La Zona Arqueológica de Las
Médulas se encuentra en la provincia de León a veinte kilómetros de
Ponferrada, entre los pueblos de Las Médulas (865 m) y Orellán (951 m).
Las Médulas son una de las tres cubetas que forman la Fosa del Bierzo, situándose en su extremo SO entre la Cuenca
del Duero y las cuencas del interior de Galicia. La Fosa del Bierzo está rodeada
por rocas metamórficas del Paleozoico (calizas, pizarras y cuarcitas), que se
plegaron durante la Orogénesis Hercínica. Por el E, de manera localizada,
aparecen también rocas graníticas.
La longitud
de esta cubeta es de unos cincuenta kilómetros, con una anchura de veinte
kilómetros. Es una zona de fuertes pendientes tanto hacia el Sil, al N y O,
como hacia su afluente el Cabrera, situado al S. Hacia el E está unida a las
últimas estribaciones de los Montes Aquilianos a través de crestones
montañosos. En el centro de las Médulas se encuentran los depósitos fluviales
rojos del Mioceno, en los que se hallaba el yacimiento aurífero.
Durante
el Terciario la Cuenca del Bierzo se rellenó con depósitos de sedimentos
rojos, limos, arenas y cantos rodados. Se desconoce la procedencia exacta de
estos sedimentos rojos, pero se supone que podrían provenir del borde de un
macizo que se desmanteló. Posteriormente los sedimentos fueron transportados
por el agua de lluvia proveniente de unas precipitaciones inusitadas, de una
intensidad tal que no se ha vuelto a producir un registro igual desde entonces.
Estos aluviones se fueron acumulando hasta formar un depósito cuyo espesor
varía entre los cien y los ciento setenta metros.
Una de las teorías sobre el origen de todo el oro que hay en nuestro sistema solar plantea que se generó con el colapso y explosión de alguna supernova hace unos cuatro mil quinientos millones de años, lo que provocó una fusión nuclear a causa de la cual las partes superiores de la estrella se desplomaron sobre el núcleo, comprimiendo y calentando la materia. Los núcleos de los elementos mas ligeros se fundieron y dieron lugar a metales más pesados, como el uranio o el oro. En la Tierra las primeras concentraciones de oro se produjeron hace unos dos mil quinientos millones de años (Soléty). El oro suele aparecer preferentemente en sedimentos detríticos de cursos fluviales y deltas, así como en alineaciones y cinturones volcánicos.
La principal ocurrencia mineralógica del oro es en forma de inclusiones dentro de otros minerales (piritas, arsenopiritas, calcopiritas, esfaleritas, limonitas, cuarzo y carbón). El oro nativo libre se encuentra en contacto con otros minerales, como plata, selenio, bismuto, mercurio y platino. También aparece en forma de pepitas en aluviones arrastrados por los cursos fluviales.
Por
lo que se refiere al oro de Las Médulas, aún hoy en día se desconoce su origen aunque se cree que las rocas que aportaron este mineral corresponden a alguna
de las formaciones paleozoicas de la zona. Este oro no se
encuentra en filones o grandes vetas en las rocas, sino en los sedimentos
rojos característicos de este lugar, entre un aluvión de conglomerados de
cantos rodados, arenas y arcillas. Se calcula que en los niveles superiores del
terreno la presencia de oro oscilaba entre 20-100 mg/m3,
mientras que en los inferiores esta proporción sería de 60-300 mg/m3.
La
mina de Las Médulas tiene unos tres kilómetros de anchura y más de cien metros
de profundidad. La extracción minera supuso la realización de enormes desmontes
en una zona de algo más de seiscientas hectáreas, calculándose que se
removieron unos cien millones de metros cúbicos de aluvión. En total el número
de hectáreas transformadas fue de mil doscientas, ya que los estériles
generados por la explotación ocuparon valles y vaguadas. No existe acuerdo en
cuanto a la cantidad de oro que se extrajo, pero se calcula que fueron entre
cinco y siete toneladas.
