El conjunto escultórico del Cerrillo Blanco es el más importante y monumental de la escultura ibera conocido hasta el momento.
Los restos más antiguos localizados correspondían a una necrópolis tartésica del periíodo orientalizante, influenciada por las culturas fenicia y griega, datada entre mediados del s. VII y el s. VI a.C. La necrópolis estaba perimetrada por un círculo de lajas de piedra, en cuyo interior se situaban veinticuatro enterramientos individuales con diferentes orientaciones y acotados también por losas de piedra. En este cementerio fueron enterradas personas que tenían relaciones familiares entre ellas y cuyas tumbas fueron dispuestas a cierta distancia de la sepultura principal, en la cual se encontraron los restos de un hombre y una mujer. En los ajuares funerarios recuperados durante las excavaciones se hallaron hebillas de cinturón, fíbulas y peines de marfil decorados.
Sobre esta primitiva necrópolis, entre el 470 al 420 a.C se construyó un mausoleo dinástico que no tenía relación alguna con la necrópolis original. De la decoración de este mausoleo principesco se han localizado alrededor de mil quinientos fragmentos correspondientes en su mayoría a esculturas de bulto redondo, aunque también hay imágenes en altorrelieve. La piedra empleada para esculpir las estatuas fue una calcarenita de grano muy fino, muy porosa y fácil de trabajar cuando está húmeda pero que se endurece cuando está seca, aunque tiende a rayarse con facilidad. De todas estas esculturas, actualmente unas cuarenta de ellas han podido ser parcialmente reconstruidas.
El
mausoleo
dinástico
del
Cerrillo Blanco fue realizado
por encargo de un grupo familiar aristocrático a un taller de
artistas iberos que
tenían evidentes influencias y formación en el arte griego, como se
aprecia en el
estilo de algunas estatuas que
está claramente inspirado
en los frontones de los templos griegos, aunque incorporando el
ropaje y el armamento ibero. Estos artistas representaron a los
miembros del linaje dominante como personajes de un universo
principesco en el que se integraba
la guerra, la presencia de animales míticos y el mundo de los
antepasados, algo característico de la tradición heroica de época
orientalizante.Reconstrucción hipotética del mausoleo del Cerrillo Blanco (Fuente: Europeana)
En el grupo escultórico del Cerrillo Blanco se distinguen una serie de bloques temáticos: combates entre hombres pertenecientes a dos bandos de guerreros ibéricos (jinete desmontado atravesando con su lanza a un enemigo caído, guerrero con escudo en el vientre, guerrero con falcata, guerrero caído con ave, guerrero asido por la muñeca y guerrero de la armadura doble); luchas de hombres con animales reales o mitológicos (hombre luchando con león), peleas de animales con animales (león-grifo con palmeta y serpiente), animales individuales (águila, lobo, novillo) y motivos de carácter religioso (sacerdotisa con serpiente, oferente con cabras, dama con niño, dama sedente).
Poco tiempo después de su construcción, el santuario del Cerrillo Blanco y sus esculturas fueron destruidas con violencia, cebándose especialmente con las cabezas y rostros, tal vez durante un enfrentamiento político o un conflicto bélico con otro linaje ibero, a consecuencia del cual el clan triunfador decidió destrozar una a una todas las esculturas para eliminar la memoria e identidad de su rival, al modo de la damnatio memoriae romana. Este tipo de conflictos entre tribus y clanes eran habituales en la sociedad íbera y a menudo desembocaban en enfrentamientos militares por tierras cultivables, pastos para el ganado y acceso a rutas comerciales.
Después
de su destrucción, los
restos del conjunto escultórico fueron enterrados en una zanja
situada
en
una ladera del Cerrillo Blanco y se cubrieron con algunas de las
grandes losas que delimitaban la antigua necrópolis. Posteriormente,
sobre
ellos se construyó una pequeña necrópolis que pervivió hasta
época iberorromana y que reutilizó algunos de los fragmentos de
esculturas. Poco a poco el lugar fue cayendo en el olvido y en época
medieval y moderna toda la zona estuvo
dedicada
a tierras de cultivo.Reproducción de una sepultura ibera de los siglos V-III a.C.
Debido a la enorme cantidad de esculturas encontradas en este yacimiento, a continuación voy a describir sólo algunas de las estatuas que forman parte del conjunto escultórico.
El conocido como “Guerrero de la doble armadura” es la única de las estatuas de Cerrillo Blanco que conserva la cabeza. Está datada en la primera mitad del siglo V a.C. y su estudio ha permitido reconstruir la vestimenta y la panoplia de un guerrero aristócrata de la época. El fragmento que ha llegado hasta nuestros días mide 1,05 m de altura, 44 cm de ancho, 37 cm de grosor máximo y pesa 63,4 Kg.
El guerrero viste una túnica con escote en V ceñida con un cinturón ancho y en el brazo izquierdo luce un brazalete en espiral de cuatro vueltas.
Jinete atravesando con su lanza a un enemigo caído (reproducción) |
El caballo del jinete está engalanado y sus bridas muestran lujosas decoraciones con adornos metálicos. El animal está encabritado y levanta las patas delanteras para golpear con sus cascos la cara del guerrero derrotado. El guerrero vencido también porta una coraza de discos sujeta a los hombros con una correa, y una espada corta que no ha podido desenfundar. A su lado está su caetra, caída sobre el suelo, y sobre ella reposa su mano izquierda aprisionada por el pie del vencedor. El guerrero vencido levanta el brazo derecho en actitud de súplica o intentando infructuosamente evitar que la lanza le atraviese la cara, a la vez que gira el rostro para evitarlo y queda mirando hacia el espectador con expresión patética.
La escultura del Oferente de los cápridos, es también conocida como la Diosa de los carneros.
Finalizaré este repaso con las dos esculturas que representan a una pareja de antepasados, un hombre y una mujer de porte aristocrático y ataviados con ricas vestimentas. La mujer extiende sus brazos hacia delante en un gesto amable o servicial, mientras el hombre sostiene con su mano los pliegues de su lujoso manto que caen en zigzag sobre sus brazos.
Bibliografía:
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Vallejo Delgado, Luis Emilio: Los conjuntos escultóricos de Cerrillo Blanco de Porcuna (Jaén): procesos, técnicas y grafismos.
Las fotografías de este artículo han sido realizadas por Francisco Javier Torres Goberna ©.
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