir el nombre de “El Tránsito” por el cuadro de Diego Correa de VivarEl Tránsito de la Virgen", situado en su día en un altar lateral y que actualmente se expone en el Museo del Prado.

El Tránsito de la Virgen.

La Sinagoga del Tránsito fue declarada Monumento Nacional en 1877.

 

Los judíos de Toledo

La presencia judía en la Península Ibérica está documentada desde el siglo I, en época romana. Con la llegada de los visigodos, Toledo llegó a ser capital del reino (s.V-VIII), siendo Atanagildo el primer monarca godo que murió en la ciudad, el tres de junio de 567.

En el Toledo visigodo vivía una numerosa comunidad judía sin que existieran problemas de convivencia con los cristianos. De todos modos, en la Lex Romana Visigothorum (506) de Alarico II se prohibía el matrimonio entre hebreos y cristianos, la construcción de nuevas sinagogas y la posesión de esclavos cristianos por parte de los cristianos, pero esta legislación tuvo una aplicación muy escasa. 

Alarico II (Carlos María Esquivel y Rivas. Museo del Prado).

En el III Concilio de Toledo, celebrado el año 589, el rey Recaredo I abandonó el arrianismo y fundó el Reino godo católico de Toledo, decretando nuevas disposiciones legales contra los hebreos.

Recaredo I (Dióscoro Puebla y Tolín. Museo del Prado).

Cuando Sisebuto se convirtió en rey de España (612-621), dictó una ley para acabar con el proselitismo judío bajo pena de muerte, impedir los matrimonios mixtos y prohibir a los judíos tener esclavos, servidores o colonos cristianos. Posteriormente Sisebuto ordenó a los judíos convertirse al cristianismo bajo amenaza de ser expulsados.

Sisebuto (Mariano Roca y Delgado. Museo del Prado).

En el año 711, las tropas musulmanas de Táriq ibn Ziyad conquistaron Toledo y pusieron fin al Reino visigodo. Los emires dependientes del Califato de Damasco otorgaron amplias libertades a los judíos. Desde el siglo VIII, la aljama de Toledo se situó al SO de la ciudad en la “Madinat al-yahud” (Ciudad de los Judíos), entre la puerta de los judíos (Puerta del Cambrón) y el puente de San Martín.

Puerta del Cambrón.

En el año 742, Toledo pasó a poder de los bereberes y durante siglos fue una ciudad rebelde hasta que en mayo del 930 Abderramán III envió un ejército a Toledo, comenzando un asedio que duró hasta el año 932, cuando la ciudad se rindió después de haber negociado unas condiciones favorables.

Abderramán III.

Con el desmantelamiento del califato de Córdoba se produjo una guerra civil entre bereberes, eslavos y los árabes y africanos que vivían en Al-Andalus desde la conquista. En 1035 Ismail ibn Zennun fundó la taifa de Toledo hasta que en 1085 Alfonso VI conquistó la ciudad. La comunidad judaica continuó creciendo y ejerciendo cada vez una mayor influencia social y política, siendo la de Toledo la más importante de la corona de Castilla.

De 1043 a 1075 Toledo volvió a ser un reino taifa gobernado por Yahya ibn Ismail al-Mamum, el cual acogió a la corte toledana de Alfonso VI cuando su hermano Sancho II le arrebató el trono de León. Al-Mamum y Alfonso VI fueron amigos y aliados en todas las campañas del rey leonés contra los almorávides, que invadieron España en 1086. Pese a los repetidos intentos de los almorávides de hacerse con Toledo, la taifa, con ayuda de las tropas cristianas, consiguió rechazarlos y mantenerse independiente. En 1162 Toledo fue conquistado por Fernando II de León

Alfonso VI.

Pese a los repetidos intentos de los almorávides de hacerse con Toledo, la taifa, con ayuda de las tropas cristianas, consiguió rechazarlos y mantenerse independiente. En 1162 Toledo fue conquistado por Fernando II de León.

Fernando II de León (Lozano Sirgo. Museo del Prado).

La invasión de los fanáticos almohades y su aplicación rigurosa del islam obligó a que parte de la población judía del Al-Andalús tuviera que huir a territorio de Castilla. La rica tradición cultural de Toledo decayó por la guerra que cercaba la ciudad. En 1212 el Papa Inocencio III otorgó el carácter de cruzada a la expedición cristiana que se concentraba en Toledo y que estaba formada por los ejércitos del rey Alfonso VIII, tropas de señores, órdenes militares, milicias de los concejos castellanos y cruzados venidos de allende los Pirineos. 

Alfonso VIII.

En junio de 1212 las tropas cristianas abandonaron Toledo y el 16 de julio Alfonso VIII venció a los almohades en la batalla de Las Navas de Tolosa

Batalla de las Navas de Tolosa (Francisco Halen y Gil. Museo del Prado).

Cuando en 1248 Sevilla es reconquistada, los judíos reciben con júbilo al rey Fernando III El Santo y le entregan unas llaves simbólicas de la ciudad en cuyas guardas se lee la inscripción “Dios abrirá, Rey entrará”. En el canto del anillo del que cuelga el cordón hay una inscripción en hebreo que dice “El rey de los reyes abrirá, el rey de toda la tierra entrará”.

Réplica de las llaves de Sevilla (Museo Sefardí de Toledo).