Las
Médulas fueron declaradas Monumento Nacional en 1931 y Espacio Natural por la
Junta de Castilla y León en 1992. Desde 1997 son Patrimonio de la Humanidad.
La
Zona Arqueológica de las Médulas (ZAM)
La
ZAM abarca unas doce mil hectáreas, de las que mil doscientas son de origen
romano y cien corresponden al entorno del Lago Carucedo.
Las
poblaciones prerromanas de Galicia, León y Asturias practicaban una
minería del oro de tipo artesanal, extrayendo, limpiando y cribando las arenas y
lavándolas con una batea. El oro obtenido era empleado para crear una
orfebrería relativamente rica. Se han hallado
láminas muy finas sin decoración que servirán de pendientes y diademas, y
gargantillas mucho más elaboradas, decoradas y repujadas. Parte de estas piezas
fueron “exportadas” a Bretaña e islas británicas por navíos mediterráneos,
cretenses o fenicios.
Tras
las Guerras Cántabras (29 a.C a 19 a.C), finaliza la conquista romana de la
Península Ibérica. Pronto comienza la evaluación de la explotación de Las Médulas y
de su rentabilidad. En puntos situados al N y E del pueblo de Las Médulas se
hicieron extracciones selectivas sobre los niveles sedimentarios más ricos en
oro.
Durante
el siglo I aumentó el interés de los romanos por esta explotación,
probablemente debido a que el emperador Augusto estableció el aureus y el denarius como base del sistema monetario. El aureus tenía 7,8 g de oro y el denarius
3,9 gramos de plata, por lo que se incrementó la necesidad de obtener estos dos
metales. El momento de mayor apogeo de la explotación de Las Médulas tuvo lugar
en época de Trajano, entre finales del siglo I y principios del II. El declive
comenzó a partir del año 150 y el abandono definitivo del yacimiento ocurrió a
comienzos del siglo III.
Las
Médulas llegaron a ser la mayor explotación aurífera del imperio y para
custodiarla, alrededor del año 74 se estableció en León la Legio VII Gemina. Esta legión romana había sido
creada el 10 de junio del 68 y probablemente estaba formada por nativos.
Combatió por diversos lugares de Europa y participó en las Guerras del Rhin,
desde donde fue enviada a Hispania para cumplir misiones de policía. Para
mejorar las comunicaciones de la zona, entre los años 69 a 96 se construyó la
Via Nova, que unía Asturica con Bracara (Braga) y por la que transitaba una gran
densidad de tráfico.
Plinio el Viejo visitó Asturica como
Procurador de la Tarraconense, alrededor del año 70. En ese momento Asturica Augusta (Astorga) era una gran
urbe, capital del convento jurídico, y Bergidum
Flavium (Cacabelos) ya era un municipio. Será Plinio el que realice una
descripción del método empleado para la extracción del oro que ha llegado hasta
nuestros días y al que denominó ruina
montium. Consistía en almacenar enormes cantidades de agua en unos depósitos y
después introducirla en el interior del monte a través de pozos y galerías sin
salida, lo que provocaba que éste se derrumbara debido a la presión del agua y
el aire. Después, el agua arrastraba las masas de aluvión en las que se
encontraba el oro y las llevaba hacia los canales de lavado.
Como
no había ningún río en la zona de la explotación, fue necesario traer el agua
desde lejos a través de canales y almacenarla en depósitos. Parte era obtenida
en verano con el deshielo de la nieve que se acumulaba en la ladera NE del
Teleno, situada a unos 1700-2000 m de altitud y a una distancia de unos treinta
y cinco kilómetros de las Médulas. El agua del Teleno se llevaba al río Cabo,
afluente del Cabrera, y se le incorporaba parte del agua del Cabrera. Así el
Cabo veía incrementado cuantiosamente su caudal, lo que le permitía alimentar a
siete canales que llegaban hasta los depósitos de Las Médulas.
