El petroglifo de la Laxe da Rotea do Mendo se encuentra en
la parroquia de San Miguel de Campo, concello de Campo Lameiro. Para llegar
hasta ella debemos salir de Campo Lameiro por la carretera PO-221 en dirección
Moraña. Después de dos kilómetros llegamos al alto del monte Agüeiros, donde
nos desviamos a la izquierda por una pista asfaltada que lleva al Castro de
Penalba. Aquí hay un merendero donde podemos dejar el vehículo y continuar
andando por el camino que parte a la derecha de la pista y que discurre por la
ladera O del monte.
Los petroglifos que
forman el conjunto de la Laxe da Rotea do
Mendo fueron grabados sobre una gran roca plana orientada al SO, durante el
período comprendido entre el Bronce I y el Bronce II (1800-1200 a.C). El motivo
principal de este conjunto es la figura de un gran macho de ciervo,
probablemente la mayor de todo el arte rupestre gallego, representado en
posición parada, con la cabeza levantada y la boca abierta como si estuviera
emitiendo el característico sonido de la berrea. El ciervo muestra un enorme
falo, una cruz inscrita dentro de un círculo, diseño sencillo que se repite en
el tiempo y que no forma parte de la iconografía castrexa, y una gran
cornamenta con una perspectiva frontal, mientras que el resto del animal está
en posición lateral. Entre sus astas aparece representado otro cuadrúpedo, probablemente un toro, con
cuernos y pene.
Este gran ciervo
parecer dirigir su mirada hacia un macho de menor tamaño situado en otra
roca.
Los demás motivos que
aparecen son más ciervos, combinaciones circulares y diversos trazos muy
erosionados.
El ciervo era la
principal presa de caza mayor de las poblaciones gallegas de la Edad del
Bronce, por lo que es comprensible que sea el animal más frecuentemente
representado en los petroglifos de esta época.
Pero además el ciervo estaba dotado de un alto valor simbólico, probablemente relacionado con la “gran diosa
madre”, símbolo de fertilidad y fecundidad. El culto a la diosa madre surge en el Paleolítico y perduró durante milenios. La cornamenta del ciervo simboliza la fase creciente de la luna y con ello el principio generador de la vida, por lo que durante el Neolítico su culto se asoció con la fertilidad de la tierra y la abundancia de las cosechas.
El ciervo también aparece vinculado a las
divinidades de ultratumba, como podemos comprobar en las representaciones de ciervos que aparecían en uno de los ortostatos del dolmen Orca
dos Juncaes (Queiriga.
Portugal). El petroglifo ha desaparecido y sólo se conserva el dibujo
realizado en su día por George y Vera
Leisner.
Las espectaculares
cornamentas de los ciervos macho se asemejan a ramas de árboles que se alzan
hacia el cielo. El hecho de que en otoño muden sus cuernas y que les vuelvan a
crecer con la llegada de la primavera, podía ser interpretado como un símbolo
de autoregeneración asociado al cambio de estaciones.
Por otra parte, las
berreas y luchas entre machos eran una muestra de la energía y el vigor masculino. El ciervo que vence a sus
rivales en la época de celo se erige en jefe de la manada y señor de un harén
de hembras. El hecho de que el gran macho de la Laxe da Rotea do Mendo esté provisto de un gran falo, así como la
actitud desafiante que parece mostrar ante el otro macho de menor tamaño,
puede ser interpretado como prueba de que este lugar fuera el escenario de
algún tipo de ceremonia de exaltación y reafirmación masculina.
Evidentemente no
podemos determinar si son ciertas todas
estas aproximaciones acerca del simbolismo de las representaciones de cérvidos,
ni de los ritos que pudieron practicarse en estos lugares. Pero no parece especular en exceso si
suponemos que, posiblemente antes de emprender una partida, los cazadores se
reunieran alrededor de sus magos y chamanes para realizar rituales que
garantizaran el éxito de la cacería.
