El castro
de São Lourenço se encuentra en la parroquia de Vila Chã del municipio de
Esposende, distrito de Braga. Está situado en un promontorio a 201 m de altura,
en las estribaciones del acantilado fósil que va de Monte Faro a São Paio de
Antas.
El castro de São Lourenço tiene su origen en el período del Bronce Final y estuvo habitado hasta el siglo IV d.C. alcanzando su mayor desarrollo urbanístico entre los siglos II a. C. y I d. C.
Junto con los otros castros de la franja litoral (Bagunte, Terroso, São Roques, Santa Luzía, Cividade de Âncora, Coto da Pena y Santa Trega), el de San Lourenço formaba parte de una estructura costera que controlaba la navegación de cabotaje durante la Protohistoria.
Después de la primera fase de ocupación en el Bronce Final, los hallazgos arqueológicos revelan una segunda ocupación en la Edad de Hierro (siglo V a.C). En ambos períodos las viviendas del castro eran de planta circular o subrectangular.
En el periodo comprendido entre el siglo I a.C y el I d.C, con el proceso
de romanización, el castro alcanzó su mayor esplendor y sus murallas defensivas
alcanzaron su máximo perímetro, llegando a tener una altura de más de tres metros.
Sabemos que en esa época el poblado se extendía hacia el O ocupando una
superficie mucho mayor de la que actualmente es visible. También en este
período se produjo un gran desarrollo económico derivado de la especialización
de la producción en actividades relacionadas con la metalurgia y la cerámica.
En el siglo I a.C. el poblado pudo haber sufrido uno o más incendios, lo que obligó a reconstruirlo y a reorganizar el espacio. Las viviendas tuvieron que adaptarse a la inclinación y a los afloramientos rocosos de la cima de la colina, lo cual impedía cualquier tipo de organización urbanística, por lo que se fueron situando a distintos niveles o socalcos creados mediante muros de carga. Las distintas unidades habitacionales estaban comunicadas unas con las otras por estrechas calles con suelo de lajas de piedra.
Mediante postes en el interior de las construcciones se sustentaba el tejado, que seguía siendo de escobas y otros matorrales, hasta que en época romana la cubierta vegetal de los tejados se sustituyó por tégula.
De entre los hallazgos arqueológicos recuperados en las excavaciones
destacan los restos cerámicos que atestiguan la existencia de un comercio
habitual con navegantes púnicos, como un fragmento de crátera ática datada en
el siglo V e o IV a.C, fragmentos de ánforas fechadas entre los siglos VI y II
a.C y otra ibero-púnica de finales del siglo III a finales del siglo I a.C.
Entre los restos de época romana destacan cerámicas, objetos de vidrio y adornos
de oro y bronce. En el interior de una de las viviendas se encontraron monedas
de plata y bronce, destacando unos denarios acuñados en Lungdunum (Lyon.
Francia) y datados ente el 2 a.C. y el 37 d.C. También se han recuperado
ánforas romanas, de cronología tardo-republicana hasta época de Augusto, que
servirían para transportar vino, aceite, garum etc. El mayor número de restos
de ánforas que se han encontrado proceden de la Bética pero también las hay
procedentes de la Galia de los siglos I-III d.C. En 1954 se halló junto a la
primera muralla un ara votiva dedicada por Anicius a Dea Sancta.
En el siglo I d.C el castro de São Lourenço experimentó una nueva adaptación como vicus y se volvieron a reordenar las estructuras defensivas y urbanas.
El abandono definitivo del castro se produjo en la Alta Edad Media (siglo V), con reocupaciones puntuales entre los siglos IX y XII. En algún momento sin determinar de la Reconquista, posiblemente en el siglo X, las tropas cristianas leonesas y los pobladores de la zona se refugiaron tras las murallas del castro. Procedieron a desbastar el afloramiento granítico de la parte más alta hasta conseguir una plataforma subcircular sobre la cual erigieron un pequeño castillo. También levantaron otra muralla y reforzaron la que daba al mar, por el O. Estas modificaciones permitieron albergar una pequeña guarnición militar cuya misión era vigilar la costa y proteger a una reducida población civil en caso de ataque. La muralla construida en esa época tuvo, al principio, una aplicación militar, pero acabó por convertirse en un recinto donde la población recogía el ganado y guardaba los aperos de labranza cada vez que se producía un ataque de los moros procedentes del S, un razia de cristianos del N o una incursión de los vikingos que desde el siglo IX comenzaron a frecuentar la costa gallega y del norte de Portugal.
Posteriormente, en el siglo XIV, en la cima de la colina se erigió una ermita bajo la advocación del mártir São Lourenço.
Bibliografía:
Carlos
A. Brochado de Almeida y Rui M. Cavalheiro da Cunha (1997). O castro de São
Lourenço Vila Chã (Esposende).
Jorge Miguel Ayán Vila. Castro São Lourenço (Esposende).
Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.
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