Otra
parte del agua utilizada era aportaba por el río Oza, que procedía de la
vertiente N de los Montes Aquilianos. Al Oza se le unía el agua de varios
arroyos, como el Guido, Reguerón, Valdecorrales y Rimor, y era llevada a Las
Médulas a través de dos canales. También se construyeron más de cien kilómetros
de canales para transportar, desde los montes Aquilianos, las aguas que habían
sido trasvasadas del Sil y el Duero.
Para
algunos investigadores eran ocho los canales principales (Matías Rodríguez), mientras que otros elevan esa cifra hasta trece
o dieciséis (Pérez García y Sánchez
Palencia Ramos). Los canales o corrugi
tenían una anchura de noventa a ciento cincuenta centímetros, con una altura
del agua de diez a veinte centímetros y un desnivel que no superaba el cinco
por ciento por kilómetro. Existe bastante discrepancia en lo que se refiere a
la longitud total de esta red de canales que abastecían Las Médulas, pero se
suele aceptar que rondaría los trescientos kilómetros. Puede que fuera la red
hidráulica más grande de todo el imperio romano.
Antes
de comenzar a cavar los canales era necesario nivelar el terreno, para lo cual
los romanos disponían de varios instrumentos topográficos como la dioptrae, una especie de taquímetro
empleado en el cálculo de las distancias y niveles.
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Dioptrae |
El chorobates era una larga regla de madera de casi seis metros, con
cuatro patas en sus extremos y provista de plomadas que permitían comprobar si
el terreno estaba nivelado.
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Chorobates |
El chorobates también tenía una
acanaladura que se llenaba de agua y así se verificaba que el nivel de ésta era
igual en todos los bordes, lo cual permitía trabajar incluso cuando el viento movía
las cuerdas de las plomadas. Además, este instrumento era más preciso que la dioptrae, ya que sus dos puntos de mira
se encontraban más distantes.
El
cuantioso aporte de miles de metros cúbicos transportados por los canales era
almacenado en depósitos (piscinae o stagna), que habían sido construidos
excavando el terreno y formando taludes con el material extraído, lo que
permitía aumentar su capacidad. Para controlar la cantidad de agua que salía de
los depósitos se crearon compuertas y canales secundarios.
Plinio nos habla de estos
depósitos: “En lo alto y cabecera del despeñadero se cavan unas piscinas o
estanques de doscientos pies de ancho hacia todas partes y diez en hondo”.
Veamos
la descripción que Plinio el Viejo
hace del proceso denominado arrugias:
“El agua era necesaria para el proceso denominado arrugia, en el que se cavaban galerías para extraer el material y luego pasarlo por los canales para separar el material más grueso y dirigir el resto a otros canales en los que el oro quedaba acumulado en el fondo debido a su mayor peso y el resto era extraído mediante el bateado”.
“...hechas cuevas por largos espacios, cavan los
montes con luces de candiles, y ellas mismas son la medida del trabajo y
vigilias, y en muchos casos no se ve el día. A esta manera de sacar el oro se
le llama arrugias, y de improviso se suelen producir grietas y se hunden
cubriendo súbitamente a los trabajadores, dejándolos allí sepultados, de suerte
que ya parece mucho menos temerario buscar en lo profundo del mar las perlas y
conchas de púrpura: ¡tan peligrosa hemos hecho la tierra!”.
Como
la mayor parte del oro de Las Médulas se hallaba en los niveles inferiores de
la capa sedimentaria, los ingenieros romanos decidieron emplear todo el sistema
hidráulico de las arrugias para
desmontar de una sola vez las capas superiores e inferiores y acceder a los
niveles más ricos en oro, derrumbando grandes masas de conglomerado que luego
procedían a limpiar en los canales.
Este es el método de arrugia al que Plinio denomina ruina
montium, que consistía en que en
las zonas superiores del monte se procedía a cavar una red de profundos pozos y
galerías sin salida exterior. Después se introducía una cierto volumen de agua con el fin de debilitar el terreno. Posteriormente se enviaba un gran caudal que bajaba arrancando y arrastrando rocas e irrumpía con fuerza en las galerías, comprimiendo el aire y produciendo una enorme cantidad de energía que provocaba el derrumbe del monte. Al cavar las galerías de modo que unos tramos fueran más anchos y otros más estrechos, se conseguía disminuir la velocidad del agua y provocar un aumento de la presión.