El sistema de
creencias animista de estas poblaciones primitivas se fundamentaba en la
búsqueda del equilibrio entre los espíritus que moraban en los animales y los
de los hombres, lo que garantizaría una
caza abundante. Es muy probable que los chamanes realizaran ritos simbólicos
destinados tanto a apaciguar los espíritus de los animales, como a invocar su
protección durante el repertorio funerario vinculado al tránsito a la otra vida
En muchas culturas se practicaban ceremonias similares en las que los chamanes
solían emplear sustancias psicotrópicas para entrar en trance. Frecuentemente
se vestían con la piel del animal totémico y también lucían
su cornamenta, mientras llevaban a cabo danzas para contactar con el espíritu del ciervo.
Esta preocupación por lo mágico y por la muerte llevó
a la realización de complejos rituales, vinculados a una mitología compartida
por diversas poblaciones del S y O de la Península Ibérica en la Edad del
Bronce o incluso antes, ya desde finales del Neolítico.
Son varias las divinidades que en diversas culturas aparecen
asociadas o relacionadas con el ciervo. Para los hitititas de Anatolia el ciervo era un animal sagrado con una larga tradición mística. El culto al ciervo entre los hititas estaba vinculado a la diosa Hannahanna, diosa madre que encarna todos los principios creativos de la Tierra y que era el origen de todos los seres vivos, dadora y destructora de la vida.
El dios Cernunnos es el Señor de las bestias, caracterizado por la fuerza, la virilidad, la fertilidad y la regeneración de la tierra. Se le representa con orejas y cuernos de ciervo, con un torque en el cuello, otro en una mano y en la otra una serpiente. Cernunnos es una divinidad del interior de la tierra vinculada a la función de producción-reproducción de los ciclos anuales, muy frecuente en los panteones indoeuropeos. En este sentido, en la mitología de Irlanda aparece el sacrificio ritual del ciervo en el período coincidente con el actual carnaval, para que Cernunnos regresara de las entrañas de la tierra (De Vries. La religión des Celtes).
El dios Cernunnos es el Señor de las bestias, caracterizado por la fuerza, la virilidad, la fertilidad y la regeneración de la tierra. Se le representa con orejas y cuernos de ciervo, con un torque en el cuello, otro en una mano y en la otra una serpiente. Cernunnos es una divinidad del interior de la tierra vinculada a la función de producción-reproducción de los ciclos anuales, muy frecuente en los panteones indoeuropeos. En este sentido, en la mitología de Irlanda aparece el sacrificio ritual del ciervo en el período coincidente con el actual carnaval, para que Cernunnos regresara de las entrañas de la tierra (De Vries. La religión des Celtes).
El Caldero de
Gundestrup, encontrado en 1891 en Himmerland (Dinamarca), es una pieza de
platería tracia datada en los siglos I-II a.C. En ella aparece el dios
Cernunnos sentado en postura yóguica, con las piernas cruzadas. En base a ésta
y otras evidencias, algunos autores plantean la semejanza existente entre
Cernunnos y el proto-Shiva de Mojenjo Daro (Paquistán), que es dos mil años anterior (Susana Reboreda Morillo y Ladislao Castro Pérez). Se trata en
ambos casos de la imagen arquetípica del Señor
de los Animales de diversas culturas indoeuropeas.
Caldero de Gundestrup (Wikipedia.org) |
En el caldero de Gundestrup podemos observar como al lado del ciervo aparece representado un toro. Resulta una curiosa coincidencia que en la Laxe da Rotea do Mendo también aparezca esta asociación entre el gran macho de ciervo y un toro, ambos dotados de grandes falos.
Como una última muestra de la presencia del ciervo en las diversas cosmogonías europeas, me referiré brevemente al mito de Artemisa, la diosa griega de la caza a la que se invocaba antes de comenzar las cacerías para que estas fueran propicias. A cambio la diosa exigía a los cazadores que respetaran a los animales jóvenes, que le estaban consagrados. El mito cuenta que Artemisa transformó en ciervo al cazador Orcómeno como castigo por haberla
observado mientras se bañaba desnuda. Luego envió contra él a los perros de su
jauría, los cuales no reconocieron a su amo y lo mataron.
Nota: Los dibujos de petroglifos que aparecen en este artículo han sido realizados mediante una aplicación informática para la edición y retoque fotográfico.
Muy bueno el artículo y el detalle del toro.
ResponderEliminarMuchas gracias Edu Montes, me alegra que te haya gustado.
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