Finalizada la guerra, las actividades de la comunidad judaica de Toledo volvieron a alcanzar todo su esplendor, destacando especialmente por su labor científica y cultural la “Escuela de Traductores de Toledo”, en tiempos de Alfonso X “El Sabio”, traduciendo al castellano tratados de alquimia, física, matemáticas y astronomía.

Tanto en época musulmana como cristiana los judíos solían vivir en comunidades separadas del resto de la población. Algunas de ellas, las denominadas aljamas, eran totalmente autónomas y contaban con su sinagoga, escuela, hospital, baños, hornos, tabernas y cementerio. 

Lápidas sepulcrales judías (Patio del Museo Sefardí de Toledo).

Las aljamas eran gobernadas por un rabbi nombrado por el rey, el cual aplicaba las leyes civiles y religiosas que marcaba la tradición hebraica.

Megillah, rollo con la historia de Ester en hebreo  (Museo Sefardí de Toledo).

Además de los gastos municipales y los diezmos de las iglesias, todos los judíos debían pagar un impuesto especial del que quedaban exentos en caso de convertirse al cristianismo. En Toledo además debían pagar a la catedral otro impuesto adicional de treinta dineros anuales, en conmemoración de las monedas que había recibido Judas por vender a Jesucristo.

La comunidad judaica de Toledo siguió creciendo de manera ininterrumpida hasta mediados del siglo XIV. La judería toledana estaba densamente poblada y alcanzó su máxima extensión en 1350, desde el barrio de Santo Tomé hasta la Puerta del Cambrón, limitada por un muro que la separaba del resto de la ciudad y al S por el río Tajo. 

Judería. Calle del Ángel.

La llamada Judería Mayor estaba en la plaza de Barrio Nuevo, muy cercana a Santo Tomé. La mayor parte de la población judía vivía en las calles que tenían asignadas, pero también había pequeños “barrios” mercantiles dentro de la ciudad cristiana, que en Toledo estaban cerca del claustro de la catedral, entre las actuales Cuatro Calles, calle Sinagoga y Alatares.

Judería. Pasadizo del Ayuntamiento.

En 1391 Enrique III “El Doliente” accedió al trono de Castilla. Durante su minoría de edad, que duró aproximadamente tres años, se estableció una regencia durante la cual se produjeron matanzas de judíos en los motines que tuvieron lugar por toda Andalucía, provocados por los incendiarios sermones antisemitas del arcediano de Écija, Ferrán Martínez, incitando al odio contra los judíos. 

Enrique III (Ortega Matamoros. Museo del Prado).

La revuelta antijudía llegó a Toledo y supuso la persecución generalizada de los hebreos, sobre todo de los que vivían fuera de las murallas de la judería, en la zona de Caleros, que se vieron obligados a abandonar sus casas y a despoblar la zona. Las noticias de las matanzas de Sevilla llegaron a conocimiento de los regentes, los cuales ordenaron a los concejos que adoptaran las medidas necesarias para proteger la vida y hacienda de los judíos, que eran propiedad del rey. Una vez que Enrique III fue mayor de edad restableció el estatus de los judíos, aunque aplicó con firmeza las disposiciones referidas a la supresión de los privilegios judiciales, la residencia de los judíos en barrios concretos y la obligatoriedad del uso de la rodela bermeja.

Trajes de novios sefardíes (Museo Sefardí de Toledo).

En 1412, las Leyes de Ayllon o Segundo Ordenamiento de Valladolid prohibían a los judíos vivir al lado de los cristianos y les obligaban a llevar unas vestimentas que los diferenciaran. Pero no fue hasta 1480 cuando las Cortes de Toledo obligaron a que las viviendas de judíos y moriscos estuvieran separadas de las de los cristianos, segregación que estuvo en vigor hasta su expulsión en 1492. Los judíos españoles son conocidos como sefarditas, ya que en la Edad Media la tradición hebrea denominaba Sefarad a España. El mito de “las llaves” cuenta como los judíos toledanos conservaron las llaves de sus casas tras la expulsión.

Las expulsiones de judíos se fueron sucediendo en toda la Europa medieval, principalmente por causas religiosas y económicas. Los judíos mayoritariamente se negaban a renunciar a su fe y convertirse al catolicismo. El sentimiento antisemita era fomentado por la Iglesia y favorecido por el hecho de que los prestamistas judíos practicaban la usura. A esto se unía que los recaudadores de impuestos y rentas eran judíos, lo que los hacía aún mas impopulares.

Los reyes europeos vieron la oportunidad de confiscar los cuantiosos bienes y propiedades de los judíos. En Inglaterra Eduardo I expulsó a los judíos en 1290; en Francia fueron expulsados en tres ocasiones (1182, 1306 y 1323); en los Principados alemanes la expulsión se produjo a mediados del siglo XIV; en los Ducados de Parma en 1488 y en Milán en 1490; en Aragón y Castilla en 1492 y en Portugal en 1496.


Bibliografía:

Basilio Pavón Maldonado. Las sinagogas de Santa María La Blanca y del Tránsito de Toledo a examen. La arquitectura y la decoración post almohade en Castilla.

Carmen Bravo Durá y Jaime Martínez Ramos. La Sinagoga del Tránsito. Rehabilitación del Museo Sefardí. Toledo.

Elena Fernández Arcones. Las sinagogas de Toledo. Recuperación del edificio original.

Balbina Caviró Martínez. El arte mudéjar y las sinagogas toledanas. El Toledo judío.

Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.

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