El tesoro de El Carambolo (Camas. Sevilla) fue hallado en la colina del mismo nombre el día 30 de septiembre de 1958, mientras se realizaban unas obras en el Pabellón de la Sociedad de Tiro de Pichón de Sevilla. El tesoro está formado por 21 objetos de oro de 24 quilates, con un peso total de 2.950 g.
Las piezas que constituyen el tesoro estaban guardadas dentro de un recipiente cerámico de gran tamaño. Las más numerososas son 16 placas de forma rectangular, profusamente decoradas, y realizadas entre el año 625 a.C. y el 551 a.C. empleando técnicas de batido, soldado, filigrana, grabado y repujado.
| Tesoro de El Carambolo. |
Estas placas se pueden clasificar en tres grupos según su tamaño. Al primer conjunto pertenecen ocho placas rectangulares que tienen una longitud máxima de 9 cm, una longitud mínima de 5,40 cm y un peso de 33 g/u. Otro grupo está formado por cuatro placas de 11,50 cm de longitud máxima, 6,70 cm de longitud mínima y un peso de 95 g/u. Por último están otras cuatro placas de 21,20 cm de longitud máxima y 4,40 cm de longitud mínima, con un peso de 65 g/u. La función de todas estas placas era ornamental, tal vez como adorno ritual para los animales que iban a ser sacrificados en el santuario fenicio en honor a Baal y Astarté, que existía en el lugar donde fueron encontradas.
Una de las joyas más destacadas del Tesoro del Carambolo es un collar de oro del período del Bronce Final orientalizante (625 a.C. a 551 a.C.). Pesa 151 g y fue realizado empleando las técnicas de granulado, batido, soldado, filigrana y repujado. El collar es una excelente muestra de la orfebrería local tartésico-fenicia y consta de una cadena de 31 cm de largo y 0,30 cm de grosor, que está prendida a un pasador de 5,40 cm del que cuelgan ocho cadenillas con anillos en sus extremos. Los siete anillos que se conservan están decorados con flores de loto, triángulos, arcos dobles y círculos. Estos elementos ornamentales se pueden interpretar como símbolos de la deidad solar Baal (semiesferas) y de la divinidad femenina Astarté (rosetas y flores).
Sin duda, el collar era un artículo de lujo que lucía alguna persona de elevado estatus social, y guarda mucha semejanza con collares de la Grecia Clásica Tardía, con adornos que aparecen en terracotas de Chipre (siglos IX-VII a.C.), y con anillos etruscos y egipcios del Imperio Nuevo.
| Collar con pseudo-sellos y brazalete. |
Otros dos objetos que forman parte del Tesoro del Carambolo, son dos brazaletes cilíndricos de oro decorados alternando bandas horizontales de semiesferas con otras de cápsulas en cuyo interior hay rosetas de once pétalos. Los brazaletes fueron realizados con métodos de orfebrería como el batido, soldado, filigrana, repujado, troquelado y fundición a la cera perdida. Uno de ellos tiene una altura de 10,80 cm, un diámetro de 11,10 cm y un peso de 401 gr. El otro mide 10,80 cm de altura, 11,60 cm de diámetro y un peso de 425 gr. Se trata de dos muestras de orfebrería indígena del Bronce Final orientalizante (625 a.C.-551 a.C.), inspiradas en modelos atlánticos, con elementos decorativos típicos del hallstatt centroeuropeo y técnicas provenientes del Mediterráneo oriental
Por último, la colección se completa con dos colgantes de oro con forma de “piel de toro” extendida, realizados sobre una placa delimitada por cuatro tubos a través de los cuales pasaban los cordones que permitían colgarlos. Uno de ellos está decorado con rosetas separadas por hileras de púas. Mide 15,5 cm de altura máxima exterior y 14 cm de ancho máximo exterior, con un peso de 144 g. El otro colgante está decorado con esferas rehundidas y en uno de los extremos menores conserva la anilla de suspensión. Sus medidas exteriores son 16 x 11 cm y su peso es de 198,32 g. Los colgantes están datados en el período del Bronce Final orientalizante (625 a.C.-551 a.C.) y las técnicas ultilizadas fueron el repujado, cincelado, batido, soldado y filigrana.
| Pectorales o frontiles. |
Estos colgantes son interpretados por algunos autores como adornos pectorales que lucía el rey o una autoridad similar, mientras que para otros investigadores se trataría de ornamentos que se colocaban sobre la testuz del toro que iba a ser sacrificado a Baal y Astarté, dioses titulares del santuario del cerro El Carambolo.
Conclusiones:
Tradicionalmente, las joyas de El Carambolo se han interpretado como ornamentos personales, que denotaban el prestigio y posición social de su portador. Posteriormente se ha planteado una interpretación alternativa, según la cual el tesoro formaba parte del ajuar ritual utilizado en las ceremonias en las que se sacrificaban animales, en honor a los dioses que se adoraban en el santuario. Los brazaletes y el collar corresponderían a los atavíos del sacerdote, los colgantes adornarían la testuz del toro y las series de plaquetas formarían unas bandas que colgaban del lomo del animal.
Es posible que en El Carambolo existiera un taller de orfebrería que trabajó en el recinto religioso fenicio desde mediados o finales del siglo VIII a.C. hasta su abandono en la segunda mitad del siglo VI a.C. En ese taller indígena de cultura tartésica-fenicia trabajaban varios orfebres, como mínimo dos, que se ocupaban de crear distintas partes de las joyas, unos siguiendo las técnicas tradicionales del Bronce Final y otros las provinientes del ámbito oriental. En todas las joyas, salvo el collar, se han incorporado técnicas propias del período del Bronce Final Atlántico, como el fundido a la cera perdida, y del Mediterráneo Oriental, como el troquelado y el modelado por batido ó punzón. Sólo el collar de sellos fue elaborado empleando técnicas y decoraciones exclusivamente mediterráneas, como los métodos de laminado, granulado y filigrana.
Bibliografía:
María Luisa de la Bandera Romero y Eduardo Ferrer Albelda. El Carambolo. 50 años de un tesoro.
Alicia María Canto. El Tesoro del Carambolo deja de ser tartésico.
Juan de Mata Carriazo. Tartessos y El Carambolo.
Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.
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