sábado, 5 de julio de 2025

Mausoleo dinástico ibero del Cerrillo Blanco

 

El conjunto escultórico del Cerrillo Blanco es el más importante y monumental de la escultura ibera conocido hasta el momento.

Este yacimiento arqueológico se encuentra a 1,5 km al N de Porcuna (Jaén), la antigua Ipolka ibera, capital de los túrdulos que en época romana pasó a denominarse Ibulco.
Durante la realización de labores agrícolas fueron apareciendo gran cantidad de restos de esculturas, pero no fue hasta 1975 cuando comenzaron las primeras excavaciones del yacimiento, las cuales se prolongaron hasta 1979.

Los restos más antiguos localizados correspondían a una necrópolis tartésica del periíodo orientalizante, influenciada por las culturas fenicia y griega, datada entre mediados del s. VII y el s. VI a.C. La necrópolis estaba perimetrada por un círculo de lajas de piedra, en cuyo interior se situaban veinticuatro enterramientos individuales con diferentes orientaciones y acotados también por losas de piedra. En este cementerio fueron enterradas personas que tenían relaciones familiares entre ellas y cuyas tumbas fueron dispuestas a cierta distancia de la sepultura principal, en la cual se encontraron los restos de un hombre y una mujer. En los ajuares funerarios recuperados durante las excavaciones se hallaron hebillas de cinturón, fíbulas y peines de marfil decorados.

Sobre esta primitiva necrópolis, entre el 470 al 420 a.C se construyó un mausoleo dinástico que no tenía relación alguna con la necrópolis original. De la decoración de este mausoleo principesco se han localizado alrededor de mil quinientos fragmentos correspondientes en su mayoría a esculturas de bulto redondo, aunque también hay imágenes en altorrelieve. La piedra empleada para esculpir las estatuas fue una calcarenita de grano muy fino, muy porosa y fácil de trabajar cuando está húmeda pero que se endurece cuando está seca, aunque tiende a rayarse con facilidad. De todas estas esculturas, actualmente unas cuarenta de ellas han podido ser parcialmente reconstruidas.

El mausoleo dinástico del Cerrillo Blanco fue realizado por encargo de un grupo familiar aristocrático a un taller de artistas iberos que tenían evidentes influencias y formación en el arte griego, como se aprecia en el estilo de algunas estatuas que está claramente inspirado en los frontones de los templos griegos, aunque incorporando el ropaje y el armamento ibero. Estos artistas representaron a los miembros del linaje dominante como personajes de un universo principesco en el que se integraba la guerra, la presencia de animales míticos y el mundo de los antepasados, algo característico de la tradición heroica de época orientalizante.

Reconstrucción hipotética del mausoleo del Cerrillo Blanco (Fuente: Europeana)

En el grupo escultórico del Cerrillo Blanco se distinguen una serie de bloques temáticos: combates entre hombres pertenecientes a dos bandos de guerreros ibéricos (jinete desmontado atravesando con su lanza a un enemigo caído, guerrero con escudo en el vientre, guerrero con falcata, guerrero caído con ave, guerrero asido por la muñeca y guerrero de la armadura doble); luchas de hombres con animales reales o mitológicos (hombre luchando con león), peleas de animales con animales (león-grifo con palmeta y serpiente), animales individuales (águila, lobo, novillo) y motivos de carácter religioso (sacerdotisa con serpiente, oferente con cabras, dama con niño, dama sedente).

Poco tiempo después de su construcción, el santuario del Cerrillo Blanco y sus esculturas fueron destruidas con violencia, cebándose especialmente con las cabezas y rostros, tal vez durante un enfrentamiento político o un conflicto bélico con otro linaje ibero, a consecuencia del cual el clan triunfador decidió destrozar una a una todas las esculturas para eliminar la memoria e identidad de su rival, al modo de la damnatio memoriae romana. Este tipo de conflictos entre tribus y clanes eran habituales en la sociedad íbera y a menudo desembocaban en enfrentamientos militares por tierras cultivables, pastos para el ganado y acceso a rutas comerciales.

Después de su destrucción, los restos del conjunto escultórico fueron enterrados en una zanja situada en una ladera del Cerrillo Blanco y se cubrieron con algunas de las grandes losas que delimitaban la antigua necrópolis. Posteriormente, sobre ellos se construyó una pequeña necrópolis que pervivió hasta época iberorromana y que reutilizó algunos de los fragmentos de esculturas. Poco a poco el lugar fue cayendo en el olvido y en época medieval y moderna toda la zona estuvo dedicada a tierras de cultivo.

Reproducción de una sepultura ibera de los siglos V-III a.C.

Debido a la enorme cantidad de esculturas encontradas en este yacimiento, a continuación voy a describir sólo algunas de las estatuas que forman parte del conjunto escultórico.

El conocido como “Guerrero de la doble armadura” es la única de las estatuas de Cerrillo Blanco que conserva la cabeza. Está datada en la primera mitad del siglo V a.C. y su estudio ha permitido reconstruir la vestimenta y la panoplia de un guerrero aristócrata de la época. El fragmento que ha llegado hasta nuestros días mide 1,05 m de altura, 44 cm de ancho, 37 cm de grosor máximo y pesa 63,4 Kg.