Plinio el Viejo lo cuenta así:
“Acabado el trabajo las
cabezas de los arcos se abren y hienden y dan señal de ruina. Y sólo la conoce
aquel que es vigilante en la altura del monte. Éste, con la voz y golpes, manda
a los obreros que de presto se aparten”.
“Quebrado el monte
cae por si mismo, con tan grande estruendo y viento que no puede ser concebido
por la mente humana”
Tras
el derrumbe la fuerza del agua continuaba arrastrando la masa de aglomerado. Los
estériles de mayor tamaño se eliminaban antes de entrar en los canales de lavado y se
acumulaban en murias, algunas de las
cuales miden varios metros de altura.
Los
materiales más finos se encauzaban por los canales de evacuación hacia los
conos de deyección o colas de lavado. Estos canales de lavado, denominados agogas, estaban cavados en zonas llanas
y se cubrían a intervalos con brezos que funcionaban a modo de filtros en los que se depositaba la mena de oro, debido a que su alto peso específico permitía su separación gravimétrica.
Posteriormente se
retiraban los brezos y se quemaban. Las cenizas se lavaban en un prado de
hierba alta y así se obtenía el oro.
Según
Plinio “el arbusto es semejante al
romero, áspero y capaz de retener el oro. Cierran los laterales con tablas y
depositan estos matojos en sus escaleras......Se hallan así masas que pesan más
de diez libras......Después el tojo se quema, lavándose su ceniza sobre un
césped de hierba abundante para que allí se retenga el oro”.
Al
final de estos canales o agogas se
iban depositando y acumulando los lodos y fangos, lo que provocó que se fueran
embalsando las aguas y se formaran lagos artificiales, como el Somido.
Los
millones de metros cúbicos de agua empleados en el proceso se trasladaban a
varios desagües. El más importante llevaba los vertidos al valle, pasando por
una cañada situada al N de las Médulas y desaguando en el Sil a través de una
garganta. La salida del valle se cerró con un dique, de modo que los limos y
arenas quedaban retenidos y se fueron acumulando, rellenando la cañada y dando
lugar a un pantano y al lago de Carucedo.
No
se conoce con exactitud la cantidad de mano de obra empleada, pero se estima
que estaría entre dos mil quinientos y cinco mil trabajadores. La mayor parte
de ellos eran astures, que pagaban con
su trabajo el tributo al Imperio, pero también había esclavos africanos.
Conocemos los términos de alguno de los contratos que vinculaban a estos
trabajadores, como el firmado por uno de ellos, de nombre Memio, con los contratistas Tito
y Socratión. En este contrato se hace
constar que el trabajador percibiría un salario de setenta denarios así como la
comida, por seis meses de trabajo con jornadas completas, sin deducciones por
enfermedad. Si el trabajador interrumpía su trabajo o abandonaba la explotación
se le descontaban cinco sestercios por cada día. La única excepción era cuando
las corrientes de agua impedían trabajar, en cuyo caso la jornada se
consideraba válida. También el contratista estaba sujeto a la misma
penalización de cinco sestercios por día si se retrasaba en el pago al
trabajador, salvo que la explotación se hubiera interrumpido tres días.
Como
vemos, la minería de Las Médulas supuso una total transformación de las
técnicas de explotación de recursos y de la configuración de las comunidades
locales. Los romanos crearon varios asentamientos en diversos emplazamientos
según su función. Unos estaban en las vegas y producían alimentos. Cerca y
dentro de la mina se instaló a la mano de obra no cualificada. Los encargados
del mantenimiento de los canales de agua se asentaron cerca de éstos.
Junto
al lago de Carucedo se establecieron los técnicos y administradores, encargados
de la organización y el control de la explotación. Se conservan construcciones
bien trazadas y altamente romanizadas, así como desagües, un estanque y un
horno para cal.
Otros
asentamientos estaban en lugares ricos en hierro, con el que se fabricaban las
herramientas y utensilios empleados en las labores mineras. El más
importante de estos asentamientos metalúrgicos es el de Orellán (siglo I d.C.).
Los trabajadores que vivían en él se dedicaban exclusivamente a la
transformación de una veta de hierro y eran abastecidos de alimentos por otros
poblados. Las primeras viviendas eran de tipología indígena, pero a medida que fue
creciendo el asentamiento se organizó según el diseño romano.
La
fundición se situaba en la parte más alta del monte y la escoria se esparcía
por las laderas. Más abajo se emplazaba
el poblado donde vivían los fundidores y herreros con sus familias. El
asentamiento carecía de muralla defensiva, las viviendas tenían muros cuadrados
y aún se conservan los restos de aceras y calles, así como una zona de
almacenamiento para el cereal y las leguminosas. Al otro lado de la ladera del
cerro se encuentra la veta de hierro y en esta zona se vertía la escoria de los
hornos de fundición, la cual también se utilizó para nivelar y drenar el
terreno. En Orellán se han hallado restos cerámicos, de los cuales más de la
mitad corresponde a la tipología prerromana.
En
Borrenes, en la cumbre de Corona del Cerco, se encuentran los restos de un
castro prerromano.
Actualmente se conservan dos viviendas y una gran muralla de hasta cuatro metros de altura, que delimita un espacio de aproximadamente una hectárea.
El castro de Borrenes no llegó a habitarse ya que su muralla fue
destruida mientras aún estaba siendo levantada por los astures, dentro de los
conflictos ocurridos cuando los invasores romanos sometieron a las poblaciones
indígenas.
Una vez que comenzó la explotación minera romana, la comunidad que
iba a habitar este castro fue trasladada a alguno de los poblados creados para
abastecer a la mina.
Rutas
Conocer
Las Médulas es muy fácil, ya que existen varias sendas señalizadas que nos
permiten visitar todos los enclaves más importantes.
La
Senda Perimetral
(5,7 Km) es la más larga de todas. Comienza frente a la iglesia de San Simón y
San Judas, de donde sale una calle a la derecha que conduce a una pista de
tierra que lleva al Mirador de Pedrices, pasa por la Médulas de Yeres y
finaliza en el Mirador de Orellán. Entre castaños, matorrales y praderas iremos
contemplando unas hermosas vistas de la Sierra de la Cabrera.
La
Senda de Valiñas
(4 Km) tiene un recorrido circular por una pista asfaltada, poco empinada y
rodeada de grandes castaños. Llegaremos hasta la Fuente de la Tía Viviana y
seguiremos adelante hasta que termina el asfalto y comienza una pista de tierra
que lleva a la Cuevona y la cueva Encantada.
La
Senda de Reirigo
(5,5 Km) comienza en un desvío en la Senda de las Valiñas. Se trata de un sendero que sube por un monte de castaños
en dirección SO hacia el Mirador de Pedrices. Aquí se desvía hacia el SE y
luego hacia el E para cruzar las Médulas de Yeres y pasar por el Pico Reirigo, hasta
finalizar en la zona recreativa de Campo da Braña.
La
Senda del Lago Sumido
(3 Km) parte del centro del pueblo de Las Médulas en dirección O. Se trata de
un paseo muy fácil y cómodo por una pista de tierra prácticamente llana.
La
Senda de los Conventos (4,5 Km) se puede empezar tanto desde Orellán como desde
el Aula Arqueológica de Las Médulas. Si comenzamos por el Aula debemos
encaminarnos hacia Carucedo y a menos de un kilómetro vemos una señal a la
derecha que indica las Senda de los Conventos y que nos llevará hasta Orellán.
Os propongo una combinación de todas estas rutas, de modo que en tal sólo dos
jornadas se puedan visitar los principales lugares.
Día
1
Comienza
en el mirador de Orellán, al que
llegamos tomando una carretera que parte de Carucedo. La vista desde el mirador
es una de las más bellas de Las Médulas y podemos contemplar frentes de
explotación de hasta 100 m de espesor, galerías y canales que concluyen en el
depósito de regulación de La Horta, al pie del mirador.