El rostro del guerrero tiene ojos rasgados y grandes pupilas, nariz recta y labios finos. La cabeza es de proporciones cuadradas y está protegida con un casco con refuerzos metálicos, con un adorno en espiral en el lateral derecho y hendiduras rectangulares en las que es posible que se insertaran piezas metálicas. En el centro del casco se aprecia una ancha cinta donde iría la cimera, adorno heráldico que se colocaba en la parte superior del casco y que en este caso sería la figura de un león, del cual sólo se conservan las patas delanteras.

El guerrero viste una túnica con escote en V ceñida con un cinturón ancho y en el brazo izquierdo luce un brazalete en espiral de cuatro vueltas.

Protegiendo el pecho y los hombros lleva una coraza de discos sujetos por una correa sobre los hombros y que se cruza en la espalda. Del hombro derecho cruza un tahalí del que pende la vaina vacía de una espada corta que se sitúa sobre el pecho, por encima de un escudo circular tipo caetra.
La estatua del jinete desmontado atravesando con su lanza a un enemigo caído fue esculpida en un bloque único y destaca por la precisión de los detalles. El jinete ha bajado de su caballo y con el pie izquierdo pisa la mano del contrincante vencido, mientras que con su lanza le atraviesa la boca o el cuello. El jinete viste una rica túnica ceñida por un cinturón en el que se sujeta una espada corta en su vaina. El jinete tiene su pecho protegido por un cardiophylax y con el brazo izquierdo tiene asida su caetra, mientras que con el derecho agarra la lanza con la que atraviesa a su rival. Sus discos de bronce y los brazaletes de cuatro vueltas que luce, muestran claramente su alta jerarquía.
Jinete atravesando con su lanza a un enemigo caído (reproducción)

El caballo del jinete está engalanado y sus bridas muestran lujosas decoraciones con adornos metálicos. El animal está encabritado y levanta las patas delanteras para golpear con sus cascos la cara del guerrero derrotado. El guerrero vencido también porta una coraza de discos sujeta a los hombros con una correa, y una espada corta que no ha podido desenfundar. A su lado está su caetra, caída sobre el suelo, y sobre ella reposa su mano izquierda aprisionada por el pie del vencedor. El guerrero vencido levanta el brazo derecho en actitud de súplica o intentando infructuosamente evitar que la lanza le atraviese la cara, a la vez que gira el rostro para evitarlo y queda mirando hacia el espectador con expresión patética.

La escultura del Oferente de los cápridos, es también conocida como la Diosa de los carneros

Es una estatua de gran tamaño que representa a una supuesta divinidad femenina que sujeta dos machos de cabra montesa sobredimensionados y contrapuestos por la espalda.
La deidad sostiene con sus manos las patas delanteras de una de las cabras en señal de ofrenda al príncipe, en un gesto característico del Señor o Señora de los animales salvajes que expresa su dominio sobre la naturaleza, representada en los animales salvajes que le pertenecen, la acompañan y a los cuales domina.
Puesto que en Cerrillo Blanco predominan las esculturas de carácter heróico, algunos autores (García-Gelabert), consideran que podría tratarse de una deidad masculina, tal vez una representación de Ares, dios de la guerra al que según Estrabón los lusitanos sacrificaban machos cabríos.

Finalizaré este repaso con las dos esculturas que representan a una pareja de antepasados, un hombre y una mujer de porte aristocrático y ataviados con ricas vestimentas. La mujer extiende sus brazos hacia delante en un gesto amable o servicial, mientras el hombre sostiene con su mano los pliegues de su lujoso manto que caen en zigzag sobre sus brazos.

Sin duda se trata de una persona de alto rango, no de un guerrero y su figura es estilizada, con la pierna derecha adelantada denotando movimiento. En el cuello luce un collar con colgante y en su brazo izquierdo un brazalete. Es posible que esta pareja de esculturas representen a los dueños de la vivienda, que avanzan juntos en actitud de ofrenda o recibimiento.



Bibliografía:

Chapa, Teresa; Vallejo, Ícaro; Martínez Navarrete, María Isabel; Ceprián, Bautista; Rodero, Alicia; Pereira, Juan: El trabajo de los escultores ibéricos: un ejemplo de Porcuna (Jaén)

De la Bandera Romero, María Luisa y Molina Poyato,Pedro. Dama ibérica de Torres: una imagen de la aristocracia oretana.

Espinosa Gaitán, Jesús; Sameño Puerto, Marta; Gutiérrez Moreno, Francisco. Esculturas del Cerrillo Blanco de Porcuna (Jaén): caracterización de los materiales y evaluacióin de productos de tratamiento.

García-Gelabert Pérez, María Paz y Blázquez Martínez, José María. El significado del ciervo entre los pueblos protohistóricos de la Península Ibérica.

Moral Campos, Juan Antonio: El trabajo de Constantino Unghetti.

Olmos, Ricardo. Los príncipes esculpidos de Porcuna (Jaén): una aproximación de la naturaleza y de la historia.

Olmos, Ricardo. Los grupos escultóricos del Cerrillo Blanco de Porcuna (Jaén). Un ensayo de lectura iconográfica convergente.

Quesada Sanz, Fernando; Rueda Galán, Carmen: Las armas y el contexto del Guerrero de “Las Atalueyas” (Jaén): una escultura de época ibérica tardía/romano republicana.

Rísquez Cuenca, Carmen: Necrópolis ibéricas en el Fondo Arqueológico Ricardo Marsal Monzón

Vallejo Delgado, Luis Emilio: Los conjuntos escultóricos de Cerrillo Blanco de Porcuna (Jaén): procesos, técnicas y grafismos.


Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.

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