Desde el mirador se
observa a la derecha una amplia salida de una galería de unos 650 m de longitud,
cuyo interior podemos visitar. Las galerías de Orellán, antes de la erosión producida
por el agua, tenían una altura de 1,10 a 1,90 metros y una anchura de entre 1 y
1,5 m. Su forma era ovalada, lo que garantizaba una mayor estabilidad durante
la excavación.
Proseguimos
nuestra ruta tomando el Camino del
Mirador, que baja a través de un hermoso bosque de castaños y nos lleva
hasta el interior de la mina.
Aquí seguimos por la Senda de las Valiñas hasta La Cuevona y la Encantada: dos bocaminas de una misma galería, con una altura de
casi 30 m.
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La Cuevona |
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La Encantada |
Después continuamos por la Senda de las Valiñas hacia el pueblo de Las Médulas,
llegando hasta el Mesón Agoga, donde podemos refrescarnos y proveernos de agua.
Desde
aquí tomamos la Senda de Reirigo que
sube por el monte y nos lleva hasta el Mirador
de Pedrices, donde podemos disfrutar de una vista espectacular de
los picos de Las Médulas, los lagos, el embalse de Campañana, el Lago de
Carucedo y el pueblo de Lago.
Sin
dejar la Senda de Reirigo nos dirigimos a lo alto del Pico Reirigo y después seguimos por un camino algo peligroso hasta
las Médulas de Yeres, pertenecientes
al municipio de Puente de Domingo Flórez. En esta Médulas se conservan dos
galerías en las que podemos entrar.
Desde
las Médulas de Yeres podemos continuar por la Senda de Reirigo o bien tomar la
Senda Perimetral. Cualquiera de las dos nos llevará hasta la zona recreativa de
Campo da Braña y más adelante veremos
restos de canales, antes de llegar al Mirador de Orellán, lugar donde
comenzamos esta ruta.
Día
2
Para
completar la visita que propongo a las Médulas, nos falta recorrer la Senda del Lago Sumido.
La
senda del lago Sumido parte del
pueblo de Las Médulas en dirección O y siguiéndola podremos ver la laguna de
Pinzais, la laguna Larga y el lago Somido, finalizando en el Mirador de
Maseiros, desde donde podemos contemplar el Lago de Carucedo, el pueblo de Lago
y el embalse de Campañana.
El
lago Somido y las lagunas Larga
y de Pinzais son antiguos canales de
lavado o agogas. En el caso del lago Somido, lo que en principio fue un
lavadero de oro se convirtió luego en un canal de evacuación que llevaba los
estériles a la planicie de Chaos de Maseiros. Uno de los tramos de este canal
se inundó y así se formó el lago.
En la actualidad estas tres zonas húmedas son
el lugar al que acude una interesante comunidad de anfibios para reproducirse.
Destacan dos endemismos: la escasa salamandra rabilarga y el más frecuente tritón
ibérico. Otras especies presentes son el tritón palmeado, la ranita de San
Antón, la rana común y el sapo común. En el lago Somido quedan algunas de las
escasas anguilas que aún podemos encontrar en la zona y por lo que se refiere a
la vegetación destacan los nenúfares.
Chao de Maseiros es un valle
colmatado por la acumulación de estériles procedentes de la actividad minera.
Con anterioridad, a comienzos del siglo I, era un valle rectilíneo y de fondo
estrecho por el que corría un torrente. Al principio la explotación minera fue
lenta y metódica, separando los cantos rodados y apilándolos en murias para
evitar que obstruyeran los canales de lavado.
Los lodos se fueron acumulando en
grandes cantidades valle abajo, rellenando el fondo de las vaguadas. La fase
final de la minería se concentró en el núcleo de Las Médulas, donde la baja producción
de oro llevó a que se empleara el método de ruina
montium para mover de una vez enormes masas de sedimentos. Esto
aceleró la acumulación de derrubios en Chao de Maseiros y a comienzos del siglo
III los sedimentos llenaron todo este valle secundario y bloquearon la salida
del valle principal aguas abajo, lo que dio lugar al lago de Carucedo. Con el tiempo, el arroyo del Balao se abrió paso entre los acúmulos de
estériles y comenzó a arrastrar sedimentos río abajo. Lentamente la cubierta
vegetal comenzó a cubrir las zonas de escombros, aunque las de mayor desnivel
han permanecido desnudas hasta nuestros días. Desde
el mirador de Chao de Maseiros se puede apreciar la vegetación característica
de Las Médulas: escobas, retamas, brezos, carquesas y jaras. Se trata de
matorrales arbustivos de tipo mediterráneo pero con clara influencia
atlántica. Entre las plantas destacan las lavandas y varios tipos de
orquídeas. Lentamente se va produciendo una regeneración del encinar en el que
viven conejos, liebres, corzos y jabalís.
La
visita la finalizamos desplazándonos en automóvil hasta Carucedo para visitar el lago y su entorno.
Así concluyo esta descripción de algunos de los lugares de visita
obligada, pero quedan otros muchos también muy interesantes que os animo a descubrir.
Bibliografía:
Carlos
Martín Escorza. El oro en Las Médulas: su geología y arqueología.
Luis
Carlos Pérez García y Francisco Javier Sánchez-Palencia Ramos. Los sistemas de
explotación de la minería romana.
Luis
Carlos Pérez García y Francisco Javier Sánchez-Palencia Ramos. Las Médulas
(León): un paisaje cultural en la “Asturia Augustana”.
Roberto
Matías Rodríguez. Las Médulas: la mayor mina de oro del Imperio Romano.
Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.
Es una muy buena reseña y bonitas fotos.
ResponderEliminarGracias Rosa Erika, me alegra que te haya gustado. Un saludo.
EliminarUna pasada, lo veré con mas tranquilidad en casa, eres un fenómeno.
ResponderEliminarAquí no lo apreciamos ya que estamos hasta ahí de las Médulas, ya de pequeños todas las excursiones del Cole se hacían a las Médulas.
Un abrazo
Un abrazo amigo
EliminarTorres, como siempre un buen reportaje. Es un lugar al que vale la pena ir en las distintas estaciones del año, en invierno con nieve, en primavera y verano, todo verde y en otoño los colores de las hojas de los castaños y árboles de la zona. Una vez me cuadró con niebla baja y desde el mirador de Orellan parecía que estábamos en el mar y las cumbres de anaranjadas parecían islas. Simplemente espectacular.
ResponderEliminarUn abrazo.
Federico.
Gracias Federico, tenemos que ir juntos.
EliminarLas Médulas es una zona preciosa!
ResponderEliminarTengo ganas de ir, me queda bien cerquita!
ResponderEliminarNo te lo pierdas
EliminarJavier que ilusión leer tu entrada. He estado varias veces pero no concía toda la completa e interesante informaciòn que nos ofreces en esta maravillosa entrada. Este año lo veré con otros ojos y respeto gracias a ti. Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegra que te haya gustado.
EliminarHola Amparo. Me alegra mucho que te haya gustado y te agradezco tu amable comentario. Las Médulas es un lugar mágico y único que intento visitar con regularidad. Por cierto, si vas te recomiendo una preciosa casa rural que hay en Orellán. Si te interesa lo comentamos. Gracias y un saludo.
ResponderEliminarMuy interesante tu blog.
ResponderEliminarGracias José Antonio, me alegra que te haya gustado y me anima a seguir con nuevos artículos. Un saludo.
EliminarGracias por toda esta información.
ResponderEliminarGracias a ti Mitzi. Un saludo.
EliminarBonito lugar........grandes paisajes...
ResponderEliminarHacia tiempo que no encontraba algo tan bien detallado de las Médulas
ResponderEliminarGracias Rynardi, intento documentar los artículos todo lo posible. Un saludo.
EliminarArtículo completísimo. Es un lugar espectacular y único.
ResponderEliminarEl lugar es único. UN saludo Filustro.
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